"¡Estoy con mucha ansiedad!". En mitad del segundo set, la confesión de Rafael Nadal a su equipo fue suficiente para radiografiar la profundidad del hoyo en el que se metió, y que casi le cuesta la eliminación del torneo. Por segundo partido consecutivo, el campeón de 22 grandes estuvo en serios problemas, esta vez mucho peores que el día de su debut en el Abierto de los Estados Unidos.
El jueves por la noche, en segunda ronda, Fabio Fognini llegó a dominarle 6-2, 4-2, con la victoria de cara. Tumbado en la lona, Nadal se levantó para remontar 2-6, 6-4, 6-2, 6-1 y alcanzar la tercera ronda (le espera Richard Gasquet, vencedor 6-2, 6-4, 4-6, 6-4 del serbio Kecmanovic).
De estar grogui a seguir con vida dejando atrás un encuentro malísimo, deslucido y lleno de imprecisiones que acabó con el tenista sangrando por la nariz después de golpearse involuntariamente con la raqueta, que rebotó en el suelo tras ejecutar un revés en el final del tercer set y le obligó a recibir asistencia médica. En consecuencia, una noche para dejar atrás.
"Ha sido uno de los peores inicios de siempre, probablemente", confesó Nadal tras el triunfo. "Pero es parte del juego, y tienes que ser humilde, no han sido meses fáciles para mí. Ahora es otra oportunidad de seguir con vida después de un partido así significa mucho".
La habitual apatía de Fognini escondió lo de siempre: un tenista de un talento supersónico con golpes alucinantes, capaz de dejar sentado a cualquiera con un latigazo imprevisible. Así, de ganador en ganador, el italiano planteó un inicio de encuentro que a Nadal se le atragantó, cediendo la primera manga tras entregar dos veces su saque, la segunda con un juego muy gris que perdió con un par de errores no forzados y remató con una doble falta.
Si el recuerdo de 2015 se había pegado a los jugadores las horas antes del cruce, después de la primera manga el fantasma de lo que ocurrió aquella noche se agarró a la raqueta de Nadal con furia. Entonces, Fognini le remontó por primera vez dos sets al mallorquín en un Grand Slam, levantando además un 2-4 en la quinta manga para terminar celebrando la victoria. El español se marchó del torneo cabizbajo, preguntándose cómo había dejado escapar esa enorme ventaja, reviviendo a un rival que terminó produciendo un tenis superlativo.
El Nadal que jugó siete años después con Fognini en la Arthur Ashe compitió con la cabeza en otra parte, y muy acelerado. Durante la primera hora de partido, con el marcador 6-2, 4-2 para su contrario, el español echó en falta la energía que le caracteriza mientras sufría para leer el juego del italiano, sumaba un rosario de errores no forzados (¡25!) y perdía su saque cuatro veces seguidas (entre el final del primer set y el arranque del segundo).
Como tantas otras veces, las cosas cambiaron rápido.
Sin electricidad en sus movimientos, el número tres del mundo comenzó la remontada sin hacer nada del otro mundo. Tres desatinos de Fognini nivelaron la segunda manga devolviéndole el break a Nadal (4-4), encendiendo un poquito a la grada, muy fría hasta entonces, y aupando al mallorquín hacia la victoria, empujándole a pelear por la clasificación a la tercera ronda.
Después de 60 minutos de concentración, la cabeza del italiano hizo aguas y su cifra de errores no forzados se disparó (terminó con 60, una burrada). A Nadal le bastó con calmarse, apartando los nervios, para conquistar a trompicones un duelo en el que ocurrió de todo, y solo una cosa positiva: la victoria que permite al balear darse una nueva oportunidad de mejorar para poder aspirara a todo en Nueva York.