Sam Mendes: "Hacer teatro es como si te dan un masaje, hacer cine se parece más a que te saquen las muelas"
La compañía del director británico, con Rebeca Hall y Ethan Hawke, llega al Teatro Español
16 abril, 2009 02:00Sam Mendes. Foto: Bernardo Díaz
Sam Mendes se ha hecho carne hoy en Madrid, hacia el mediodía. Apareció arropado por Sinead Cusack, Simon Russell Beale, Rebecca Hall y Ethan Hawke, cuatro de los 18 actores que forman el reparto de la última iniciativa teatral en la que se ha involucrado: The Bridge Project. Porque Mendes, conocido internacionalmente por sus excelentes películas (American Beauty, Revolutionary Road), tiene tras de sí una larga y sólida carrera teatral como director de escena en Londres y Broadway (éxito suyo fue el musical Cabaret, producido también en España).
Ahora ha formado una compañía con actores anglo-americanos que llevan representando desde comienzos de este año El jardín de los cerezos, de Chejov en adaptación de Tom Stoppard, y Cuento de invierno, de Shakespeare. La compañía ha actuado en Nueva York y Nueva Zelanda y, a partir del próximo sábado y durante once días, representará las dos obras en el teatro Español de Madrid.
Afable y cercano, Mendes se ha prodigado con los periodistas. Primero en una rueda de prensa y, luego, en breves encuentros, a uno de los cuales El Cultural asistió. Lo que sigue es un resumen de sus declaraciones, salpicadas con otras de los citados actores.
Sobre la naturaleza de The Bridge Project, Mendes ha explicado que “no es una cruzada que yo pretenda emprender a uno u otro lado del Atlántico para defender un tipo u otro de tradición teatral. Yo vivo en Nueva York, pero soy inglés, y trabajo con muchos actores norteamericanos. Lo que quería era reunir un conjunto de actores de uno y otro lado, aunque también hay canadienses e irlandeses. Y puedo decir que no ha sido fácil especialmente por los Equity”.
Se refiere el director a los sindicatos de actores americanos y británicos, muy proteccionistas, que no permiten la libre contratación.”Este proyecto ha sido casi tan complicado como hacer una película. Y especialmente hacer el reparto. Los Equity (los sindicatos de actores) han exigido que el 50 por ciento de los actores fueran americanos y el otro 50 por ciento británicos. La presencia de actores protagonistas y secundarios debía respetarse en la misma proporción e, igualmente, con el resto del equipo artístico. También con las representaciones que se den en Estados Unidos y en Inglaterra”.
Un idealista como Chejov
En realidad, el origen del proyecto se remonta a poco más de un lustro, cuando Mendes puso en escena en el Donmar de Londres, Tío Vania, de Chejov, y Noche de Reyes, de Shakespeare, que también se exhibieron luego a Nueva York. “Ahora, como entonces, también ha buscado obras que tuvieran un paralelismo. Ambas hablan del paso del tiempo, hay nostalgia y rendención. Creo que tanto Chejov como Shakespeatre exploran en El Jardín de los cerezos y en Cuento de invierno formas de expresión de una manera nada convencional y, en este sentido, es como el White Album de los Beatles, una explosión de creatividad. Y luego, también tienen escenarios parecidos”.
Para Mendes, uno de los malentendidos habituales que se tiene con Chejov es creer que es un autor naturalista. “Una vez que se le trata como un autor poético, se desencadenan todas las similitudes que puede tener con Shakespeare. Strehler lo ha tratado así, y no en cambio Peter Stein, al que admiro. En realidad, creo que Cuento de invierno es una respuesta a la obra de Chejov. Yo veía esta obra de Shakespeare muy oscura pero Simon Beale me insistía en que la obra habla de perdón y de redención, y sí, tiene razón”.
El idealista Chejov también tiene vínculos con las películas de Mendes. Al fin y al cabo, la pérdida de los ideales de juventud, tema central del teatro de Chejov, es también el argumento de dos de sus grandes films, American Beauty y Revolutionary Road. “Me gustan los dramas humanos, conflictos que generalmente tienen que ver con las relaciones familiares o con el amor, y en este sentido, se podría decir que Chejov trata estos conflictos de una forma romántica. Pero Richard Yates (autor de la obra en la que se basa su último film) no lo es en absoluto, tiene una visión muy negra de la vida y yo no me reconozco para nada en él. Chejov es un idealista y Yeats un pesimista. En Chejov encuentras donde agarrarte, sus protagonistas pierden la hacienda pero hay esperanza y yo no encuentro ninguna obra de Chejov deprimente”.
También le ha dado tiempo a Mendes de reflexionar sobre las diferencias entre el cine y el teatro: “Trabajar en el teatro es como que te den un masaje o te hagan la pedicura, mientras que el cine tiene más que ver con que te saquen las muelas o te pongan una prótesis. Hacer teatro tiene mucho de descubrimiento, de investigación con los actores. Si llegas a un plató de cine sin saber qué vas a hacer, apaga y vámonos. El teatro depende de los actores y del autor, mientras que el cine del director. Cuando una película tiene éxito, lo es de su director, y si fracasa, la culpa es suya”.
The Brigde Poject está concebido como un proyecto de tres años de duración. Mendes ya piensa en las dos obras que montará el próximo año, Tres hermanas y Como gustéis, también de Chejov y Shakespeare. Y para el último año calibra una obra norteamericana con Kevin Spacey en el reparto. Los que no parecen convencidos de continuar son los actores, ya que respondieron con risas cuando se les preguntó sobre el asunto. “Que unos actores de esta categoría te dediquen nueve meses ya es mucho. Así que es muy tentador seguir en este proyecto más que en otros que posiblemente sean más rentables. Da mucha alegría seguir trabajando con actores a los que conoces, tener una continuidad en tu labor”, apuntó el director.
Shakespeares por los americanos
Uno de los actores que más ha trabajado con Mendes en el teatro ha sido Simon Russell Beale. Ambos se conocieron en la Royal Shakespeare Company hace 25 años y según el actor ambos comparten una percepción y formacion teatral, basado sobre todo en Shakespeare y en el valor de la palabra. De Mendes, el actor ha dicho que “es uno de los mejores directores para hacer Shakespeare” y la razón no es otra que la de “abandonarse sin freno a todas las emociones que Shakespeare sugiere”. A lo que Mendes ha contestado que “hay dos tipos de directores, el que tiene una relación de tú a tú con el actor, y el director contrincante. Yo calibro mi modo de dirigir según el actor que tengo delante”.
Respecto a si hay dos tradiciones teatrales a uno y otro lado del Atlántico o simplemente formas distintas de interpretar según el actor de que se trate, Mendes sí cree que existen diferencias. “Los americanos no asumen la grandeza de Shakespeare como lo asumen los ingleses”. A lo que Ethan Hawke ha añadido: “como autor norteamericano lo que aportamos a la hora de hacer a Shakespeare es precisamente esas falta de cultura sobre el autor, y en este sentido damos frescura y novedad“. En este sentido Mendes añadió que uno de los asuntos que más preocupaba a los medios americanos era ver cómo convivían en escena dos acentos diferentes: “Simplemente, han pasado desapercibidos, una vez en escena, es como la vida misma”.