La imagen de Jesús España abrazado a su hijo, exhausto nada más cruzar la meta de la Maratón de Sevilla, se ha hecho viral en el atletismo español. En su debut en los 42,195 kilómetros, el corredor madrileño logró la mínima olímpica para competir en Río 2016. Como Javi Guerra, Carles Castillejo, Paula González, Estela Navascués y Alessandra Aguilar. Todos ellos heredan la ilusión de un hombre que sigue en la primera plana del tartán casi 17 años después de concluir octavo el maratón de los Mundiales que albergó la capital andaluza: Martín Fiz.
Mientras la actual generación de maratonianos españoles ratificaba un pleno histórico (seis de seis plazas olímpicas) en La Cartuja, el atleta vitoriano preparaba su enésima cruzada. Campeón europeo y mundial como profesional, cumplió sus anhelos de juventud a medias. Sí, disputó los Juegos, pero le faltó tocar medalla (cuarto en Atlanta '96 y sexto en Sídney '00).
Por eso, a sus 52 años Fiz mantiene la ilusión intacta en busca de que la historia salde su deuda con él. De otra forma, pero también gratificante: ser el primer ser humano en ganar las seis maratones más importantes del mundo. O lo que es lo mismo, imponerse entre los mayores de 50 años en Tokio (lo ha logrado este domingo con un tiempo de 2:28:29), Boston (18 de abril de 2016), Berlín (25 de septiembre de 2016), Londres (abril de 2017) y Chicago (octubre de 2017).
La Major restante, Nueva York, ya aparece en su palmarés desde el pasado 1 de noviembre. Tras cuatro intentos fallidos, a la quinta fue la vencida. “Todavía mantengo la mejor marca de un español en categoría élite en Nueva York, pero en esos años intenté ganar a los africanos y al resto del mundo y no lo logré. Lo de ahora no es lo mismo, pero la ilusión es igual”, reconoce Fiz a EL ESPAÑOL.
La “ducha de agua fría” neoyorkina alumbró la idea de su nueva aventura. Sabe de la dificultad de enlazar seis victorias de tanto prestigio en tan sólo dos años, pero le sobra motivación. “Puede estar a mi alcance. Mis articulaciones no se resisten en demasía y me permiten seguir corriendo a un nivel acorde a mi edad”, reconoce. Eso sí, “ahora lo importante es participar, no ganar”, como antaño.
El Messner del atletismo
Fiz no se habría enfrascado en el desafío de las seis Majors de haberle generado “obsesiones y ansiedades”. Corre porque no sabe “vivir de otra manera” y para ser “el embajador de los atletas populares”, pero el deporte ha pasado a un segundo término en su vida. “Ahora sólo entreno una vez al día. Antes hacía 200 kilómetros a la semana y ahora llego justo a los 100. Le doy mucha más cabida a los descansos”, confirma.
Aunque se sienta mayor como deportista, el vitoriano no lo es en el plano psicológico. Con la mentalidad de un niño que estrena zapatillas de correr, no para de recordar las gestas de otros pioneros, como lo quiere ser él. “Allí fue donde Kathrine Switzer se convirtió en la primera mujer en correr una maratón”, cuenta para explicar por qué desea vencer en Boston más que en ninguna otra prueba. “Mi reto asusta porque es como pedirle a Kilian Jornet que suba y baje el Everest haciendo un cierto tiempo”, apunta también.
Retoma el alpinismo para equipararse con el primer hombre en coronar la cima de las 14 montañas más altas del mundo: Reinhold Messner. Fiz cree que puede cumplir el papel del italiano en el mundo del running. Gracias al vitoriano, “mucha gente se pondrá piernas en el asfalto” en busca de la gesta que va a intentar culminar. También ha inspirado a viejos compañeros de batallas que, como revela el atleta, “han desenfundado las zapatillas para empezar a correr otra vez”.
Es ese factor emocional el que ha impulsado a Martín Fiz a lo largo de todos estos años. Se intuye cuando dice que tiene mucho ganado si afronta su nuevo desafío con “el mil por cien de ilusión y de motivación”. Le dan igual las marcas, su estado físico, el circuito que le toque afrontar o la meteorología. En carrera, se abstraerá para “encajar los últimos siete kilómetros (los más duros) lo más fresco posible y poder estar en la línea de meta de cada ciudad”. También fuera de competición, regresando a la “vida monástica” de sus años en la cumbre.
Aunque su empresa es de altura, Fiz hace hincapié en que “correr no es de cobardes”. Y, aun así, se siente “un atleta popular más”. Volver a la alta competición nunca estuvo en sus planes (“No soy como los toreros, que se cortan la coleta y luego vuelven”). Sí continuar llenando los espacios de su vida corriendo. “Todo el p… día”, como reza su estado de Whatsapp, para “activar las endorfinas de la felicidad” y “minimizar los problemas”. Y siempre con un nuevo estímulo en el horizonte.
Por eso, el maratoniano que triunfó en Helsinki y en Gotemburgo, en los Premios Princesa de Asturias y en la Real Orden del Mérito Deportivo, no cruzará su última meta en Chicago. “Subí el Aconcagua, hice la Quebrantahuesos en bicicleta, el Cruce de los Andes… Seguramente surgirán nuevas aventuras y sensaciones”, concluye optimista. Bienvenidas sean las “locuras compartidas” de los próximos desafíos de Martín Fiz. Siempre y cuando, como le dice su familia, “la aventura sea loca, pero no el aventurero”.