Benoît Paire se está ganando por méritos propios ser el tenista más odiado del circuito por sus continuas polémicas. El jugador francés, conocido hasta hace no mucho por ser uno de los más espectaculares gracias a sus geniales golpes repletos de calidad y técnica, ha perdido completamente el norte.
Ha pasado de ser un jugador brillante y vistoso a ir por las pistas encadenando derrotas y dejando actuaciones verdaderamente lamentables. Él mismo ha llegado a afirmar que sigue jugando por el dinero, el que obtiene cuando pierde, y que el tenis en estos momentos no solo no es su prioridad, sino que no le importa lo más mínimo.
Además, por si esto fuera poco, ha criticado el actual sistema de la ATP que le permite tener a él mismo este tipo de comportamientos alejados de la deportividad y del espíritu que siempre transmite el tenis. En definitiva, el personaje se ha terminado comiendo al gran jugador que un día fue.
La pandemia ha terminado por sacar su peor cara, esa que va dejando episodios lamentables allá por donde va producto de su mala actitud, sus salidas de tono y sus compartimientos que manchan el buen nombre del deporte. Y Roma, último torneo en el que ha participado, no se ha librado de uno de sus bochornosos espectáculos.
Benoît Paire se encontraba disputando su partido en el foro itálico cuando comenzó la polémica por una bola que, en su opinión, había caído dentro de los límites de la pista y no fuera como decía el prestigioso juez de silla Carlos Bernardes. El francés, no se sabe muy bien si por montar el show o por qué, comenzó a hacer aspavientos de una forma exagerada.
Nadie de los presentes en la pista entendía lo que estaba pasando con un Benoît Paire que, por un simple punto, estaba a punto de protagonizar su último escándalo. La discusión con Bernardes fue a mayores e incluso llegó a dejar una afirmación que, además de ser una exageración sin mucho sentido, fue de muy mal gusto: "Si esta pelota ha botado fuera, salto al vacío desde la cima del estadio".
La última de Paire
Nadie entendía nada, pero sí, Benoît Paire había dicho lo que había dicho. Por una bola estaba frivolizando con el suicidio. Sin embargo, su espectáculo no se quedó ahí. Ni corto ni perezoso se dirigió hacia su banquillo, abrió su bolsa y sacó su teléfono móvil. Nadie entendía muy bien lo que estaba haciendo, pero el galo tenía un plan para montar su espectáculo.
Teléfono en mano, Paire se dirigió hasta el lugar exacto en el que había botado la pelota y le realizó varias fotografías con la intención de demostrar que tenía razón en su protesta, provocando la incredulidad de todos los presentes en la pista del torneo de Roma. Sin duda, un momento de lo más surrealista que seguramente no se haya visto nunca o casi nunca en la historia del tenis.
Como era de esperar, Carlos Bernardes tuvo que sancionar la acción, la conducta y el comportamiento de Benoît Paire, aunque fue generoso y la cosa se quedó en un warning. Al saberlo, el galo, ni corto ni perezoso, no dudó en soltar su última bravuconada para poner punto y final a este increíble suceso: "Yo pagaré la multa, sin problemas, pero esto no lo había visto en la vida".
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