La foto que encabeza este texto ha dado la vuelta al Reino Unido: el capitán del United, el máximo goleador de la historia de la selección, convertido en 'recogepelotas' (como inmediatamente satirizó la prensa británica) para abastecer a los compañeros que calentaban antes del encuentro contra el Leicester.
Wayne Rooney fue suplente en su casa (jugó ocho minutos, con el partido resuelto) y su equipo ganó 4-1. Se veía venir después de haber quedado fuera de la convocatoria en la Europa League y del discurso del técnico durante la semana. "Wayne es mi capitán", había dicho Mourinho el viernes, "pero en el fútbol son todos iguales, y si tiene que ir al banquillo irá al banquillo. Y si tiene que quedarse en casa, se quedará en casa [...] Pero eso no significa que no crea en él o que tenga un problema, en absoluto. No tenemos problemas".
A sus 30 años, el capitán de la selección inglesa es objeto de críticas feroces por sus últimos partidos con el equipo nacional y un tibio inicio de temporada con su club: fue titular en los primeros cinco partidos, con un gol anotado, y su rendimiento fue bajando hasta exasperar a su afición en el encuentro contra el Watford de la semana pasada (derrota por 3-1).
La rivalidad con el City
Sexto en Liga (a seis puntos del Manchester City) y con un aterrizaje bastante menos suave de lo previsto en el equipo (por los grises resultados y la derrota liguera contra el líder), el margen de error es ya estrecho para Mourinho semanas antes del segundo choque de la campaña contra el City de Guardiola, su antípoda futbolística, una rivalidad vecinal y casi ideológica que marcará la temporada europea y cuyo perdedor sufrirá una doble derrota.
Necesitado de consenso sobre su figura, la relegación de Rooney es un gesto de autoridad por parte del técnico portugués, acostumbrado ya a mantener pulsos con figuras sagradas de clubes 'grandes' a los que ha entrenado (Casillas, por supuesto, en el Madrid, pero también Terry o Mutu en sus dos etapas en el Chelsea).
La prensa británica, dura con el delantero tras el habitual fracaso de la selección inglesa en la última Eurocopa, especula ya con la venta del capitán del United el próximo verano, a los 31 años, probablemente la última oportunidad de su club para sacar dinero por él. Todo ello a pesar de la intención confesada del jugador de terminar su carrera en Manchester. (Los mismos medios aseguran que la dirección técnica del club considera a Gareth Bale el futbolista favorito para reemplazar a su capitán).
Suplencia sin justificar
Suplente sin estar lesionado ni sancionado, "jugador igual que los demás", Rooney no ha sido (al menos aún) maltratado por un entrenador que llegó a Old Trafford advirtiendo que no quería ni ver a Schweinsteiger, abrió la puerta a casi todos los canteranos bendecidos por Van Gaal (Andreas Pereira, Timothy Fosu-Mensah, Tyler Blackett, Paddy McNair, James Weir, Joe Riley o Cameron Borthwick-Jackson) y ha criticado en público a varios jugadores. La escasísima participación de otra 'vaca sagrada' del club, Michael Carrick, que rechazó en verano varias ofertas buenas de la Premier, también despierta recelo en Manchester.
'Mou' pudo haber justificado las suplencias de su capitán (primero en Europa League, después en la Premier) en el discurso de las rotaciones o el descanso de un hombre que había jugado prácticamente completos los seis partidos anteriores. Eligió despojarle de su carácter 'sagrado': dejó claro que su presencia no es innegociable ("no viene porque tengo muchas soluciones en la plantilla", dijo al excluirle de la lista contra el Feyenoord). Que es un jugador como los demás. Tras el partido, fortalecido por la victoria, el luso añadió: "Confío en él completamente. Rooney está feliz, al igual que yo, porque ganamos el partido. Eso es lo importante".