Para llegar a los octavos de final de Wimbledon, igualando su mejor resultado en el torneo (2015), Roberto Bautista superó con fuerza y resistencia todo lo que se le puso por delante, que no fue poco. El español, vencedor 6-4, 7-6, 3-6 y 6-3 de Kei Nishikori, arrancó de dulce, se recuperó de un resbalón que le dejó grogui en la tercera manga (cedió un break sacando para 4-4 que le costó el set), remontó un 0-2 en el cuarto parcial y terminó celebrando la victoria con el puño en alto: hasta este viernes, Bautista nunca había derrotado a Nishikori (0-4).
“Lo veía factible”, confesó luego Bautista ante los periodistas. “Es de esos días en los que me he sentido bien en la pista, he mantenido la calma durante todo el partido y he hecho muy buen tenis. Se ha dado todo bien”, prosiguió el número 19 del mundo, citado en cuartos con Marin Cilic (6-4, 7-6 y 6-4 a Steve Johnson). “Todas las victorias contra los top-10 dan mucha confianza y ahora viene el partido que yo quería jugar. Esta vez no juego contra Federer o Nadal, aunque Cilic ha hecho un buen papel en hierba”, avisó. “Si hago una buena actuación voy a tener mis opciones de ganar”.
Llegados a la cuarta manga, y tras recortar la ventaja que el japonés había abierto en el marcador para forzar el set definitivo (de 0-2 a 2-2), Bautista consiguió lo que nadie podría imaginarse jamás: desquiciar a Nishikori, al que si algo distingue es la calma y las buenas maneras, por muy torcido que esté el partido. Enrabietado después de perder el break que le había devuelvo la fe en llegar al quinto set, el número nueve estampó la raqueta contra la lona del fondo de la pista y escuchó cómo el juez de silla le sancionaba. A partir de ahí, el japonés se diluyó, dando alas a su contrario para cerrar su pase a octavos.
El español, en cualquier caso, no necesitó que Nishikori le ayudase porque jugó de maravilla durante todo el partido, lanzándose al abordaje (40 ganadores) y neutralizando la rapidez de su oponente, que muchas veces no vio hueco para abrir sus habituales ángulos y se precipitó por pura desesperación (48 errores no forzados, por los 29 del español), apagado por el vendaval de su rival.
Que Bautista haya puesto los pies en la segunda semana de Wimbledon no debería ser ninguna sorpresa. El número 19 logró su primer título profesional en hierba (’s-Hertogenbosch 2014), una llamativa forma de inaugurar el palmarés. Criado en pistas de tierra batida, como todos los españoles, Bautista se deshizo rápido de las etiquetas que le habían colgado, consecuencia de su nacionalidad. Destapándose como un jugador multipista, Bautista ya ha dejado de ser una sorpresa. Ahora piensa en hacer cosas importantes.
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