El gran reto de Niko Shera tras romperse la rodilla: seis meses de baja, una lucha mental y París 2024
La gran estrella del judo nacional empieza su recuperación tras sufrir una rotura del ligamento cruzado de su rodilla derecha en una competición.
5 enero, 2023 02:15"Operación impecable. Ligamento cruzado nuevo. Todo ha ido bien. Día uno de la recuperación completado". Estas eran las primeras palabras de Niko Shera nada más salir del quirófano y saber que tendrá por delante más de seis meses de recuperación. El judoka español tiene en su camino una nueva piedra, seguramente la más grande que se haya encontrado nunca en el ámbito deportivo.
Después del duro revés que supuso su temprana y sorpresiva eliminación en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 llegó una profunda batalla mental contra sus demonios y una decisión que estaba ya tomada: saltar a la categoría de -100 kilos. Sin embargo, en una temporada que estaba siendo de transición y que debía marcar el principio de su camino hacia París 2024, ha llegado la peor de las noticias.
En el último combate del año correspondiente al Masters de Jerusalén llegó el desastre. La rodilla del judoka español nacido en Tiflis, pero afincado en Brunete, dijo basta. Una grave lesión, rotura del ligamento cruzado anterior, le ha dejado postrado en una cama y le obliga a comenzar ahora una larga recuperación que le dejará con el año 2023 más que avanzado y con poco tiempo para pensar en los Juegos Olímpicos de París 2024.
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Quien fuera referencia de la delegación española y gran aspirante al oro en Tokio, tendrá las oportunidades justas para conseguir la clasificación y obtener así el ansiado billete hasta Francia. Es una cita marcada a fuego en su mente y en su corazón ya que el reto del oro olímpico, después de haber sido doble campeón del mundo y de lo sucedido en Japón, tiene ahora mayor relevancia si cabe. Sin embargo, tras un 2022 que ha sido realmente difícil, en el que ha tenido que superar una crisis mental tras el palo recibido en el Nippon Budokan de Tokio y la irregularidad de sus resultados, afronta ahora un 2023 que será todavía más complicado.
Un 2022 a contracorriente
El 28 de julio del año 2021, Niko Shera recibió uno de los mayores golpes de su vida. Con la mirada perdida, sin saber ni qué decir ni qué hacer y sin poder parar de llorar de rabia, de impotencia y de dolor. Ese día caía en los cuartos de final de los Juegos Olímpicos de Tokio y decía adiós a su gran sueño tras no tener suerte tampoco en la repesca. Los que le conocen aseguran que lo que vieron en sus ojos aquel día era inexplicable. Al igual que las sensaciones que había demostrado durante toda la competición, atenazado por los nervios y por una excesiva responsabilidad.
Una derrota que en su cabeza resonó una y mil veces como un fracaso del que no podía escapar. Habían sido muchos años de preparación, de lucha, de trabajo y de éxitos. Tantos que nadie dudaba que Niko era, no solo el mayor favorito al oro, sino la mayor garantía de medalla que tenía España en Japón. Sin embargo, de un plumazo, en un segundo, esa película de amor digna de Hollywood se convertía en una pesadilla y se rompía en mil pedazos con un tropiezo que nadie hubiera imaginado unos minutos antes.
Niko tenía claro que tras aquella participación su camino estaba en la categoría superior, la de -100 kilos. Era el dominador absoluto en -90 kilos, pero vivía un auténtico tormento para poder estar en el peso correcto. Debido a su altura, su envergadura y su musculatura tenía que llegar incluso a pasar hambre para no coger unos gramos de más que le dejaran fuera de combate antes de tiempo. Pensaba que el salto lo haría con el oro o, al menos, con una medalla olímpica en su fornido cuello.
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Sin embargo, aquellas caídas ante Mikhail Igolnikov y Bobonov le llevaron a cambiar de categoría falto de moral y de confianza y en mitad de una lucha mental de la que todavía no puede decir que haya salido vencedor. Estuvo meses sin pisar un tatami, atormentado por los recuerdos y sin ganas ni fuerzas para continuar.
Él sabía que el final de esa guerra ya solo estaría en París, una cita que ahora se le aleja tras esa grave lesión de rodilla. De número uno del planeta y estrella mundial a vivir un calvario mental para, meses después, terminar en la cama de un hospital con la pierna derecha vendada por completo y avistando una recuperación eterna en la que nadie puede garantizarle que volverá a ser el de antes.
A finales del mes de enero, el judoka español de origen georgiano hizo su estreno en su nuevo peso. El Gran Prix de Portugal se convirtió en el inicio de un camino que ahora se ha visto truncado por esa grave lesión. Una elección difícil, pero que ya estaba tomada hace mucho tiempo y que la pandemia se encargó de retrasar. Una nueva aventura donde ya no sería el más alto ni el más fuerte, pero que le permitiría desarrollar todo su potencial físico para volver a ser el coloso que fue cuando lideraba el ránking mundial de su categoría.
Su debut en tierras lusos no fue positivo y cayó derrotado a las primeras de cambio ante el mongol Khangai Obbaatar. Poco después pasó por el Grand Slam de París, donde cayó en segunda ronda frente al uzbeko Muzaffarbek Turoboyev. Derrotas que, eso sí, no minaron la moral del pupilo de Quino Ruiz, ya que tanto en su cabeza como en la de su equipo tenían la confianza de estar dando los pasos correctos para encontrar de nuevo el camino del éxito.
Tras los fiascos de Portugal y Francia llegó su primera gran alegría, la plata conseguida en el Grand Prix de Antalya, en Turquía. Su primera presea en -100 kilos y con victorias de mucho mérito como las conseguidas ante el azerí Elmar Gasimov y el serbio Aleksandar Kukolj. Dos triunfos de prestigio que le hicieron reencontrarse con una versión de sí mismo que parecía haberse esfumado.
En la final sucumbió ante el todopoderoso Jorge Fonseca, pero había descubierto la receta para acercarse a la ansiada luz. Fue así como, poco a poco, siguió dando pasos en su progresión hasta conseguir el pasado mes de mayo el que seguramente haya sido su mejor triunfo hasta el momento desde que salió completamente roto del Nippon Budokan. Se trata de la medalla de bronce del Campeonato de Europa de Sofía. Un éxito, el primero de relevancia a nivel continental, que volvió a ofrecerle la inyección de moral y confianza que tanto necesitaba.
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La segunda parte del año le ha traído al judoka español grandes éxitos, pero también alguna nueva decepción. Consiguió encadenar cuatro competiciones seguidas en el podio, destacando especialmente el bronce conseguido en el Grand Slam de Budapest. Sin embargo, su punto de mira estaba puesto en el mes de octubre en el Mundial de Tashkent, el primero en su nueva categoría. Al igual que sucedió en los JJOO de Tokio, el resultado no fue el esperado y la presión le ganó la batalla mental ante unas expectativas que volvían a estar muy altas. Se marchó para casa en octavos de final.
Pocos días después, Niko consiguió vengarse consiguiendo una gran y polémica plata en el Grand Slam de Abu Dhabi. El español, que volaba con paso firme hacia el oro, sufrió una extraña y sospechosa descalificación en la final que le terminó relegando a la segunda posición del podio. Una decisión que le hirió en su orgullo, pero que no empañó la realidad que ha demostrado este 2022 hasta que su rodilla le ha dicho basta: vuelve a estar entre los mejores, aunque no sea con la solvencia de antaño.
El reto de París 2024
En el deporte español, y especialmente en el sector olímpico, hay una confianza total en las posibilidades de Niko Shera. Lo sucedido en los Juegos de Tokio fue un golpe tan grande que ciertas personas que le conocen de cerca y que tienen acceso directo a su entorno aseguran que todavía no está subsanado del todo. Que le sigue rondando la cabeza. Y es que la oportunidad era tan grande que el primer dolido y el mayor desilusionado fue él mismo.
Ese ciclo que se abrió en forma de herida en Japón solo podrá cerrarse en forma de curación en los Juegos Olímpicos de París 2024. Eso sí, será momento de rebajar las pretensiones y lo que en su día fue un oro cantado tendrá que convertirse en una medalla peleada como todas las que se ha colgado en este 2022.
Sin embargo, Niko tiene ahora por delante otro reto mayor: volver de su lesión de rodilla. Hasta este momento, si algo le había acompañado era su imponente cuerpo, quien ahora le da la espalda y le deja solo en la batalla por regresar a lo más alto. Muchos meses por delante, como mínimo seis, hasta que Shera pueda regresar a su plenitud.
Todo ello con la clasificación para los Juegos Olímpicos de París metiendo prisa en el horizonte. El suyo recuerda y mucho al caso de otra leyenda del deporte español como es Carolina Marín. La volantista soñaba con el oro en Tokio y una grave lesión de rodilla, la misma a grandes rasgos que la de Niko, le introdujo en una espiral de resultados irregulares y de lucha mental constante contra sus fantasmas.
'Caro' pasó de no llegar al Mundial de Huelva de diciembre de 2021 a proclamarse Campeona de Europa en su regreso a las pistas para después terminar cerrando un 2022 decepcionante en lo deportivo, pero valioso en lo moral. La onubense no ha dejado que los malos resultados le quiten de su cabeza el verdadero objetivo: el oro olímpico en París. Ahora, Niko afronta un camino parecido, tortuoso, en el que tendrá que estar fuerte de piernas, pero también de conciencia, para cumplir con el reto de estar en Francia y de darse esa segunda oportunidad que todos esperan y que tanto merece.