"El lugar más seguro del mundo". Así definió Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), el denominado 'ciclo cerrado' que protegió los Juegos de Invierno de Pekín 2022 de los contagios por Covid. La Villa Olímpica fue una burbuja impenetrable para el virus, aunque eso conllevó que se perdiera todo el color que acompaña una cita tan especial.
Era el precio a pagar para sacar adelante los Juegos en un país, China, cuyo gobierno está entre los más restrictivos durante la pandemia. Durante casi un mes, plazo comprendido entre la llegada de los primeros atletas a la Villa y el final de la cita, todos los implicados en los JJOO tuvieron la misma experiencia: del aeropuerto a los hoteles y de los hoteles a las sedes. Nada de interactuar y, ni mucho menos, de conocer Pekín.
Ante la fuerte política china contra el Covid-19, el COI actuó igual para proteger sus JJOO. Los controles fueron exhaustivos y nadie podía entrar ni salir del circuito que comprendía los alojamientos de los atletas. Las únicas interacciones eran con personas provistas de acreditaciones específicas o de trajes EPI de protección.
Los números de la Covid en Pekín 2022 mejoran los de los otros Juegos que se celebraron hace apenas seis-siete meses y con un año de retraso, los de Tokio 2020. La tasa de infección en la cita celebrada en la capital china fue del 0,01% por el 0,08% que se registró en la capital nipona. De los 800 positivos que se registraron en verano (contando periodo de los Paralímpicos) a los 463 (260 entre atletas y empleados) entre enero y febrero.
Coincide en ambos casos, Tokio 2020 y Pekín 2022, que en los tres últimos días de su celebración solo se registró un caso positivo. Además, la mayoría de los casos se fueron registrando en los aeropuertos a la llegada a las ciudades organizadoras, por lo que durante la propia celebración de los Juegos las cifras fueron disminuyendo a buen nivel.
Para Bach es "un gran logro" lo conseguido en Pekín. Sacó pecho de ello: "La pandemia ha amenazado nuestras vidas y también ha amenazado la vida del movimiento olímpico. Puso dos Juegos en alto riesgo. Aprendimos en el movimiento olímpico que si estamos unidos, podemos ser extremadamente resistentes". Para los atletas y los empleados estuvo lejos de ser la experiencia que imaginaban para unos Juegos Olímpicos.
Casos dramáticos: Meylemans, Queralt...
Muchos han pasado por una odisea en el marco de Pekín 2022. Incluidos los voluntarios chinos, que pasaron semanas alejados de sus casas y con largas jornadas de trabajo. Los gastos, igualmente, se dispararon en ese 'ciclo cerrado'. Y para los atletas fue una dura experiencia psicológica que no todos pudieron soportar sin derrumbarse en algún momento. El trauma empezaba al aterrizar.
El caso más mediático fue el de la belga Kim Meylemans. La corredora de skeleton dio positivo a su llegada a China y fue enviada desde el aeropuerto a un centro de aislamiento en el que pasó encerrada un total de dos semanas. Durante su encierro se 'rompio' por dentro y lo hizo público desde su Instagram: "No estoy segura de poder manejar esto durante 14 días y cómo poder competir en los Juegos mientras estoy en aislamiento", relataba entre lágrimas en un vídeo. Su pesadilla terminó cuando le trasladaron por fin a la Villa, con la única explicación de que no lo hubieran hecho antes por un "error de comunicación".
La llegada fue dramática para muchos. El estadounidense Casey Dawson, que competía en patinaje de velocidad, tuvo que realizarse 45 PCR antes de poder viajar a China y llegó el mismo día que participaba en su prueba. Como una locura fue lo que vivió la española Queralt Castellet, plata en snowboard halfpipe, para poder viajar entre una maraña de PCR y un problema burocrático que le hizo perder un vuelo. A su llegada a Pekín, además, se conoció el positivo de su entrenador.
Unos Juegos sin color
Más de 72.000 pruebas PCR cada día y limitaciones para los atletas que les obligaban a repetir cada día el mismo trayecto: habitación-centro de entrenamiento-zona de restaurantes. Cada mañana era un vuelta a empezar el mismo proceso de un circuito cerrado que aburrió a la gran mayoría, aunque unos pocos encontraran su descanso en él.
Y por último había que sumar a todo eso la celebración de otros Juegos sin público. Como en Tokio, los pocos gritos de ánimo y aplausos que se escuchaban en las gradas de Pekín venían de los propios compañeros de equipo o de los voluntarios pluriempleados. Nada de fans, aunque en China se ampliaran los grupos de invitados. En Pekín 2022 no hubo Covid ni tampoco alegría.
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