Donald Trump estará pronto de regreso a la Casa Blanca tras su victoria en las elecciones presidenciales de Estados Unidos y, en su discurso de celebración, compartió escenario con un aliado especial: Dana White, presidente de la UFC. Esta conexión con White y la UFC no es nueva; su relación ha crecido junto con el deporte, y Trump se ha convertido en un socio clave para las artes marciales mixtas (MMA) en el ámbito deportivo, donde otros sectores como la NBA, NFL y MLB le son menos favorables.
Antes de convertirse en una marca global de MMA, la UFC estuvo cerca de desaparecer. En sus primeros años, la organización enfrentó serias dificultades debido a que los políticos estadounidenses denunciaban esta disciplina como un "deporte sangriento" y varios estados se negaban a albergar sus eventos. La situación era crítica. En medio de este panorama sombrío, Donald Trump emergió como un aliado decisivo.
A inicios de los 2000, Trump, entonces 'sólo' un magnate inmobiliario de Nueva York y ferviente seguidor de los deportes de combate, tomó un riesgo importante: ofreció su casino de Atlantic City como sede para los eventos de la UFC. Dana White, quien había asumido la presidencia de la organización, no olvidó el gesto. En 2018, White recordó en una entrevista con gratitud aquello: "Nadie nos tomaba en serio entonces, excepto Donald Trump. Nunca diría nada negativo sobre Donald Trump porque él estaba allí cuando otras personas no estaban".
Desde entonces, las artes marciales mixtas se han convertido en uno de los deportes más populares en Estados Unidos, y la relación entre White y Trump ha sido beneficiosa para ambos. Este vínculo se reflejó el martes de su victoria electoral, cuando Trump subió a White al escenario y le cedió el micrófono tras su discurso. "Nadie merece esto más que él, y nadie lo merece más que su familia", dijo White refiriéndose a Trump. "Él siempre va hacia adelante. Él no se da por vencido. Es el hombre más resistente y trabajador que he conocido en mi vida".
Trump no solo asiste con regularidad a eventos de la UFC, sino que también ha tenido en su equipo a figuras con vínculos con esta organización. Steven Cheung, portavoz de campaña de Trump y parte de su grupo de trabajo en las elecciones de 2016 y 2020, fue antes director de comunicaciones para asuntos públicos en la UFC. Cheung, por cierto, fue clave en la política de la UFC de restringir el acceso de periodistas críticos a sus eventos en vivo.
Es cierto que Trump y White tienen orígenes casi opuestos. El político nació en un entorno acomodado, mientras que White —sin estudios universitarios— creció marcado por la adicción al alcohol de su padre y una estructura familiar desordenada. Fue botones de un hotel y portero en discotecas antes de alcanzar el éxito.
En lo que no son tan diferentes es en las controversias que han protagonizado, y que hubieran derrumbado a cualquier otro. No a ellos. White, por ejemplo, fue grabado en un incidente en el que abofeteaba a su esposa en un club nocturno, y Trump fue condenado en un caso federal relacionado con un romance con una estrella del entretenimiento para adultos.
A nivel de audiencia, las bases de la UFC y Trump coinciden en varios aspectos demográficos. La UFC, según sus datos, cuenta con 42 millones de seguidores en Estados Unidos, de los cuales aproximadamente el 70% son hombres con una edad media de 35 años.
Por su parte, el perfil del votante promedio de Trump es predominantemente blanco no hispano, y un 65% se encuentra por encima de los 50 años. Aunque existen diferencias, ambas bases comparten similitudes en términos de identidad y valores.
Enamorado del 'wrestling' y del boxeo
La relación de Trump con los deportes de combate no se limita a la UFC; también tiene lazos históricos con la WWE, la principal empresa de lucha libre profesional. Fan del wrestling —conocido en España durante años como el pressing catch— desde su infancia, en esta campaña se ha rodeado de varios de sus grandes iconos para atraer al público.
Durante la Convención Nacional Republicana de este verano, la leyenda de la WWE Terry Bollea, que ha interpretado toda su vida el personaje de Hulk Hogan, mostró públicamente su apoyo a Trump con una camiseta roja de Trump 2024 y un grito que hacía alusión a su famosa frase: "¡Deja que la Trumpmanía se descontrole, hermano!".
Además, Trump —que durante toda la campaña escapó de los medios tradicionales— llegó a pasar una hora en un podcast presentado por Mark Colloway, mejor conocido como The Undertaker, quien le bañó en elogios: "¿Sabes lo que has hecho? Has vuelto a hacer que la política sea divertida", dijo el famoso luchador que aquí era llamado 'El Enterrador'.
Trump es el único miembro del Salón de la Fama de la WWE que ha alcanzado la presidencia de Estados Unidos. Su relación con esta organización data de finales de la década de 1980, cuando organizó dos eventos de WrestleMania en su casino en Atlantic City, un movimiento que ayudó a consolidar el estatus de la WWE en el entretenimiento estadounidense.
En 2007, Trump y el controvertido expropietario de la WWE, Vince McMahon, protagonizaron la ficticia 'Batalla de los multimillonarios', un evento que enfrentó a luchadores en representación de ambos empresarios. La estipulación del combate establecía que el millonario perdedor tendría que afeitarse la cabeza. WrestleMania 23, donde ocurrió este espectáculo, fue un éxito sin precedentes en ventas de pago por visión hasta ese momento.
En el ámbito político, Trump incluso incorporó a su gobierno anterior a Linda McMahon, esposa de Vince, quien sirvió como administradora de pequeñas empresas. Actualmente, Linda lidera el America First Policy Institute, un grupo de apoyo a las políticas de Trump.
Donald Trump es, además, un fan incondicional del boxeo, el deporte de combate por excelencia. Y también tuvo un papel 'salvador' en su salto mediático, organizando grandes de peleas de figuras tan importantes como Mike Tyson. El legendario boxeador ha sido un defensor abierto de Trump desde hace años. En 2016, Iron Mike declaró en una entrevista que Trump "debería ser presidente de los Estados Unidos", mostrando su apoyo de forma pública en los inicios políticos del magnate.
La relación entre ambos data de los años 80, cuando Trump también organizó peleas de Tyson en su casino en Atlantic City, brindándole grandes bolsas de dinero. En otra entrevista de 2022, Tyson rememoró entre risas: "Siempre lo recuerdo como un buen tipo que me pagaba mucho dinero". La afinidad de Trump con Tyson no solo se limitó al ámbito profesional; en 1992, cuando Tyson fue condenado por violación, Trump defendió públicamente al boxeador, alegando que el proceso judicial no había sido justo.
Contra las grandes ligas americanas
En un contexto donde las principales ligas deportivas de Estados Unidos, como la NBA, NFL y MLB, mantienen una posición crítica o neutral respecto a Trump, los deportes de combate destacan como excepciones que respaldan abiertamente al expresidente. Estos han hallado en Trump a un aliado que entiende su cultura y ha influido en su crecimiento.
Contrasta con su relación con las grandes ligas americanas, especialmente la NBA. Su enemistad con estas, más liberales políticamente, vienen de lejos y tuvo su primer punto crítico cuando el jugador de fútbol americano Colin Kaepernick, en agosto de 2016, decidió arrodillarse por primera vez mientras sonaba el himno de Estados Unidos. En 2020 esto se extendió, y llegó a la NBA, tras el asesinato de George Floyd. La respuesta de Trump fue que cambiaría de canal cada vez que viera un jugador hacer ese gesto.
Son muchas las estrellas de las grandes ligas americanas que reconocen públicamente su animadversión a Trump, y que han apoyado a Kamala Harris durante esta campaña. Es el caso de LeBron James, quien llegó a decir a Trump en su anterior mandato que "era un gran honor ir a la Casa Blanca hasta que apareciste". Por otro lado, numerosas figuras como Magic Johnson, Kareem Abdul-Jabbar, Billie Jean King, Megan Rapinoe, Michael Johnson o Chris Paul se han unido a diferentes plataformas de apoyo a Harris y lamentan ahora su derrota.
Luego está el golf, un punto de discordia para Trump. Aficionado a su práctica, posee más de una decena de clubes que fue comprando o construyendo con el paso de los años —y que le dieron pérdidas combinadas de 315,6 millones de dólares en dos décadas—. Sin embargo, su relación con el PGA Tour —el circuito americano— se rompió en 2015 a raíz de unas polémicas declaraciones contra el pueblo mexicano. En los últimos tiempos se alió con el creciente circuito saudí LIV, disputándose hasta cinco de sus torneos en sus campos, y este martes, además de a Dana White, también subió este miércoles al escenario al golfista Bryson DeChambeau, que en 2022 firmó un contrato de cuatro años y medio a cambio de 125 millones con LIV. El deporte, siempre presente —para bien o para mal— en el movimiento trumpista.