La Copa del Mundo de Fútbol de Qatar 2022 solo ha tachado la primera hoja de su calendario, pero ya se le conoce como el Mundial de la vergüenza. Y no precisamente porque la pelota haya decepcionado, que lo ha hecho con una selección local de pobres argumentos deportivos que ha perdido ante la Ecuador de Enner Valencia.
Se podría decir que el balón ha sido lo de menos porque este Mundial ha llegado a su inauguración manchado de sangre, de corrupción y con los signos de la opresión y de la eliminación de los derechos y las libertades marcados a fuego en su costado. No en el de sus organizadores, miembros de una familia real acostumbrada a conseguir todo a golpe de petrodólares, si no en el de aquellos que han dado su vida por hacer realidad este sueño que ha indignado, tarde, al mundo.
Si este Mundial ha pasado a ser reconocido como el de la vergüenza, también quedará registrado como la meta de muchos boicots que ahora quieren hacerle sombra. Dinamarca, Inglaterra, Alemania o Francia son algunos de los países más enérgicos en esta lucha. Sin embargo, hay un país en la Copa del Mundo cuyos boicots no miran hacia la represión de Qatar, si no que miran hacia la suya propia. Se trata de Irán.
¿Se atreverá la selección de Irán a protestar contra su propio régimen, ese que pisotea los derechos y libertades de las mujeres y que asesina sin piedad a aquellos que se muestran contrarios a una dictadura mediante la palabra y la protesta pacífica? Es una de las cuestiones a resolver en el debut que realizará el equipo de Carlos Queiroz contra Inglaterra este lunes en la primera jornada del grupo B.
Todos contra el régimen
Irán, como estado, atraviesa uno de los momentos más difíciles de su historia reciente. La represión y la violencia se hacen visible en las calles siendo las mujeres las principales damnificadas. Así se han cumplido ya dos meses de continuas revueltas y de agresiones policiales. Como en todas las guerras, esta también tuvo su detonante. Fue el pasado 16 de septiembre. Aquel día murió a manos de las fuerzas de seguridad la joven iraní de 22 años Masha Amini.
Fue detenida por la Policía de la Moral de Irán (Gasht-e Ershad) a la salida de una estación de Metro en Teherán por no llevar el velo (hiyab) y ropa holgada cubriendo sus brazos como marca la ley. Sin embargo, poco después se conocería que había muerto víctima de la violencia policial. Palizas porra en mano y hasta una especie de atropello con un vehículo que fueron denunciados por su familia y por varias asociaciones en defensa de los derechos humanos. Una tropelía que sirvió para que miles de mujeres del país y de todo el mundo se echaran a las calles para protestar contra esa injusticia.
Aquellos hombres que también se atrevieron a plantar cara al horror establecido también decidieron salir a las calles. En total se calcula que han sido más de 100.000 los manifestantes. Las revueltas han dejado 1160 heridos y casi 470 personas muertas. Una auténtica masacre que se ha producido en mitad de la preparación de un Mundial de fútbol en el que muchos esperan que las protestas se hagan visibles.
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Un lugar de protesta habitual es la propia tumba de Masha Amini, hasta donde llegan cada día miles de personas para rendir tributo al símbolo de una lucha. Y desde allí ha nacido una petición de queja liderada por varios grupos de mujeres que querían llegar hasta la FIFA para impedir que Irán y su federación de fútbol, quien rinde pleitesía al gobierno como entidad dependiente que es, estuvieran en el Mundial en el que ahora debutan.
Desde que se produjo la muerte de Amini, el deporte se ha convertido en un lugar habitual de protesta. Los primeros en ponerse en contra de su propio régimen fueron precisamente los jugadores del equipo nacional. Lo hicieron el pasado 27 de septiembre, solo unos días después del brutal asesinato, en un partido contra Senegal. Decidieron saltar al campo con chaquetas negras sin ningún identificativo del país y tapando sus camisetas mientras sonaba el himno nacional.
Aunque ninguno de los jugadores se atrevió a decir cuál había sido el motivo de esta decisión, estaba más que claro que se trataba de su propia forma de protestar contra las injusticias que se estaban viviendo en sus calles. Quien había ido más lejos era el delantero y estrella del equipo Sardar Azmoun. El goleador que milita en el Bayer Leverkusen escribió un mensaje en sus redes sociales que dio qué hablar.
"Mi último castigo es ser expulsado de la selección nacional. Es un pequeño precio a pagar por un solo mechón de pelo de las mujeres iraníes. Qué vergüenza que maten fácilmente al pueblo. Vivan las mujeres de Irán. Vivan las mujeres iraníes". Estas fueron las palabras que tuvo que borrar poco después. Además, el propio Azmoun salió a decir que eliminó su mensaje por decisión propia y no porque nadie le hubiera obligado o presionado a hacerlo, y que quería pedir disculpas a sus compañeros ya que todos estaban unidos y centrados en el deporte.
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Azmoun fue amenazado con perder su sitio en la selección y hasta última hora se rumoreó con que podría perderse el Mundial. En aquel partido de la protesta salió, marcó un gol y no lo celebró. Ahora estar en Qatar y el mundo espera que pueda completar su obra tal y como piden las mujeres de su país.
El goleador del Leverkusen no ha sido la única persona relacionada con el fútbol iraní que ha tenido problemas. Ali Daei, máxima leyenda de la selección, fue detenido hace 15 días por participar en protestas contra el gobierno cerca de la tumba de Masha Amini. Antes ya se había prodigado en redes sociales duramente en contra de la opresión y la violencia desmedida del régimen.
Daei ha tenido siempre graves problemas por mostrar sus ideales, ya que hasta le fue retirado su pasaporte para dificultar sus viajes internacionales. Ahora había sido invitado por la Federación de Irán y por la FIFA a Qatar para seguir la andadura del equipo nacional en el Mundial, pero ha declinado la oferta. Otra señal de protesta del que también fuera seleccionador.
Los ataques contra el fútbol iraní para intentar torpedear la imagen del gobierno del país han sido constantes. De hecho, un grupo de unos 50 grandes deportistas realizaron un escrito oficial redactado por un bufete de abogados español, Ruiz-Huerta y Crespo, en el que pidieron de manera clara al organismo que preside Gianni Infantino la expulsión de la Federación Iraní de Fútbol (FFIRI) de la cita mundialista. Una carta que estaba encabezada por grandes deportistas femeninas del país, pero también por leyendas del fútbol nacional como Ali Karimi, Mehdi Mahdavikia, Mehrdad Pooladi y Behshad Yavarzadeh.
Su idea era hacer cada vez más visible la terrible situación que atraviesan y que han tenido que sufrir también deportistas como Elnaz Rekabi, quien se vio en el ojo del huracán después de competir en una prueba de escalada sin el tradicional hiyab.
El 'caso Carlos Queiroz'
La situación de la selección de Irán es tan inestable que se ha visto afectado incluso su entrenador, Carlos Queiroz, señalado en todo el mundo por trabajar a sueldo para la federación de un gobierno que no respeta los derechos humanos y que mata y tortura a su población para poder regirles bajo el yugo del miedo.
El que fuera entrenador del Real Madrid y asistente de 'Sir' Alex Ferguson en el Manchester United está en su segunda etapa como seleccionador de Irán. Su época inicial fue desde el año 2011 hasta el 2019. Ahora ha regresado este 2022 para afrontar el reto del Mundial. Sin embargo, la cita no ha empezado para él de la mejor manera.
Además de estar en el centro de todas las dianas porque se le había acusado de rendir pleitesía al gobierno a la hora de hacer la lista de seleccionados para la Copa del Mundo dejando fuera a jugadores que eran sospechosos de ser contrarios al régimen, ha vivido una última polémica antes del debut contra Inglaterra.
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Estando en rueda de prensa, un periodista de Sky Sports le preguntó que qué opinaba él de dirigir al equipo de un país que no respeta los derechos de las mujeres. El luso, que no sabía cómo salir del atolladero, soltó lo siguiente: "Habla con tu jefe y después del Mundial, si hay una buena oferta, te puedo responder".
Queiroz insinuó de manera arrogante que si le pagaban daría una respuesta. Ambos se enzarzaron en una discusión y el portugués pasó al ataque de nuevo: "Pregunta por la situación de los inmigrantes en Inglaterra". Antes de su asumir la realidad del país que le paga, atacó al Reino Unido y abandonó la sala quedando en evidencia ante el mundo.
Tan ridículas fueron sus formas que a punto ha estado de perder el cargo y es que ha conseguido poner de acuerdo a fanáticos y a detractores del régimen iraní. Los unos le quieren fuera porque no supo defender el nombre de Irán. Y los otros por no admitir que trabaja para un estado manchado de sangre. Las peticiones del cese han llegado desde dentro de Irán, pero también desde otros países del mundo creando una gran campaña que incluso ha sido calificada por la federación de acoso.
De momento, Queiroz ha conseguido salvar un duro golpe, aunque habrá que ver cómo es capaz de gestionar las posteriores ruedas de prensa que dé durante su participación en el Mundial. Especialmente la del postpartido contra Inglaterra. Y todo con la posibilidad de que sus jugadores finalmente se atrevan a ejercer una protesta pública.