El deporte portugués y en especial el balonmano sufrieron hace unos días uno de los mayores reveses de toda su historia. Fue la muerte de Alfredo Quintana, portero del Oporto y de la selección nacional lusa. El triste fallecimiento del meta se produjo además en unas circunstancias terribles.
Como todas las muertes que llegan sin avisar, se produjo en un momento terrible, justo después de destacar en el último mundial y a las puertas de conseguir un hito histórico en el deporte portugués, la primera participación en unos Juegos Olímpicos, algo que el balonmano luso no había conseguido nunca. Sin embargo, este sueño será algo que Alfredo Quintana no podrá vivir a pesar de que esta batalla la ha ganado él.
El vacío de Alfredo
El pasado 26 de febrero, viernes, Alfredo Quintana regala al mundo su último latido de un maltrecho corazón que unos días antes había decidido jugarle una pasada fatal. El guardameta se encontraba como cada lunes entrenando junto a sus compañeros cuando, de repente, cayó fulminado al suelo sin que nada ni nadie pudiera evitarlo. Sus colegas de equipo, alarmados, corrieron rápidamente para ver qué le había pasado a Alfredo.
La estampa con el portero en el suelo, inmóvil y sin reacción era horrible. Nadie dudaba que algo muy grave acababa de pasar, aunque seguramente ninguno podía imaginar en aquel momento que todo tendría un desenlace tan funesto. Quintana había sufrido una parada cardiorrespiratoria en pleno entrenamiento con los 'dragones' y había caído al suelo al segundo, derrumbado, sin tan siquiera poder mediar palabra ni entender qué le estaba sucediendo.
A pesar de las rápidas atenciones que recibió y de los cuidados que tuvo en el hospital de São João donde estuvo internado desde el momento de su accidente, no pudo superar este fatal trance del destino y tras permanecer unos días en la unidad de cuidados intensivos del centro médico, Alfredo Quintana se marchaba para siempre dejando un tremendo vacío, no solo en su equipo, si no también en el combinado nacional. Alfredo era muy querido por todos sus compañeros y se había convertido en un personaje muy reconocible en el deporte portugués.
Un hijo para Oporto
Alfredo Quintana consiguió, gracias a su carisma y a su personalidad arrolladora, convertirse en un personaje muy querido por todo el deporte y el pueblo de portugués. Sin embargo, ese cariño era todavía más especial en Oporto, donde se había convertido en todo un hijo de la ciudad pesar de venir de 7000 kilómetros más al oeste, ya que Alfredo nación en Cuba.
Este gran portero es originario de La Habana, del seno de una familia muy humilde de Cuba que le recibió en el año 1988 y que le ha acompañado hasta su triste fallecimiento 32 años después. Quintana peleó muy duro en su país para intentar abrirse un camino en el mundo del deporte y para poder labrarse un futuro que permitiera a su familia mejorar su condición. Lo intentó por todos los medios, pero llegó a la siempre complicada conclusión de tener que abandonar su tierra para intentar brillar y prosperar.
Con ese propósito dio el salto a Europa en lo que terminó siendo una aventura increíble para él. Esto sucedió en el año 2009, aunque no fue hasta 2011 cuando, después de dar varias vueltas, terminó llegando a Portugal para ocupar la portería del Oporto y comenzar su historia de amor con el país, la ciudad y el club de los 'dragones'. En la entidad lusa pasó más de una década defendiendo sus colores y dándolo todo por una camiseta que desde el primer segundo sintió como suya, como su propia piel.
Tan buena fue su acogida y el nivel mostrado en sus primeras temporadas que en el año 2014 terminó nacionalizándose portugués y siendo convocado con la selección de Portugal a pesar de no haber nacido en el país. Esto hecho provocó que su relación con el territorio se afianzase aún más y que se sintiera todavía más a gusto e integrado. En muy poco tiempo se convirtió en una de las grandes estrellas del combinado nacional y participó del resurgir del balonmano luso, que había pasado muchísimo tiempo siendo un deporte casi menor.
Quintana pudo liderar a una generación histórica que ha vuelto a poner al balonmano en la primera plana y que ha revitalizado una disciplina que estaba completamente muerta. De hecho, su primer gran campeonato con la selección lusa fue el Campeonato de Europa del año 2020. Y unos meses después, participó con el combinado nacional en el Campeonato del Mundo celebrado en Egipto en el que España se llevó la medalla de bronce. En ambas competencias, Portugal consiguió superar la primera fase.
Desgraciadamente, la carrera de Alfredo Quintana ha terminado muy pronto, a los 32 años, después de aquella fatídica mañana de lunes en la que sufrió la primera de sus paradas cardiorrespiratorias que le han terminado costando la vida. Aún así, en su palmarés y en el recuerdo quedarán para siempre sus seis ligas, la copa ganada en el año 2019 y las dos supercopas, así como sus participaciones internacionales con una selección en la que sumó 72 encuentros.
Unos JJOO con espíritu
A pesar de que Alfredo Quintana falleció el pasado 26 de febrero de este año víctima de una nueva parada cardiorrespiratoria que su corazón no pudo soportar, su vinculación al balonmano y sus hazañas deportivas no han quedado ahí, ya que el guardameta ha conseguido certificar el billete de la selección portuguesa para los Juegos Olímpicos de Tokio por primera vez en su historia.
Así lo confiesa el propio equipo nacional, quienes reconocen que ha sido el espíritu de Quintana quien les ha llevado a conseguir esta gesta histórica en el deporte luso, y es que nunca antes la selección de Portugal había participado en una cita olímpica. Además, este premio no ha llegado de cualquier forma, y es que se ha conseguido tras ganar a Francia en el último suspiro por un solo gol. De esta forma, Portugal obtenía el anhelado pase a través del Preolímpico gracias al empuje de Quintana, celebrando una hazaña de leyenda.
Nadie duda que este logro, una auténtica campanada lograda en Montpellier y que ha dejado a Croacia, actual subcampeona de Europa, sin juegos, ha sido posible gracias a la mística que le ha dado el fallecimiento de Alfredo a estas últimas semanas de la selección, las cuales han sido profundamente complicadas. El triunfo llegó tras una remontada de cuatro goles y con un tanto en el último suspiro después de una pérdida de balón de los franceses.
Sin embargo, no se terminó ahí la agonía lusa, ya que en el segundo final del encuentro, el jugador francés Valentin Porte ejecutó un lanzamiento contra la portería de Portugal que acabó en gol. No obstante, los árbitros no dieron validez al tanto que hubiera empatado la contienda al llegar fuera de tiempo.
La selección de Portugal había jugado con un brazalete con las letras AQ en honor a su malogrado portero y, tras la victoria, sacaron camisetas de Quintana para tenerle presente en un momento de felicidad en el que Alfredo debería haber sido pieza clave de no ser por aquel fatal suceso que comenzó en un entrenamiento con el Oporto. En Portugal ya se cuenta la leyenda de que Alfredo Quintana les metió en sus primeros Juegos Olímpicos después de haber dejado este mundo, al más puro estilo de el Cid Campeador, que ganó, tal y como cuentan algunas leyendas, su última batalla después de morir a lomos de su inseparable Babieca.
[Más información: Raúl Entrerríos, el mejor 'Hispano' de la historia: el récord de partidos con España y su legado]