El rescate de la nadadora estadounidense Anita Álvarez ha sido la imagen más buscada en las últimas horas. También ha sido la secuencia del miedo y de la preocupación tanto en el mundo del deporte como en los campeonatos de natación que se están llevando a cabo en Budapest.
La deportista de Estados Unidos cayó al agua fruto de lo que parecía ser un mareo. Sin embargo, estuvo a punto de ocurrir una desgracia porque Anita quedó inconsciente dentro de la piscina sin, lógicamente, poder respirar. Solo la actuación de la entrenadora española Andrea Fuentes evitó una situación trágica.
Andrea se lanzó al agua sin dudarlo, a pesar de estar vestida con una ropa, que mojada, pesaba muchísimo, para intentar salvar a Anita. Finalmente, consiguió lograr su propósito y todo quedó en un terrible susto. No obstante, Anita estuvo sin respirar cerca de dos minutos. El miedo todavía se puede escuchar en el polideportivo de Budapest donde se están llevando a cabo los campeonatos organizados por la FINA.
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Una de las cosas que más ha llamado la atención de Andrea, la heroína de la tarde-noche, y a todo el mundo, es la pasividad o la inactividad con la que los socorristas de la piscina se tomaron el momento. Nadie saltó para intentar salvar a Anita y solo acudieron a intentar ayudarla una vez la entrenadora española ya había iniciado las labores de salvamento.
Las críticas recibidas han sido muchas. Sin embargo, la polémica encierra una importante historia en su interior. La FINA, la Federación Internacional de Natación, ha querido salir en defensa de los socorristas asegurando que ellos solo estaban cumpliendo las normas y las reglas establecidas. Y que en caso de que la culpa tuviera que recaer sobre alguien o sobre algo, debería ser sobre ese reglamento que ahora se plantean cambiar.
Las explicaciones de la FINA
La FINA ha querido aclarar que son ellos quienes contratan a estos socorristas y que, hasta que no reciben una señal de los árbitros, no pueden lanzarse al agua para actuar. Así se explica que una providencial Andrea Fuentes fuera más rápida que ellos para evitar el desastre. Los segundos de diferencia pudieron ser cruciales para salvar la vida de Anita, que se debatía entre la vida y la muerta mientras estaba totalmente hundida en la piscina de Budapest, generando la alarma del mundo entero.
La estadounidense se desmayó al término de su ejercicio en la final de solo libre de natación artística. La propia Andrea, entrenadora de Anita, hizo señales a los salvavidas de la piscina para actuaran. Sin embargo, al comprobar que estos estaban "paralizados", decidió actuar ella misma. Como declaró posteriormente, ya había visto alguna situación similar y sabía que los segundos y las décimas valían su peso en oro. La vida de una de sus chicas estaba en juego y no lo dudó.
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"Según los reglamentos, estos socorristas solo pueden saltar a la piscina tras recibir una señal del cuerpo de árbitros", así lo ha confirmado el director del servicio de salud de los mundiales, Béla Merkely, en una nota oficial emitida por la FINA. Esta medida está así impuesta para que los salvavidas no interrumpan un ejercicio en una situación de una eventual lesión pasajera o de un malentendido con alguno de los gestos de los nadadores.
"Después de que la entrenadora se lanzara en la piscina, los socorristas, viendo la situación, ya no esperaron la señal de los jueces e intervinieron". Ahora, la FINA ha reconocido en su nota la posibilidad de estudiar una reforma de esa y otras normas que, además, ponen en juego la salud de los deportistas. Por suerte, Anita Álvarez fue sacada de la piscina y trasladada en camilla para la revisión por los médicos y ya se encuentra fuera de todo peligro.