Si hablamos de la historia del tenis femenino, las hermanas Serena y Venus Williams tienen un lugar privilegiado. Entre las dos han reinado tiránicamente este deporte durante todo el siglo XXI, aunque en los últimos años las nuevas generaciones han hecho pagar su veteranía. Ambas han entablado otros objetivos vitales: han sido madres -en el caso de la primera- o se han establecido como referentes contra el sexismo -en el de la segunda-.

La mayor de las dos sigue compitiendo a sus 40 años, pero este año no ha pasado de una segunda ronda. Se la ha visto por Madrid, donde cayó en primera ronda ante Jennifer Brady, compitió en Miami donde se fue a las primeras de cambio ante la kazaja Diyas y solo duró dos rondas en el Open de Australia, cayendo por un humillante 6-1 y 6-0 ante la italiana Errani. Su estado de forma es el que es; está muy lejos de lo que ha sido.

No cabe duda de que su carrera ya reconoce su gran legado con siete Grand Slam y tres oros olímpicos, pero desde 2018 su carrera va cuesta abajo. Desde que jugó su última final en un Abierto en su querido Wimbledon, donde tiene cinco títulos, ante Garbiñe Muguruza en 2017, no ha vuelto a tener un rendimiento de alto nivel. A esos cinco triunfos en el Old England Tennis & Cricket Club hay que añadir dos victorias en el US Open, aunque todo eso queda lejos.

Venus Williams en el US Open. EFE

Aún así, tiene motivos para seguir compitiendo y ganas no le faltan, sobre todo, por seguir dando ejemplo en el mundo del tenis en busca de la igualdad. A pesar de años de protestas por parte de la pionera del tenis Billie Jean King y otros, en 2005 Roland Garros y Wimbledon todavía se negaban a pagar a los jugadores femeninos y masculinos por igual. Ese año, Venus se reunió con los organizadores de ambos torneos, argumentando que a las tenistas se les debería pagar tanto como a los tenistas. Aunque el presidente la WTA, Larry Scott, comentó que dejó "una impresión muy significativa", las demandas de Williams fueron rechazadas. Hoy en día continúa con esa lucha trasladándola a otros sectores.

Sexismo

Todo comenzó cuando ganó su primer Wimbledon, cuando Pete Sampras ganó 477.500 libras y ella 430.000. Después de este movimiento de 2005, puso un punto de inflexión cuando escribió un crítico artículo en The Times en 2006. "Siento con tanta fuerza que la postura de Wimbledon devalúa el principio de meritocracia y disminuye los años de arduo trabajo que las mujeres en el circuito han invertido para convertirse en tenistas profesionales", rezaba el texto firmado por la Williams mayor.

Con toda esta lucha, logró que en 2007 fuera la primera mujer en ganar el mismo premio que un hombre en un Grand Slam, en este caso que Roger Federer. Todo esto quedó reflejado en 'Nine for IX, Venus Vs', el documental que resume todo el proceso. Ahora, en 2021 ha iniciado una lucha que desde otros deportes como el del fútbol femenino, con Megan Rapinoe a la cabeza, también se está impulsando para que la brecha salarial entre hombres y mujeres en el país norteamericano se iguale.

A pesar de que ahora la mayoría de los torneos tienen un equilibrio entre los premios masculinos y femeninos, ha llevado esta lucha al resto de los sectores de la sociedad y dejando su propia huella de acción. En un reciente artículo en la revista Vogue, explica su iniciativa para que en las ventas de su línea de ropa 'Eleven by Venus Williams' exista la opción de donar 19 centavos, la diferencia que hay cada vez que un hombre gana un dólar con respecto a una mujer en Estados Unidos.

Racismo

Venus también tuvo su impacto en el 'Black Lives Matter' y trata de concienciar de que las mujeres de color se ven aún más afectadas por la brecha de género. "Tómese un momento para imaginar esto: si la brutalidad policial puede existir y ser tolerada durante tantos años a esta escala, imagine los otros actos insidiosos de racismo que impregnan nuestro país. En el lugar de trabajo. En el sistema judicial. En el sistema sanitario. En el sistema educativo. La lista sigue y sigue", escribía en una publicación en sus redes sociales.

El hecho de haber luchado contra el síndrome de Sjögren le ha convertido en una superviviente ya que consiguió recuperar su mejor nivel. Corría el año 2011 y Williams aún era una de las jugadoras con más pedigrí dentro del circuito femenino. La campeona en las ediciones del año 2000 y 2001 abandonó de forma prematura ese torneo, sin que nadie supiera la razón que después ella explicó: "Recientemente me diagnosticaron esta enfrenmedad autoinmune que es una condición médica que afecta mi nivel de energía y me ocasiona fatiga y dolor en las articulaciones". Finalmente consiguió salir adelante y competir por otras grandes cotas de su carrera.

Es por lo que durante todo este tiempo ha luchado contra la lacra del racismo. Además de ser una de las muchas estadounidenses que salió a las calles del país para revelarse pidiendo también el reconocimiento a las personas afroamericanas, se encarga de reivindicar esta condición cada vez que aparece públicamente. Aunque su peso en las pistas haya perdido bastante su nivel, una leyenda de este deporte como Venus Williams se ha propuesto seguir dejando huella en la sociedad.

[Más información - El tenis intenta volver a la 'normalidad': la ATP modifica sus protocolos y da libertad a los jugadores]

Noticias relacionadas