El Spotify Camp Nou avanza viento en popa hacia su transformación. En su calendario hay dos fechas marcadas en rojo: noviembre de 2024, cuando se espera que el FC Barcelona vuelva a jugar en el estadio con un 66% del proyecto completado -y en torno a 65.000 espectadores de aforo-, y junio de 2026, fecha en la que se prevén que terminen las obras.
El Barça no negocia con las fechas y por parte de Limak Construction -la empresa turca encargada de las obras- no solo está cumpliendo los plazos, sino que incluso los está anticipando. La demolición de la tercera gradería terminó un mes antes de lo previsto, el pasado 30 de septiembre, mientras que otros trabajos menores (el derribo de la fachada de tribuna y los aparcamientos subterráneos) acabaron en octubre.
Esto tuvo recompensa para la constructora otomana, que se autodefine como una especialista en realizar grandes obras en tiempo récord. En el contrato con Limak, el Barça incluyó una partida reservada a bonificaciones extraordinarias por completar fases de la obra antes del tiempo estipulado, así como penalizaciones por demoras en la entrega. El premio por este primer adelanto es un bonus cercano al millón de euros.
Concretamente, 450 personas han trabajado en la demolición de la tercera gradería, de los cuales un 80% aproximadamente eran residentes en España y otro 20% de otros países, mayoritariamente de Bulgaria, Rumanía y Turquía.
Está previsto que este porcentaje se sitúe en una proporción de 70-30 con el inicio de la remodelación propiamente dicha del estadio, cuando se puede alcanzar una cifra de 1.500 trabajadores.
Y en esta carrera a contrarreloj, Haldun Firat Köktürk -director general de Limak- tiene un papel fundamental. Este ingeniero civil turco reconoce que ha dirigido proyectos técnicamente más complejos -pero ninguno referido al deporte-. Es el caso de la construcción del Aeropuerto de Estambul o del segundo rascacielos más alto de Europa de la futura sede del Banco Central Turco, de 379,5 metros de altura, pero sabe que remodelar el estadio del Barça tiene mucha repercusión.
Porque para Limak, cuyos contratos de construcción en curso alcanzan un valor de 10.200 millones de dólares (unos 9.546 millones de euros), remodelar el Camp Nou significa una plataforma para desembarcar en países del oeste del continente europeo, donde la compañía nunca había operado hasta la fecha.
Ya no habrá halo 360º
Pero no es oro todo lo que reluce. La obra, como todas de esta índole, está sufriendo cambios sobre la marcha. El problema es que estos, en vez de sumar, restan. Esta semana, la vicepresidenta del Barcelona y portavoz Elena Fort anunció que el nuevo Camp Nou no contará con un videomarcador de 360 grados como se proyectó desde un inicio.
Estadios vanguardistas como el SoFi Stadium de Los Ángeles o el nuevo Santiago Bernabéu -que dentro de poco lo pondrá en funcionamiento- disponen de esta pantalla llamada también halo de 360 grados. Fort excusó esta decisión alegando que un videomarcador así "desvía la atención del público" y que no en encuentran "un retorno económico suficiente" para asumir una inversión "tan grande".
"No nos acaba de gustar como estaba planteado el tema de la pantalla. Era demasiado grande y desvía mucho la atención del público. Al menos cuando yo estuve en el SoFi Stadium vi el fútbol a través de la pantalla y no mirando el terreno de juego. Ese es el primer motivo, pero no el único. La inversión es tan grande que no había un retorno económico suficiente", dijo Elena Fort en una conversación con Mundo Deportivo.
El Camp Nou, en compensación, pondrá tres pantallas grandes en los fondos y en una de las tribunas, además de desplegar pequeños anillos de publicidad de 360 grados entre el 2º y el 3er anfiteatro. Aún así, esto se queda corto en comparación con lo que se está llevando a cabo en el Santiago Bernabéu con su halo, además del vanguardista techo retráctil y su cubierta retráctil -el feudo azulgrana sólo conseguirá que todas las localidades estén techadas-.
Tampoco han tardado en salir números que rebaten el argumento de Elena Fort de que el videomarcador gigante de 360 grados no daría "un retorno económico suficiente". El SoFi Stadium al que ella hizo referencia dio un rédito de ingresos de 12 millones de dólares por anuncios en un ejercicio a los Rams (NFL), dueños del estadio.
Las denuncias de los obreros
Lo más preocupante tiene que ver con la profunda investigación realizada por El Periódico que ha visto a la luz también unos días atrás. En ella, varios obreros que operan día a día en las obras denunciaron multitud de irregularidades en sus condiciones de trabajo que les llevan hasta el límite.
En sus declaraciones, los trabajadores llegan a hablar de que se sienten como esclavos por tener que trabajar más de diez horas al día y también los sábados sin ni siquiera recibir el sueldo que les correspondería. Incluso hay quien duerme en la calle para mantener un puesto de trabajo que en algunos casos está por debajo del salario mínimo interprofesional.
Estos peones que sobreviven cada día en condiciones penosas proceden de ese porcentaje de obreros provenientes de países extranjeros. No son asalariados del FC Barcelona ni tampoco de Limak, sino de multitud de empresas que subcontratan. El sistema es una gigantesca pirámide que incluye a muchas sociedades, algunas de ellas ya denunciadas por irregularidades.
Desastre ecológico y muertes
Pero no es el único escándalo que salpica a Limak. En Turquía, su país, ha encendido a la población por varios asuntos realmente serios. Uno, en concreto, es la destrucción un bosque centenario al sur de la nación otomana. La constructora pretende abrir una mina de lignito en un área que mide como 105 campos de fútbol con el fin de usar el carbón en sus centrales térmicas.
Otro caso preocupante afecta a la construcción del aeropuerto de Estambul, en el que, según algunas informaciones, murieron centenares de trabajadoras. La cifra arrojada fueron 400. Además, antes de la inauguración se manifestaron los obreros exigiendo condiciones más seguras de trabajo. La sombra de Limak acecha al nuevo Camp Nou.