El biatlón es un deporte poco conocido para el gran público. A pesar de ser practicado por millones de personas en el mundo y de ser olímpico, no se trata de uno de los deportes que reciba mayor calor mediático ni mayor protagonismo. Por ello, sorprende cuando el biatlón aparece en la primera plana mundial, rodeado de todos los focos y acaparando la atención de muchos medios. Cuando algo así sucede es porque algo muy importante ha ocurrido a su alrededor.
El biatlón es un deporte de invierno que combina el esquí de fondo y el tiro con carabina. Forma parte del programa olímpico desde 1960 y cuenta con sus propias copas del mundo, campeonatos europeos y hasta con una Copa Mundial. Sin embargo, también carga con un importante problema que ha sido el que le ha llevado a la primera línea de batalla. Y ese problema ha estado muy dentro durante muchos años, en la Unión Internacional de Biatlón, su comisión directiva.
Besseberg y Resch
El gran culpable de que el biatlón haya recibido toda esa atención mediática y todo ese calor de la prensa es Andeers Besseberg, una de las personas más importantes para este deporte en los últimos años y que ha manchado para siempre la imagen de esta disciplina, la cual será recordada durante mucho tiempo por sus malas artes.
Andeers Besseberg tendrá para siempre el dudoso de honor de ser considerado como uno de los peores presidentes de la Unión Internacional de todos los tiempos, si no el peor. Besseberg, que ocupó el cargo desde 1993 hasta 2018, pasará a la historia por haber creado un complejo y productivo sistema de corrupción con el que se ha enriquecido y del que se ha estado aprovechando durante más de 25 años.
El presidente de la Unión Internacional no ha estado solo, sino que siempre ha contado con el apoyo y la colaboración de la secretaria general del organismo, la alemana Nicole Resch.
Nicole se convirtió en su mano derecha y en la encargada de hacer las labores de supervisión de cada paso que daban para evitar ser descubiertos. Y así ha sido hasta que alguien ajeno a esta acción criminal ha tenido acceso a información privilegiada sobre sus operaciones.
Ambos están siendo protagonistas de una importante investigación sobre sistemas de corrupción en la que se considera que se han movido cantidades que ascienden a varios millones de euros, así como su culpabilidad en otros delitos de una índole gravísima.
La salida de la Unión Internacional de Andeers Besseberg, sustituido por Olle Dhalin al frente de la comisión directiva, ha provocado que sus escándalos salgan a la luz y que su sistema corrupto se derrumbe como un castillo de naipes, algo que va camino de ser su ruina política, económica y vital.
Escándalos de dopaje
El informe que se ha elaborado sobre la investigación que se ha hecho a la Unión Internacional de Biatlón ha concluido que no solo se han producido unas movilizaciones de dinero delictivas, sino que se han llevado de forma sistemática otra serie de escándalos que además afectan directamente al deporte, manchando aún más si era posible el buen nombre de este deporte.
A estos delitos económicos descubiertos se le unen una serie de conductas poco éticas cuyo objetivo común no era otro que tapar casos de dopaje, especialmente en el deporte ruso, quien se convirtió en el principal aliado de la organización que ha regido el biatlón en el mundo durante 25 años.
Estos deportistas rusos que habían sido descubiertos con sustancias dopajes compraban su supuesta inocencia y el silencio de los dirigentes de la comisión directiva para poder seguir compitiendo mientras se dopaban impunemente, adulterando la competición hasta límites difíciles de sospechar.
De esta forma, se ha conocido que la Andeers Besseberg, a la cabeza de la Unión Internacional de Biatlón, se ha aprovechado de esta situación para, no solo recibir grandes cantidades de dinero, sino para tener viajes gratis, asistir a importantes cacerías e incluso participar en fiestas con prostitutas, las cuales eran utilizadas para el disfrute de las personas que estaban al mando de todo este entramado propio de una mafia y que ahora amenaza con caer tras la investigación abierta.
Por estos motivos, el escándalo ha sido tan mayúsculo que el biatlón ha cogido una posición en el panel mediático que pocas veces ha conocido antes, especialmente en países que no son muy practicantes de esta modalidad.
La figura de Dahlin
La aparición de la figura de Olle Dahlin ha sido fundamental para el caso, ya que ha sido él quien se ha encargado de impulsar la potente investigación que se está llevando a cabo. Tras acceder a su cargo en el año 2018 tras la salida de Andeers Besseberg, se dio cuenta de que había una serie de hechos que no entendía cómo se habían producido y entonces decidió emprender este importante trabajo de limpieza de la Unión Internacional.
Además, Olle tenía un gran interés personal en que todo esto se aclarara antes de que pudiera relacionársele con ello, ya que, de haber demorado la situación, los sistemas de corrupción con los que se encontró a su llegada al poder le habrían convertido en cómplice.
Suya ha sido la decisión de iniciar esta investigación calificada ya como criminal y la cual ha sido encargada a una Comisión de Revisión Externa auspiciada por la nueva Unión Internacional de Biatlón. Esta comisión que ha intervenido de forma trascendental en el caso ya ha declarado que evidencias de corrupción sistemática y conducta poco ética durante al menos una década, por lo que las acusaciones hacia el pasado más reciente de la IBU serán muy importantes.
Este proceso lleva ya en curso durante más de dos años y la mayor preocupación que ha existido y que existe en estos momentos es estudiar la relación directa entre esos casos de corrupción, de viajes y de cacerías con los casos de dopaje en el biatlón ruso que se han pasado por alto y con los que se ha hecho la vista gorda.
La mayor preocupación ese hilo conductor entre la dirección de la IBU y la dirección del biatlón en Rusia, que podía proceder desde puntos políticos todavía más altos. En estos momentos ya hay cargos contra Besseberg y Resch, que lo han negado todo hasta ahora.
Sin embargo, la ocultación de delitos que habría encabezado el expresidente noruego habría ido incluso más lejos del propio deporte. En esta investigación, liderada por Jonathan Taylor, se apunta que el encubrimiento y la defensa de los intereses rusos por parte del expresidente de la IBU habría ido más allá de los límites racionales.
En este punto se asegura que Besseberg mantuvo en su cargo de primer vicepresidente de la IBU al máximo dirigente de la Unión de Biatlón de Rusia, a pesar de haber sido acusado de un delito grave que acabó con una condena a tres años de cárcel por conspirar para un asesinato. De esta forma, tanto Olle Dahlin como la Comisión de Revisión Externa creen que este escándalo y este oscuro episodio que ha machado al biatlón mundial no han tocado aún a su fin.
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