Raúl Chapado (4 de mayo de 1970, Ávila) pasó 18 años abducido por la atracción del tartán: fue campeón de España absoluto de triple salto en 15 ocasiones (9 al aire libre y seis en pista cubierta), plusmarquista durante 17 primaveras y olímpico en los Juegos de Sídney. Desde entonces, busca el cielo sin levantar en exceso los pies del suelo. Sabe lo que es caer desde lo más alto como Director de Deportes, Operaciones y Proyectos de la candidatura de Madrid 2016 y como Director general en la de Madrid 2020. Pero también ha aprendido a levantarse para seguir soñando con cambiar su deporte, tal como trata de hacer tras anunciar su intención de ser candidato a las elecciones de presidente de la Federación que se celebrarán el 26 de noviembre.
Al encuentro con EL ESPAÑOL acude todavía sorprendido. Ni esperaba tanta acogida entre los medios ni tanta llamada. Su programa, elaborado durante dos largos meses, bebe del raciocinio, pero se alimenta de sentimientos. “No quiero mezclar la alta gestión con el olimpismo; hay que separar el negocio del estilo. Son cosas totalmente diferentes: ¿Cuánto cuesta que un niño de Zimbabue se emocione al ver a su ídolo?”, explica nada más empezar, antes de darle un sorbo a su café solo, “vital a media mañana”.
Para quien no lo conozca. ¿Cómo se definiría?
Soy un apasionado del deporte y del trabajo. Aprendí que en esta vida no se trata de hacer un salto perfecto, sino de un esfuerzo perfecto. Me gusta trabajar en equipo y creo que más que gestionar personas, tenemos que gestionar emociones. Es más importante lo que se siente que lo que se gana. Es fácil criticar a un atleta tras la derrota, pero hay que meterse esa noche en la cama con él… En cualquier caso, prefiero que me definan las personas que están a mi alrededor.
¿Cuándo y por qué decide presentarse?
No quería hacerlo sin las ideas claras, así que estuve dos meses llevando a cabo una especie de programa electoral que se pudiera cumplir desde el primer día. Y cuando lo terminé, lo dejé 20 días en un cajón y lo volví a leer. Entonces, me pregunté: ¿Puedes hacer esto? Y la respuesta fue positiva. Por tanto, decidí presentarme.
¿Tiene miedo a que le corrompa el poder?
No, seguro que no. En esta vida me he dado cuenta de que lo más importante es ser humilde. Para mí es igual de importante la persona que tiene que coger el teléfono que quien está arriba. Otra cosa son las responsabilidades que cada uno asume, pero a nivel personal no hay problema.
Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, se presenta tras 27 años en el cargo de José María Odriozola y contra el presidente de la Federación gallega, Isidoro Hornillos, otro de los candidatos. Sin echar la vista atrás, pero con una frase de Sebastian Coe, presidente de la IAAF (Federación Internacional de Atletismo), grabada en la memoria: “No podemos cambiar el pasado, pero podemos trabajar para construir un futuro mejor”. ¿Cómo? Con referentes, como se encarga de recordar Raúl Chapado, que recurre a una frase de Edwin Moses –doble campeón olímpico en 400m vallas– para apoyar su tesis: “Cuando yo corría había 35 Bolt, ahora sólo hay uno”.
Además de ese problema, ¿qué medidas necesita llevar a cabo la Federación para enganchar a más gente al atletismo?
El atletismo ha perdido atracción para la gran masa social y eso habrá que cambiarlo. ¿Cómo? Tal y como han hecho otros deportes. Hay mucha gente corriendo en la calle, y eso también es atletismo. Por tanto, habrá que ir a por ellos para que se interesen. Luego, también habrá que ir a los colegios y promover el deporte ahí. Y por último, hemos perdido mucho hueco en los medios. Nos quejamos continuamente de que no nos dan espacio, pero lo que tenemos que hacer es atraerlos, vender un producto atractivo y que a ellos les venga bien.
Respecto al dopaje, ¿qué medidas llevaría a cabo la Federación con usted en la presidencia?
En este sentido, la AEPSAD (Agencia Española de protección de la salud en el deporte) es la que controla el dopaje y avisa en el caso de que un análisis sea positivo. Creo, por tanto, que la Federación tiene que ser lo más aséptica posible y colaborar con todos los organismos desde la prevención, sin interpretar si el sistema es malo o bueno, y siempre atendiendo a lo que dice la ley. Y ante cualquier positivo, que se cumplan las reglas.
Y en cuanto al tema de las sanciones, soy partidario de endurecerlas. No sé cuántos años, pero hay que hacerlo. Para mí, las sanciones tienen que ser disuasorias. El atleta debe saber que si da positivo se puede cargar toda su carrera. Creo que ahora estamos en un buen momento porque están saliendo todos los casos. Lo peor es cuando el sistema de dopaje funciona y nadie se entera. Dicho esto, la lucha no va a mejorar por hacer más análisis, sino porque éstos sean más efectivos.
La conversación sobre dopaje, fluida y sincera, lleva directamente a Marta Domínguez, la atleta en mayúsculas del atletismo español durante mucho tiempo. A ella la conoció Raúl Chapado cuando tenía 14 años, sin eludir las preguntas ni esconder que se alegró con sus victorias. “¿Quién en España no lo hizo?”, pregunta retóricamente. Para sentenciar: “Prefiero dejar las emociones fuera en este aspecto. No tengo argumentos para cuestionar lo que dice el TAS y, por tanto, si tiene que cumplir una sanción, pues la tendrá que acatar. Dicho esto, entiendo que todo el mundo comete errores en la vida”, concluye.
Siguiendo con el programa. ¿Qué propondría usted para regular las nacionalizaciones?
Estoy en contra de las nacionalizaciones exprés y de la compra de atletas. A partir de ahí, es un derecho natural. Muchos deportistas han nacido y crecido aquí, y no se puede poner un límite al respecto. Pero igual habría que instaurar un sistema, como que alguien que ya haya competido con un país no pueda hacerlo con otro. En cualquier caso, es un tema complejo y hay que estudiarlo.
Y en lo económico. ¿Los resultados dependen de los presupuestos o es al contrario?
Va en paralelo. Nosotros podemos tener los mejores sistemas de desarrollo, pero sin dinero no puedes implementar nada. Está claro que hay que buscar financiación. Igual ya no vale con buscar un patrocinio y ofrecerle que su marca aparezca en la camiseta. Hay que estudiar los métodos con los que podemos llegar a más gente. Pero no es fácil. Dentro del deporte somos muchos los que nos repartimos la tarta y por eso habrá que vender un producto atractivo, mejorar la comunicación… Y luego fijarnos en lo que hacen en otros países. Por ejemplo, el triatlón en Estados Unidos hace algunas cosas muy interesantes para la captación. Pues habrá que copiarlo.
Tras quitarse las argollas del programa, de la parte seria. ‘Chapeatus’, como lo llamaba su profesor de latín en el colegio, se quita el caparazón de atleta que construyó entre saltos y entrenamientos con temperaturas bajo cero, para postularse como el de siempre: ese chico que salió de Ávila caminando por el tartán y mantuvo su récord en triple salto hasta que su hijo pequeño lo llamó para confesarle que Pablo Torrijos lo había superado “por mucho”. Quizás la única certeza de que nada es para siempre. Ni siquiera aquella Coca-Cola cherry que buscó durante largo tiempo en los supermercados o su fama de ligón, esa que él se quita de encima con un modesto: “No se me daba mal, pero tampoco…”, mientras sonríe y habla de las hazañas de Jonathan Edwards, Sebastian Coe o Carl Lewis, el tipo que tiene la culpa de que se enganchara al atletismo.
A falta de los Juegos de Río, ¿qué balance hace de la gestión de la gestión de José María Odriozola?
No quiero entrar en valoraciones, pero el balance general es bueno. Por ejemplo, tenemos un gran nivel organizativo. Pero por encima de todo, creo que todo lo que ha hecho por este deporte ha sido con pasión. Lo ama y así lo ha dejado ver. Pero creo que es el momento de cambiar algunas cosas.
¿Se atreve con una crítica constructiva a su gestión?
Bueno, quizás en determinados momentos no ha manejado bien sus mensajes de comunicación…
Ya para acabar. ¿A qué sabe una derrota?
En principio duele y después te ayuda a aprender.
¿Y una victoria?
En un primer momento marea, pero siempre sabe a gloria. El problema es que si no la sabes gestionar te desviará del camino.