El Fútbol Club Barcelona vive ilusionado pensando en el momento en el que pueda estrenar su nueva casa. El Camp Nou está en medio de un faraónico proceso de remodelación fruto del ambicioso Espai Barça que puso en marcha el club y que promete con dejar uno de los estadios más modernos y lujosos de todo el mundo.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce en este proceso de transformación. El Periódico realizó una profunda investigación junto con varios obreros que trabajan día a día en las obras y todos ellos denunciaron multitud de irregularidades en sus condiciones de trabajo que les llevan hasta el límite.
Las declaraciones de los trabajadores son muy potentes, porque llegan a hablar de que se sienten como esclavos por tener que trabajar más de diez horas al día y también los sábados sin ni siquiera recibir el sueldo que les correspondería. Incluso hay quien duerme en la calle para mantener un puesto de trabajo que en algunos casos está por debajo del salario mínimo interprofesional.
En una de las obras civiles más grandes de Cataluña, como resalta El Periódico, todos estos peones que sobreviven cada día en condiciones penosas proceden de países extranjeros. No son asalariados del FC Barcelona, tampoco de Limak, la constructora que se adjudicó el concurso, sino por multitud de empresas que subcontratan. El sistema es como una gigantesca pirámide que incluye a muchas sociedades, algunas de ellas ya denunciadas por irregularidades.
La inspección de trabajo ya ha pasado en varias ocasiones por las obras del Camp Nou. Es cierto que en materia de seguridad parece que todo marcha como debería, pero las condiciones económicas de los trabajadores distan mucho de ser justas por esas jornadas de trabajo maratonianas.
Se sienten esclavos
Las duras palabras de los trabajadores, argumentando que se sienten como esclavos, golpean fuertemente las obras del Camp Nou y afectan directamente a la imagen del Barça, aunque no sea el último responsable de todo esto.
Muchos peones se sienten engañados por las empresas que les contrataron porque piensan que se aprovecharon de que no saben leer ni escribir. Muchos de ellos son analfabetos y cuentan con la dificultad del idioma, así que firmaron donde les dijeron y se ataron a contratos mal redactados en muchos casos.
Incluso hay un obrero que duerme todos los viernes en un parque enfrente del Camp Nou. Él vive lejos de Barcelona, y para poder entrar a las 8 de la mañana los sábados no tiene una combinación de transporte público posible. Tras recibir la reprimenda de su superior el primer día que llegó media hora tarde, decidió quedarse los viernes a dormir en la calle y no regresar a casa por miedo a perder su trabajo.
La financiación del Espai Barça se aprobó el pasado mes de abril por un valor de 1.450 millones de euros. La multimillonaria obra se adjudicó a la empresa Limak, algo que también generó mucha polémica por las dudas que había sobre la procedencia de esta sociedad.