La leyenda del snooker encontró un nuevo hito esta semana. Ronnie O'Sullivan ganó su séptimo Mundial en el Teatro Crucible de Sheffield para igualar el número de títulos que consiguió Stephen Hendry. Lo consigue siendo el más mayor en ganar la gran cita de este deporte a los 46 años. Además, su forma de pensar tan rápidos los movimientos le convierte en un jugador único. Todo esto se une a una vida de luces y sombras que le emparejó con esta modalidad.
'El Cohete' voló. Sólo flaqueó en la mañana del lunes, pero por la tarde parecía tener prisa por terminar ante las enchaquetadas leyendas del snooker con bolas perfectas. La víctima fue el también inglés Judd Trump, un perfeccionista que hace tiros imposibles. Ambos se entrenaron juntos un tiempo. Se conocen bien y saben que si O'Sullivan está inspirado es imparable.
Genial, díscolo, arrogante, extraordinario... pueden ser los adjetivos que definan la carrera de O'Sullivan, quien lleva 30 años en el circuito profesional. De hecho, es el único jugador que ha ganado el Campeonato del Mundo en tres décadas diferentes. Ronnie es el jugador con mejor currículum del circuito. Así lo atestiguan sus 39 torneos de ránking. Se convirtió en el jugador más joven en ganar el Campeonato del Reino Unido a la edad de 17 años. Ahora ya es el más grande.
'The Rocket'
Muchos pensaban que sus mejores momentos formaban parte del pasado y que su mente estaba puesta en negocios o en ser el comentarista del circuito profesional. Sin embargo, El Cohete ha dejado boquiabiertos a propios y extraños y el Campeonato del Mundo ha demostrado que el que tuvo retuvo. El snooker es un ajedrez en el tapete. A la habilidad en meter bola tras bola con una precisión fuera de lo normal se le une la inteligencia a la hora de jugar.
Como el rugby, el fútbol o el críquet, los inicios del snooker van ligados a las irrupciones coloniales del Imperio británico en el siglo XIX. De hecho, snooker era un apelativo para mofarse de los cadetes de la guarnición que se encontraban en el Raj, en la India, y que posteriormente se exportó a las islas británicas. La principal particularidad de este tipo de billar es la longitud de la mesa, tres metros y medio de largo por casi 1,80 de ancho.
El objetivo es alcanzar el mayor número de puntos embocando las bolas, 15 de color rojo que valen un punto y seis de color que tienen diferente puntuación. La mecánica del juego es que hay que meter una bola roja y después cualquiera de color. Cuando la bola de color entra, el árbitro la saca y la pone en el punto correspondiente sobre el tapete. La bola amarilla vale 2 puntos, la verde 3, la marrón 4, la azul 5, la rosa 6 y la negra 7 puntos. Los jugadores intentan combinar siempre que puedan con la bola negra porque es la que más vale. En cuanto no quedan bolas rojas, el orden para meter las bolas es de menor a mayor.
Y en todo eso, el más rápido es O'Sullivan. En cuanto ve clara la jugada es una máquina de meter bolas a más velocidad que nadie. De hecho, ha tenido algún rifirrafe con varios árbitros porque, según él, tardan mucho en sacar las bolas de color de la tronera. Recuerden que las bolas que no son rojas, se sacan y se ponen en el punto debido. Tarda 20 segundos con cada bola, utiliza 18 frames y tiene una capacidad para emplazar la bola blanca que roza lo sobrenatural.
Su infierno personal
Este inglés nacido en Wordsley era todo un prodigio desde muy temprana edad. Ganaba a todo el mundo que se ponía por delante aunque todavía no abarcaba todo el palo con el que se golpea a las bolas. Pero todo no fue un camino de rosas según iba creciendo y ganando fama. El billar fue para él la salida a problemas con el alcoholismo y varios episodios de depresión.
Fue en el año 2000 cuando había caído al punto más bajo de su vida. Venía de ganarlo todo con 17 años en su país, pero las drogas estaban apartándole de la vida deportiva. Entró en un programa de rehabilitación que terminó consiguiendo que, en 2001, levantara su primer campeonato del mundo. Ese fue el período en el que tuvo sus primeros grandes altibajos, aunque estuvo a punto de cambiarlo todo. Era consciente de lo que le pasaba.
"Creo que me di cuenta cuando perdí con Stephen Hendry en 1996. Tenía un gran sobrepeso. Comía y bebía muchísimo. Vi una foto mía y desperté, me di cuenta de que tenía que ponerme en forma. Me quitaron el carné de conducir, así que pasé tres meses yendo al gimnasio dos o tres veces al día, comiendo bien y poniéndome en forma. Gané cuatro de los cinco siguientes torneos... pero volví a beber e irme de fiesta de nuevo", reconoce en su documental el siete veces campeón del mundo.
Los deportistas necesitan en muchos casos abstraerse de la realidad y del bucle que supone su actividad. A O'Sullivan se le ocurrió que podría volver a casa para olvidarse de todo, pero, no podía estar parado en el sofá. Durante uno de los varios recesos que ha tenido en su vida, encontró la motivación en el voluntariado. Se metió, literalmente, hasta el barro para ponerse a cuidar cerdos en una granja cerca de su residencia habitual.
Los charcos de la granja no son los únicos en los que le gusta meterse a Ronnie. Tiene sus rencillas con algunos jugadores de snooker. Aunque aún tiene retos por delante en este deporte, se está haciendo una cara visible en Inglaterra por sus polémicas y sus críticas últimas han ido hacia Lewis Hamilton. No cree que sea uno de los grandes deportistas del país porque no cree que compita "en un lugar con nivel". También se pudo ver durante este último campeonato del mundo cuando se encaró con el árbitro.
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