En un mundo dominado por lo políticamente correcto y la búsqueda de la seguridad absoluta en todos los ámbitos de la vida, la Fórmula 1 ha puesto este fin de semana su foto junto a la definición del término exageración tras sucumbir a la paranoia de la fiebre de un paternalismo extremo que destruye el propio concepto de la competición al máximo nivel.
La lluvia es un elemento que ha caracterizado el mundo de las carreras automovilistas aportando un extra al espectáculo que ha regalado muchos de los momentos más memorables de la historia de la máxima competición del motor. Pero en la sociedad moderna parece que rodar por las calles de Mónaco es un pecado mortal, olvidando los grandes momentos que el líquido elemento ha regalado precisamente a este Gran Premio.
El exceso de precaución demostrado por Charlie Whiting arrebató a los aficionados un arranque de carrera que hubiera disparado las audiencias que tanto necesita la Fórmula 1. Las cámaras de televisión sólo enfocaban al coche de seguridad liderando el grupo de pilotos que protestaban vía radio la falta de acción por quienes adoran y viven la competición extrema. Tras ello, el accidente de Palmer volvió a paralizar la carrera provocando la activación del coche de seguridad virtual, con lo que en las primeras diez vueltas los monoplazas solo habían competido durante poco más de minuto y medio.
La lluvia asustó al comienzo
La lluvia cambió los planes de Red Bull y la carrera de muchos, caso de Renault, que se quedaron sin alerones delanteros tras los sendos accidentes de sus monoplazas que arrancaron los apéndices delanteros de sus monoplazas. Una pista mojada siempre proporciona un espectáculo sin igual y una larga lista de víctimas consecuencia de una falta de control de los monoplazas sobre el agua, algo que marca en muchas ocasiones el nivel de la sensibilidad de las manos entre los pilotos.
Renault perdió a sus dos monoplazas regalando al Principado dos ejemplares de sus alerones delanteros en sendos accidentes. El submarino llamado Daniil Kvyat volvió a disparar su torpedo loco en un intento de adelantamiento imposible en la mítica curva de Rascasse al tratar de hacer un interior que no tenía ningún futuro, pensando que la jugada que funcionó con Vettel tendría el mismo resultado sobre una curva sin espacio y húmeda.
A pesar del pánico de la FIA por el agua, está demostrando que cuando la pista pierde su condición óptima, los espectadores comienzan a disfrutar en una de las eras en la que la Fórmula 1 más alejada está de sus seguidores.
En cuanto los pilotos tuvieron la libertad de exprimirse a fondo en la pista, se asistió al acoso incesante de Lewis Hamilton sobre su compañero, mientras Kimi Raikkonen se mostraba incapaz de controlar su Ferrari en la curva más lenta del mundial, que se recorre a la misma velocidad de un viandante un domingo cualquiera, terminando con su alerón bajo el morro, obstaculizando a sus seguidores y provocando un mini-caos que finalizó con la retirada del finlandés.
Cuando el cielo se pone caprichoso, el enorme esfuerzo de toda esta ingente maquinaria parte de cero y todo puede cambiar por un incidente aislado en la cola del grupo que provoque la salida de un coche de seguridad, o que un caprichoso chaparrón cambie por completo los planes de un equipo. A partir de la vuelta 15, Alonso siguió la estrategia de Vettel anticipando el cambio de neumáticos, pasando a los intermedios mientras Ricciardo marcaba vueltas rápidas con sus gomas de lluvia extrema. El resto de pilotos iniciaban el baile de paradas en boxes mientras la cabeza de carrera permanecía impertérrita.
Red Bull 'quitó' las opciones de Ricciardo
En cabeza la batalla no concluía y Hamilton pasaba a un Nico Rosberg con problemas, pero por delante Red Bull mantenía un ritmo endiablado obteniendo una ventaja de 42 segundos sobre Sebastián Vettel que con sus intermedios era incapaz de adelantar a Felipe Massa provocando un atasco que sufrían Hulkenberg y Alonso.
La lluvia provocó el caos en el box de Red Bull, uno de los mejores entrenados de toda la parrilla, que por un error de comunicación entre los ingenieros y los mecánicos desecharon las opciones de victoria construidas por Daniel Ricciardo, dejándole sin neumáticos de recambio en su parada en boxes, propiciando que Lewis Hamilton completará un adelantamiento que de otra forma hubiera sido del todo improbable.
Tras el desastre propiciado por el equipo, el australiano trató por todos los medios de superar a Hamilton, que por primera vez era líder consolidado en un Gran Premio esta temporada, estando a punto de adelantarlo en la vuelta 37 tras la chicane a la salida del túnel. El británico es perro viejo y supo cerrar la puerta provocando la rabia, y casi el accidente, del único piloto que quedaba en pista del equipo Red Bull tras el nuevo accidente de Max Verstappen. Hamilton consiguió en Mónaco la victoria número 44 de su carrera, la misma que su número preferido que lleva tatuado en su cuello.
Ferrari perdió el podio que pisó por tercera vez el mexicano Sergio Pérez con su Force India. El equipo italiano no para de trabajar y luchar por ser la alternativa, pero el proyecto dirigido por Arrivabene no funciona. A estas alturas es complicado creer que puedan igualar los resultados del año pasado y en el futuro próximo los rivales serán aún más fuertes.
Mejora de McLaren con Alonso quinto
Fernando Alonso, por su parte, acabó quinto, consiguiendo un nuevo milagro para un equipo, McLaren, que sí ha estado entre Mercedes y Red Bull en la pista monegasca como habían anticipado esta semana. El problema es que el momento en el que las cámaras enfocaban al McLaren del español ente los monoplazas a batir este año era sólo consecuencia del doblaje que estaba sufriendo y no de las prestaciones del chasis que vendían como la última panacea del paddock.
Carlos Sainz ha vuelto a hacer los deberes con nota, es más, con matrícula de honor tras volver a colocar su Toro Rosso, con motor Ferrari de 2015 sin evolucionar, entre los diez primeros en la dificilísima pista del Principado sin cometer los errores de su compañero de equipo Kvyat ni de su ex Verstappen, demostrando su solvencia y subiendo un escalón más en la valoración que los equipos grandes que siguen al madrileño poseen de el.
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