La historia llegó a su fin. Muchos desistieron de la idea de poder ver a Kylian Mbappé vistiendo de blanco en el Santiago Bernabéu, tantos palos en el camino y más de un giro de guion inesperado quebrantaron la fe del más creyente, pero hubo una persona que siempre lo tuvo claro.
El protagonista de todo este cuento con final feliz para el Real Madrid se fijó una meta en su carrera deportiva y no paró hasta cumplirla. Su presentación en un estadio más lleno que el día de la puesta de largo de Cristiano Ronaldo hace quince años estuvo cargada de momentos emotivos, pero sobre todo de simbolismo.
Como si hubiera nacido en la capital, como si llevara mamando el madridismo desde que nació, Kylian Mbappé se ganó de nuevo la confianza de todos aquellos que dudaron de él después del revés de hace dos años. Su discurso inmaculado y su español casi perfecto le sirvieron para meterse a la afición en el bolsillo desde el primer día.
El francés se mostró como una persona humilde, dispuesta a adaptarse y a sacrificarse por el club de sus sueños. Dejó algún recado diciendo precisamente que "un sueño no se paga", y habló en innumerables ocasiones de aquel niño que desde muy pequeño anhelaba ser futbolista profesional con el escudo del Real Madrid pegado al pecho.
No quedó ni un solo detalle al azar, y su salida a la rueda de prensa posterior a la presentación fue la guinda al pastel. Su aparición con una maqueta del Santiago Bernabéu, aquella que le regaló su familia con apenas ocho años, fue el momento con más significado, una muestra de que todo cobró sentido en este día que jamás olvidará.
Un discurso inmaculado
Confesó que había sentido nervios, que había dormido poco y que había notado presión en las horas previas a su presentación. Era un día muy importante para Kylian Mbappé y sabía que iba a tener todas las miradas puestas encima, desde los más acérrimos hasta los más incrédulos, pero todo salió a la perfección.
Con una apariencia de tipo tranquilo y siempre con una sonrisa en la boca, Mbappé vivió un día redondo y convenció al madridismo. Su discurso fue inmaculado. Sosegado, claro y sobre todo emocionado. Tanto, que a punto estuvieron de brotar las lágrimas de sus ojos en pleno Santiago Bernabéu.
La afición le aclamó y le perdonó cualquier rencilla que todavía pudiera tener con él. Verle vestido de blanco era un gran alivio para los hinchas, pero sobre todo dio la impresión de que el hombre liberado era realmente Kylian Mbappé.
Con un castellano más propio de alguien que lleva años viviendo en España, Kylian confesó que su gusto por este idioma se desató en gran parte gracias al Real Madrid. Empezó a estudiarlo en el colegio y, aunque sabía que no era el mejor de la clase en este aspecto, su empeño por jugar en el Santiago Bernabéu le llevó desde muy pequeño a aprender castellano para tener una adaptación más sencilla si su sueño se cumplía algún día.
Porque de eso es al fin y al cabo de lo que habló constantemente el futbolista, de un sueño que se ha hecho realidad. De algo que imaginó desde bien pronto y que en 2024, después de varias idas y venidas, ha terminado fraguándose hasta ser una verdad.
Sus palabras no sonaron ni mucho menos vacías. De cada frase se desprendió un sentimiento verdadero y Mbappé cuidó todo al detalle. Tanto, que en la rueda de prensa posterior a su presentación apareció de la mano con una pequeña maqueta del Santiago Bernabéu.
La pregunta era clara, qué significaba aquel objeto para él, y el delantero no vaciló a la hora de responder. "Es un guiño a mi familia. Es un regalo de cuando tenía 8 años y quería traerlo ahora que vuelvo al Real Madrid". Soñando en blanco desde pequeño.
Como cuando con 13 años visitó la Ciudad Deportiva de Valdebebas gracias a Zinedine Zidane. "Fue una locura para un niño como yo. Fue increíble. Tenía mucha ilusión y fue el momento de mi vida en el que yo veía todos los partidos, hasta la presentación de Cristiano Ronaldo. Dije: 'un día quiero ser ese'".
Nunca dudó de su fichaje
Kylian Mbappé siempre creyó en su fichaje por el Real Madrid. Es cierto que han sido años de tira y afloja, y que entre medias siempre se han interpuesto innumerables factores que han evitado que la unión se diera hasta 2024, pero el francés siempre tuvo claro que el día que abandonara París sería para jugar en España vestido de blanco.
"Un sueño no se paga". Pocas veces se ha dicho tanto en tan pocas palabras. Hasta ese mensaje lapidario dejó de manera elegante Kylian Mbappé en la rueda de prensa cuando le preguntaron sobre su fichaje eterno por el Real Madrid. "Esto es parte de la vida del futbolista, el pasado queda atrás y pienso en el presente", alegó para no recordar tiempos pasados.
Cuestionado sobre el momento exacto en el que tomó la decisión de jugar en el Real Madrid, Mbappé dio otra respuesta contundente que encendió al madridismo: "Desde que soy un niño". Una tras otra, sus frases reflejaron un sentimiento de identidad bárbaro para alguien que ni se ha formado en las categorías inferiores ni tiene cualquier otro vínculo especial.
Su "1, 2, 3... ¡Hala Madrid" emulando a su ídolo Cristiano Ronaldo, su aparición en el escenario con Zidane y con Santamaría, o sus besos al escudo desde el primer día completaron un baño de madridismo increíble.
Humilde y consciente del lugar al que llega, quedó claro que lo primero es el club para él. "El Real Madrid ha ganado títulos antes de mí y los seguirá ganando sin mí", dijo. "Ahora quiero que el Real Madrid gane títulos también conmigo". Por el momento, la historia no ha podido comenzar mejor.