Carmen Maura et altri
Hace poco, hablábamos (bien) de Maribel Verdú. Ahora toca hacerlo de Carmen Maura, flamante ganadora de la Medalla de la Academia en reconocimiento a su labor profesional. A mí, Carmen Maura, me cae mejor que bien. No sólo es una actriz maravillosa (y lo demuestra siempre, me he hartado de ver malas películas en las que ella sacaba petróleo de forma insospechada), también es una mujer excepcional cuya sonrisa no tiene precio. Para mis mejores recuerdos como periodista, la tarde en que me invitó a tomar bizcocho casero y chocolate espeso en su apartamento. Fue una experiencia memorable.
En septiembre del año pasado, El Cultural publicaba un reportaje sobre la escasa presencia española en los festivales internacionales. En el mismo, la programadora de Toronto especializada en lengua española lamentaba que las películas no estén a la altura del talento de los actores. Lo acabo de decir de otra manera, ha sido habitual ver a la Maura lucirse en películas muy poco lucidas. Y es cierto que en España hay muchos actores portentosos, entre los jovencitos, destaca Raúl Arévalo, Fernando Tielve o Mario Casas en el apartado masculino y Leonor Watling, Elena Anaya o María Valverde en el femenino. Queda claro que hay cantera.
Pero la programadora de Toronto tenía razón. No sólo es que haya pocas películas buenas, es peor de cara a los actores, es que uno de los defectos congénitas de éstas es que los personajes suelen ser flojísimos. Lo decía Alejandro Calvo el año pasado analizando la hornada de comedias españolas que se estrenan en verano, en el cine español uno no ve a "personas" sino a arquetipos que pertenecen a un universo inventado por el propio cine español y que sólo funcionan (es un decir) dentro de él. Lo normal es encontrarse con caracteres planos, incoherentes y, para colmo, zafios.
Pero este es mi último blog y no quiero terminar con un exabrupto. Así que les deseo a ustedes muy felices vacaciones que el señor incomodador se marcha de juerga durante un mes.