El Monte Everest ha sido uno de los grandes protagonistas de la actualidad deportiva en los últimos meses. Como cada año, se ha convertido en uno de los grandes reclamos en la temporada de ascensiones y por ello no ha dejado de ser un hervidero de buenas y malas noticias durante semanas a pesar del ocultamiento y del secretismo que han intentado imponer las autoridades y las organizaciones.
Ahora, en estos primeros días del mes de junio, se ha puesto punto final a la temporada primaveral de ascensiones más complicada de la historia. Luchar contra la Covid-19 en la montaña más alta del mundo no ha sido ni mucho menos una tarea fácil, pero finalmente esa pesadilla ha quedado atrás, no sin haber generado un peligro tremendo, decenas de contagios y tras haber llevado el caos al techo del mundo.
Esta temporada de ascensiones pasará a la historia por la cantidad de complicaciones que se han vivido durante los últimos meses, desde que se detectaron los primeros positivos en los primeros campos base de la montaña. En ese momento comenzaron las cuarentenas, los miedos y las alarmas en situaciones y condiciones extremas, con frío, altitud, mal tiempo y en un lugar donde los síntomas del coronavirus se enmascaraban con mucha facilidad con el mal de altura.
El estrés y el caos eran tal porque nadie podía saber si estaba a salvo o no. La falta de medidas restrictivas eficaces dejó momentos muy críticos con expediciones paradas, colapsos en las laderas de la montaña, traslados en helicóptero hasta los hospitales de ciudades cercanas como Katmandú y la necesidad de evacuar en viajes de estado a muchos turistas y montañeros que estaban sufriendo con miedo las consecuencias del desastre generado.
Licencias y cumbres
Uno de los mayores problemas de esta temporada de ascensiones y que está estrechamente ligado a las pocas medidas restrictivas que ha habido ha sido superar, una vez más, el récord de licencias tramitadas para llegar hasta la cima más alta del mundo. En un año donde había muchas ganas de Everest tras la clausura del 2020 por la pandemia, se ha vuelto a superar el registro marcado en 2019 y se han tramitado un total de 408 licencias.
Estos son los últimos datos que se han dado a conocer con el motivo del cierre de la temporada el pasado 3 de junio. Todavía no son datos de las autoridades oficiales, pero sí de quienes han ido haciendo un seguimiento diario de la actualidad de la montaña como el experto Alan Arnette. De esta forma, se ha establecido un nuevo récord por encima de las 381 tramitadas hace dos años. Junto a estos datos destaca también el gran número de cumbres realizadas a pesar de las tremendas dificultades que ha registrado la montaña. Se han calculado un total de 534, de las cuales 195 han sido de expedicionarios y 339 de sherpas especializados.
Estas cifras sí han sido considerablemente bajas respecto a temporadas anteriores debido a las enormes complicaciones que ha habido durante toda la temporada de ascensiones. En el año 2019 fueron un total de 885, 664 de las cuales llegaron a través de la vertiente nepalí. Hay que destacar que este año, el lado chino cuya ascensión nace desde el Tíbet, ha estado cerrado.
La última cifra que se ha ofrecido ha sido la del fallecimiento de cuatro personas esta temporada en la montaña, siete menos que en el año 2019. Dos de ellos eran los alpinistas Abdul Waraich, de origen suizo, y el estadounidense Puwei Liu. Las otras dos víctimas fueron los sherpas Pemba Tashi Sherpa y Wong Dorchi Sherpa. Sin duda, la noticia más triste del curso junto con la terrible situación que se ha vivido en estos meses de caos absoluto en las peores condiciones. La mayoría de estas muertes se han producido en los descensos a causa del mal tiempo y del enorme peligro.
El problema del clima
Si la pandemia ha sido la principal señalada en el desastre que se ha producido durante la campaña de primavera de ascensiones al Everest, el clima tampoco ha puesto mucho de su parte, reduciendo al máximo la ventana disponible para atacar los ascensos y haciendo muy complicado el tránsito por la montaña e incluso permanecer en los campos base a mucha altitud para realizar labores de aclimatación a la altura.
Tanto es así que, con la esperanza de encontrar situaciones más benévolas, la temporada se ha alargado hasta el 3 de junio por primera vez en 15 años con la esperanza de que algunos pudieran alargar sus viajes y sus expediciones al margen e intentar así apurar sus opciones de hollar la cumbre.
Durante todo este tiempo, los alpinistas han tenido que lidiar contra dos ciclones, contra condiciones de frío bastante importantes y contra un viento que ha hecho de las dificultades y de los riesgos el día a día de los montañeros. Tanto es así que estas adversidades dieron el empujón definitivo a China para lanzarse a cerrar su vertiente de la montaña hace ya muchas semanas.
Aún así, y a pesar de todas las dificultades, la temporada de ascensiones ha conseguido llevarse a cabo en unos momentos realmente complicados y en una situación de estrés y ansiedad para muchas personas que tuvieron que reprimir sus ganas en el año 2020, cuando la Covid-19 dejó el cartel de cerrado durante todo el año en el Monte Everest, el techo del planeta con sus 8.848 metros.
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