Maverick Viñales está pasando por uno de los peores momentos que ha vivido jamás como piloto, al menos en el aspecto puramente deportivo. En un año en el que empezó ganando la primera carrera del campeonato, lo que permitía pensar en él como uno de los aspirantes al segundo título sin Marc Márquez, todo se ha visto enturbiado por un duro enfrentamiento con Yamaha que ha estallado ahora, pero que venía fraguándose desde hacía mucho tiempo.
El propio Viñales ha reconocido recientemente que lleva manteniendo enfrentamientos con cierta parte de su garaje desde las últimas tres temporadas. No obstante, había decidido callar hasta ahora con la esperanza de que esos problemas se solucionaran, pero no ha sido así y está dispuesto a comenzar una guerra que no tiene pinta de que vaya a tener un buen final.
Alemania, el detonante
A pesar de que esta guerra viene gestándose durante los últimos tres años, lo que no se había producido nunca es un estallido de tales proporciones como el que se vivió el pasado fin de semana en el circuito de Sachsenring, en Alemania, donde Viñales tuvo una de sus peores carreras en su trayectoria profesional, rodando último y a años luz de los hombres de cabeza, los cuales son su objetivo.
La desesperación y la amargura fue tal para el piloto español que incluso se le pasó por la cabeza haber entrado a boxes para poner fin al calvario que estaba viviendo. Impotente, no podía evitar estallar tras el Gran Premiocargando contra su propio equipo como pocas veces se ha visto a un piloto. Maverick pide cambios y los pide abierta y públicamente en una guerra sin cuartel.
Tras lanzar varios comentarios contra la empresa japonesa, quien le paga y le da un lugar en el campeonato del mundo de MotoGP, Viñales dejó una frase lapidaria que resumía muy bien su sentir: "Hay un problema claramente en mi parte del box, es un desastre, una vergüenza". Una reflexión que retrata lo que está viviendo el de Figueres, muy dolido con el trato que le está dando la que ha considerado su casa después de tantos años defendiendo los colores de la marca de los diapasones. Sin embargo, el buen rollo se ha acabado por ambas partes.
Guerra con Yamaha
Las palabras y las ideas que tiene Maverick Viñales en su cabeza son bastante fuertes, pero lo cierto es que entre el piloto y su propia escudería se ha abierto una guerra tremenda que amenaza con terminar en un divorcio doloroso, especialmente para un Viñales que de salir de Yamaha tendría muy difícil recalar en una marca puntera con Honda, Suzuki y Ducati bien cubiertas y con KTM descubriendo el ecosistema que les está llevando a las primeras posiciones.
Aún así, Maverick no quiso morderse la lengua y volvió a apuntar hacia el equipo cuándo fue preguntado por el motivo de tantos problemas vividos en Alemania. A pesar de que ahora en Assen está recuperando las buenas sensaciones con dos liderazgos en las sesiones de libres, el catalán no tiene duda de dónde está el problema en su relación con Yamaha.
En el circuito germano intentó contenerse para no señalar a nadie directamente, pero sabía perfectamente dónde estaba localizado el foco de dolor para él y por eso exigía al equipo que debían salir a dar la cara y a dar explicaciones tras lo que consideraba una humillación constante en Sachsenring.
El trazado alemán fue el teatro donde estrenó la última tragedia de una serie de dolorosos episodios que tienen a Viñales un tanto atado tanto a nivel físico como a nivel mental, sin capacidad de reaccionar de forma convincente, a pesar de que su puesta en escena en Assen ha sido impactante.
Por si esto fuera poco, el catalán apuntó directamente a su equipo cuando indicó que lleva reportando los problemas que sufre con la moto, especialmente con los neumáticos, a la casa japonesa durante más de tres años, pero que nadie le hace caso para intentar solucionarlo, lo que hace que el conflicto se agrave día a día. Tras tres años de largas y silencios donde todo se ha ido cociendo a fuego lento, ha explotado la bomba y todo ha saltado por los aires.
Lejos de los mejores
La realidad que vive en estos Maverick Viñales es bastante complicada. Por un lado, se encuentran sus quejas sobre la montura con la que tiene que lidiar carrera tras carrera y con la que no se encuentra nada cómodo, lo que le hace hundirse en la clasificación sin opción de pelear por grandes conquistas. Y por otro está el éxito de su compañero de equipo Fabio Quartararo, quien marca el ritmo desde el otro lado del garaje.
La principal queja de Maverick es que no tiene algo que todos los grandes pilotos demandan cuando llegan a una de las escuderías punteras, una máquina a su medida para poder pelear por el título. Viñales lleva muchos meses exigiéndole a la marca de los diapasones poder configurar una YZR-M1 a su gusto y en base a su pilotaje, algo que por el momento parecen no darle, ya que se tiene que conformar con pilotar una moto que en su esencia está diseñada para el estilo empleado por su compañero Quartararo.
Por ello, en el Gran Premio de Holanda ha decidido utilizar una moto con la misma configuración que la del 'diablo como respuesta desafiante a las largas dadas por el equipo en los últimos tiempos. A pesar de saber que no encaja con su estilo de frenada, de aceleración ni de paso por curva, los resultados de momento están siendo bastante positivos para él tras ser el piloto más rápido en las dos primeras sesiones, aunque habrá que esperar a la clasificación para sacar conclusiones más claras.
Por su parte, Quartararo ha decidido echar más leña al fuego afirmando que esa no es la solución para poner fin a los problemas. De momento, los resultados están del lado del francés que en estos momentos es líder del Mundial y máximo favorito a llevarse el título de MotoGP. Quartararo suma un total de 131 puntos en el campeonato después de haber vencido en tres carreras y de haber conseguido cinco podios.
En cambio, Maverick Viñales comenzó como un tiro el campeonato consiguiendo la primera victoria en el Gran Premio de Catar y siendo el primer líder del Mundial, racha que se cortó rápidamente cuando regresaron sus problemas con la Yamaha. En estos momentos se encuentra en sexta posición con tan solo 75 puntos, casi la mitad que su compañero de equipo y no ha conseguido volver a subirse el podio.
Dos quintos puestos han sido sus mejores resultados desde entonces. El último 0 en Alemania, donde terminó en 19ª posición fue la gota que colmó el vaso de su paciencia. Sin embargo, los mayores ataques que recibe Maverick apuntan hacia esta diferencia con su propio compañero, con quien en teoría comparte moto y que le saca una distancia bastante considerable.
Un año clave
Del caso de Maverick Viñales hay varios puntos que parecen no conectar entre sí. En Alemania reconoció llevar los tres últimos años con tiras y aflojas con la escudería debido a sus problemas para adaptarse a una moto que no considera idónea para su forma de pilotar. Sin embargo, el pasado curso cerró una importante renovación con los japoneses indicando que no había ninguna razón para salir de un equipo tan puntero.
De esta forma, en 2020, un año difícil para todos, renovó con la marca de los diapasones en un movimiento que ahora sorprende bastante. Aún así, estas conversaciones por su futuro podrían no tardar en volver a repetirse teniendo en cuenta su profundo descontento con su situación.
Este 2021 se presenta como un año clave para él porque tendrá que decidir si quiere sentarse en unos meses a hablar con Yamaha para estudiar una posible ampliación más allá de 2022, año en el que termina su contrato. Tal y como están las cosas, parece difícil que eso ocurra. Quizás ambas partes decidan darse un tiempo con la esperanza de que los resultados devuelvan las aguas a su cauce. O quizás tomen la drástica decisión de poner fin a su vinculación al término de la presente temporada para empezar una nueva aventura con caminos separados. Mientras tanto, las plazas importantes parecen estar bastante ocupadas.
Lo único claro hasta el momento es que el enfado de Maverick Viñales sigue in crescendo ya que siente que le han faltado el respeto y que ha sido tratado incluso como un piloto de pruebas en lugar de como un aspirante al título. Un calvario sin una salida clara en un año que debía ser de felicidad para Viñales por su reciente paternidad y de confirmación tras esa renovación con la casa japonesa, pero que podría marcar un antes y un después en su futuro si finalmente termina saliendo de la marca líder del campeonato.
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