El Mundial de Qatar está dando mucho de qué hablar por cuestiones que poco tienen que ver con el fútbol. Las dudas que genera el país organizador han conseguido eclipsar en buena medida el deporte. En los últimos días se ha hablado más del respeto a los Derechos Humanos, de las libertades de las mujeres y del colectivo LGTBI y de la esclavitud de los trabajadores inmigrantes que de goles, paradas y espectáculo.
Para colmo, la labor de la FIFA tampoco está siendo la correcta y es que en lugar de intentar que se dispute el mejor Mundial de la historia se ha dedicado más a perseguir a periodistas y a jugadores por sospechas de apoyo a la corriente 'One Love'. Un despropósito que está consiguiendo convertir a la Copa del Mundo de Qatar en lo que se esperaba, el torneo de la vergüenza.
Además de todo eso, existe una circunstancia que tiene muy preocupado al estado qatarí y a la familia real con su Emir Tamim bin Hamad Al Thani a la cabeza: la pobre imagen que ha dejado su equipo. El objetivo marcado para la selección era, al menos, estar en los octavos de final. Sin embargo, este viernes se la jugarán ante Senegal con serias aspiraciones de quedar eliminados. Podría darse la circunstancia de que Qatar, después tantos millones invertidos, podría convertirse en el primer equipo que se marcha para casa... estando en ya en su propia casa.
Una preparación sin precedentes
El 2 de diciembre del año 2010, Qatar fue elegida por la FIFA como sede organizadora de la Copa del Mundo del año 2022. Ese mismo día se anunciaba también que Rusia disfrutaría de ese honor cuatro años antes tomando el relevo de Brasil. En aquella pelea junto al estado árabe estuvieron también Australia, Estados Unidos, Corea del Sur y Japón. Sin embargo, el veredicto, polémica de sobornos y corrupción incluida, fue el que ahora ya todos conocen.
Unos años antes, y como parte también del proyecto de expansión deportiva y futbolística de Qatar, se creó la Aspire Academy. Concretamente en el 2004. Este fue el gran proyecto del gobierno del emir Tamim bin Hamad Al Thani para convertir al país en una potencia del universo del balompié. Como si supieran que en el futuro iba a tocarles la lotería con la organización de un Mundial, se pusieron manos a la obra para intentar cimentar el camino a golpe de 'petrodólares'.
Desde entonces, han pasado 18 años en los que la Aspire Academy ha ido creciendo a golpe de inyección financiera con el objetivo de llegar a la cita de 2022 con el mejor equipo posible para dar la sorpresa y estar, al menos, entre las 16 mejores selecciones del mundo. Daba la casualidad precisamente de que este sería el primer Mundial de fútbol que disputarían. Y a la vez teniendo el privilegio y la responsabilidad de ser los máximos responsables estando al frente de la organización.
Con el paso de los años, la Aspire Academy se ha convertido en el mayor centro de rendimiento deportivo del mundo con unas instalaciones que son capaces de albergar de manera simultánea hasta 13 eventos de máximo nivel. Y los resultados empiezan a notarse. Hasta su fundación, Qatar no había disputado un Mundial y su mejor resultado como selección eran unos cuartos de final en la Copa de Asia del año 2000 disputada en Líbano. Menos de dos décadas después se han clasificado para su primera Copa del Mundo, en 2019 ganaron su primera Copa de Asia y han disputado una Copa América y una Copa Oro como invitados.
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Todos estos éxitos han sido conseguidos por un bloque de jugadores que cuentan en su gran mayoría con el sello de la Aspire Academy, desde sus estrellas Akram Afif y Almoez Ali hasta su seleccionador Félix Sánchez Bas, quien por cierto es español. Nuestro fútbol, el cual dominaba el mundo allá por 2010, cuando fueron elegidos como sede oficial del Mundial, siempre ha sido protagonista de este centro. Por él han pasado con cargos importantes nombres como Roberto Olabe, Edorta Murua o Iván Bravo. Y por supuesto, cuenta con la impronta que dejó el paso de Xavi Hernández por el país.
Sin embargo, la creación y la potenciación de la Aspire Academy no es el único gran esfuerzo que ha llevado a cabo Qatar en materia futbolística. Ya con Félix Sánchez Bas al frente decidieron llevar un novedoso programa con el que intentar convertir a la selección en el mejor equipo posible. Iniciaron en el mes de junio una gran concentración de seis meses divida en tres grandes bloques para llegar con la mayor preparación posible. Una elección dura y arriesgada porque corrían el riesgo de saturar a los jugadores antes de la gran cita.
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Arrancaron a mitad de año e hicieron tres stages diferentes en Marbella, en Austria y después un nuevo regreso a Málaga. Aislados completamente de la prensa y de cualquiera que quisiera enterarse de algo relacionado con la preparación del Mundial. Ni siquiera en los lugares por los que pasaron se enteraron de que la expedición qatarí había estado allí. En su recta final hicieron una última concentración de casi un mes en la que disputaron partidos amistosos contra Canadá, Nicaragua, Guatemala, Albania o el Alcorcón. Todos a puerta cerrada.
Y todo para hacer una primera aparición ante Ecuador pésima con los ojos del mundo mirando. Mientras equipos de una condición más o menos similar como Arabia Saudí, Japón o Corea del Sur han dado la cara y han demostrado el crecimiento del fútbol asiático, Qatar no ha pasado de hacer ridículo ante el poderío de Enner Valencia y ahora llega bajo mínimos al duelo ante Senegal. Opciones de sobrevivir tiene, incluso con una nueva derrota, pero no ha demostrado nada que hagan confiar en la machada del anfitrión.
Un fracaso entre sospechas
Qatar, además de dar que hablar por esclavizar a sus trabajadores, por tapar las cifras de muertos que ha dejado la construcción de sus lujosos estadios (algunos reportes hablan de unas 6.500 víctimas) y por prohibir las manifestaciones en favor del colectivo LGTBI y del consumo de alcohol, también ha dado que hablar por sus tropelías en el campo.
Antes de su aparición en el partido inaugural en el que cayó ante Ecuador por 0-2, varios reportes informativos apuntaron que el estado qatarí había ofrecido sobornos a jugadores de la selección tricolor a cambio de dejarse perder. Por un lado querían aumentar sus opciones de estar en octavos y por otro querían redondear su fiesta dejando una imagen al mundo que impresionara después de su ceremonia de apertura. Y si para eso tenían que tirar de chequera no habría problema.
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El periodista local Amjad Taja informó horas antes del debut de que altos emisarios qataríes habían hecho un ofrecimiento a varios jugadores del equipo de Gustavo Alfaro para dejarse perder el partido. El modus operandi debía ser lo más creíble posible por lo que el resultado final sería de 1-0 y el gol debería llegar en el segundo tiempo. A cambio, ocho jugadores del combinado ecuatoriano recibirían un pago total de 7,4 millones de dólares a repartir.
Finalmente, Enner Valencia liquidó el partido a las primeras de cambio y no hubo lugar a ninguna artimaña más. Y eso que la actuación arbitral fue cuanto menos cuestionable y sospechosa. Sin embargo, el desastroso debut de Qatar y el ridículo realizado en el Al Bayt Stadium de Doha, más por la pésima imagen de equipo débil, sin físico ni calidad, que por el resultado, ha dejado más graves consecuencias que se acentuarían si se consuma una rápida eliminación del cuadro qatarí.
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Mientras las grandes competiciones del planeta han parado para que sus jugadores acudan a la Copa del Mundo, la Liga de Qatar acaba de arrancar. Una decisión que cuesta entender. Lógicamente, esta ha arrancado sin la mayoría de sus mejores futbolistas, ya que se encuentran disputando el Mundial con la selección.
Esta situación tan surrealista ha provocado que, por ejemplo, el mejor equipo del país, el Al Saad que entrena ahora el español Juanma Lillo y que antes dirigía Xavi Hernández, tenga que estar jugando con los jugadores de la cantera porque tiene hasta 13 futbolistas a las órdenes de Félix Sánchez Bas. Organizar una Copa del Mundo durante más de una década y concentrar a la selección durante seis meses para terminar haciendo lo que va camino de ser un ridículo salvo que pueda remediarse con una sorprendente resurrección ante Senegal en la segunda jornada del Grupo A.
Esta circunstancia supone además la demostración real de que a pesar de los esfuerzos, Qatar sigue sin ser un país que sepa tratar el fútbol como debe y así será muy difícil que se convierta en una liga que atraiga a grandes estrellas sin grandes sumas de dinero de por medio. Mientras Arabia Saudí intenta convencer a Cristiano Ronaldo a la par que demuestra de lo que es capaz ante un rival como Argentina, Qatar se hunde intentando agarrarse al salvavidas del partido contra Senegal.