La casualidad en el fútbol, como en tantos otros ámbitos de la vida, existe e incluso se puede repetir, pero no es eterna. Las cosas no suceden una y otra vez por casualidad. Hay un trabajo detrás que en muchas ocasiones no se ve pero que es decisivo para que esa casualidad para muchos suceda día si y día también.
No es casualidad que Sergio Ramos marque tantos goles de cabeza, como tampoco es casualidad que Messi haga siempre con éxito su tradicional jugada de regatear contrarios hasta llegar al borde del área, donde dispara pegado al palo. No es casualidad que el Madrid estuviera tantísimos partidos sin perder aunque algunos lo achacarán a la flor, como tampoco es casualidad que el Atlético lleve cuatro temporadas consecutivas en cuartos de final de Champions.
Y lo que es menos casualidad es que ese Atlético de Madrid haya vuelto a puntuar en el Bernabéu, es decir, a no perder en el estadio de su máximo rival, ese campo en el que se pasó 14 años sin ganar y ahora son ya cuatro las temporadas en las que no pierde en Liga. El revolcón de un derbi en el que todavía se ven aquellas pancartas de mofas al rival, lideradas todas ellas por una que siempre ha sido la que representaba todo: "Se busca rival digno para derbi decente".
Esa pancarta del extinto fondo sur tal y como se entiende ahora sirvió a los madridistas para reírse del rival atlético. Ahora la misma pancarta sirve a los colchoneros para reírse del rival merengue. Porque el Real Madrid no es que haya encontrado ya un rival digno, sino que ese rival le ha superado. Cuatro años consecutivos en los que el Atlético no pierde en el Bernabéu en Liga: tres victorias y un empate, el de este sábado (1-1).
Un hombre lo cambió todo
En los cuatro partidos hay un nexo común: Simeone. El técnico rojiblanco ha sacado petróleo de sus visitas al Bernabéu. Él ha sido la clave de las victorias. En todos los duelos ha sido el detonante del resultado final. Así como se equivocó en las dos finales de Champions, en los partidos ligueros como visitante ha sabido leer en todo momento cómo podía hacer daño al eterno rival.
Un 0-1 en septiembre de 2013 inauguró la nueva etapa, seguido de un 1-2 en el mismo mes de 2014 y un 0-1 en febrero de 2016, única derrota de Zidane en su estadio el pasado año. Y todo ello sin olvidar el 1-2, previo paso por prórroga, de la final de Copa del Rey de 2013.
El 1-1 de este sábado fue diferente en el guión del encuentro y en el resultado, pero igual en su tramo final. El empate supo a derrota en la casa blanca (así lo reconoció Zidane) y todo ello fue por la inteligencia de Simeone, al que se le oscureció su plan con el gol de Pepe (minuto 52), pero que supo reconducir sus ideas con los cambios. Vio que el Madrid se echaba atrás, que tenía más opciones de ataque y 15 minutos le bastaron para crear peligro y terminar marcando. Y si llega a durar cinco minutos más el partido, quizá hubiera hecho más daño.
La trampa de Simeone
Simeone adelantó líneas, acertó con el cambio de Correa (fue el argentino el que brindó el gol a Griezmann) e incluso también con el de Thomas, que dio un nuevo aire al encuentro en lugar de un Torres fallón en los minutos anteriores. Fue este el más determinante, ya que con Thomas los rojiblancos consiguieron el poder del centro del campo.
Sus movimientos, acertados, contrarrestaron con los de Zidane, que siguió con un 4-3-3, quitando a Kroos para sacar a Isco, y sin poblar más el centro del campo, dejando la BBC. Finalmente salió Lucas por Bale, pero era algo tarde.
Este derbi fue un ejemplo de que desde el banquillo también se pueden cambiar los encuentros. Al final, los análisis se hacen con ventajismo, conociendo el resultado, porque si Griezmann hubiera tirado fuera su balón, ¿estaríamos hablando de la victoria de Simeone? Pero eso también es parte del fútbol.
En la trampa de Simeone ha caído ya dos veces Zidane pero también cayó otras dos Ancelotti. Cuatro derbis ligueros consecutivos en el Bernabéu en los que el argentino se 'come' a su rival de banquillo. Por eso sorprende que después el Cholo no rinda en Europa ante el Madrid, ni a doble eliminatoria (2015) ni a un partido (2014 y 2016). La conclusión podría ser que siempre que fue al Bernabéu en Liga lo hizo sin presión: en 2013 y 2014 era el inicio del torneo, en 2016 no tenía opciones por el título y en este 2017 igual.
Eso sí, había mucho más que tres puntos en juego: la opción de quitar la Liga al Madrid. En algo contribuyó, ya que le rascó dos puntos y deja dudas en el eterno rival. La celebración de Simeone al final del partido indica perfectamente que pensaba en el más allá. Un punto en el Bernabéu se celebra, pero uno que hace daño al Madrid se festeja más todavía.