El proyecto de la Superliga Europea tiene ante sí un año clave para revivir el formato. La confirmación de su lanzamiento el pasado mes de abril generó todo un terremoto en el sector del fútbol y empujó a varios clubes fundadores a desmarcarse del acuerdo. Sin embargo, la persistencia de Real Madrid, FC Barcelona y Juventus ha hecho que la Superliga siga viva. 2022, tras los recientes fallos de la UEFA y el creciente peso de PSG y Manchester City puede servir de catapulta para la nueva competición.
Una de las ideas fundamentales de la Superliga desde su creación fue la de plantar cara a la desigualdad ejercida por clubes vinculados a Estados. En resumen, para frenar el constante gasto de Manchester City y Paris Saint-Germain en el mercado de fichajes sin haber generado los ingresos necesarios. La UEFA no ha encontrado ninguna solución a este problema y las quejas entre los grandes del continente crecen.
De hecho, el organismo que preside Aleksander Ceferin solo prevé instaurar una especie de impuesto para los más ricos. Una medida que acabaría con el control de gasto y que únicamente serviría para dejar vía libre a estos clubes a gastar. El ejemplo que intentarán seguir es el de la NBA, aunque con un panorama de clubes muy diferente al de las franquicias de Estados Unidos. Una situación que no gusta y que ha hecho que entidades opuestas a la Superliga como el Bayern vayan redefiniendo su postura.
Partiendo de este potencial económico, el mercado de fichajes tanto de invierno como del próximo verano puede ser el escenario en el que vuelvan a dar rienda suelta a su superioridad. El PSG necesita fichar a un recambio para Kylian Mbappé, pero también debe encontrar salida a varios jugadores para alcanzar los 100 millones de euros de ingresos.
El Manchester City, por su parte, ha perdido recientemente a Ferran Torres y Pep Guardiola deberá acudir al mercado para reforzarse. Con el fichaje de Erling Haaland en el centro de los focos del continente europeo, ambos clubes-Estado pueden dejar en mal lugar a la UEFA si no se encuentra un control financiero que mantenga cierta igualdad en la élite continental. Todo mientras la batalla en los tribunales, al menos por el momento, va reforzando a los clubes fundadores.
Los fallos más recientes
La última oleada de críticas a la UEFA llegó con una cita fundamental y con gran expectación como es el caso del sorteo de los octavos de la Champions League. El Atlético de Madrid detectó un error a la hora de seleccionar a los rivales y puso contra las cuerdas a la UEFA. El organismo se vio obligado a rectificar y a repetir el sorteo por un error, según ellos, técnico. La realidad fue que los organizadores no controlaron los rivales que debían ir en cada bombo cayendo en una sucesión de errores.
Aleksander Ceferin, días después de la polémica y tras repetir el sorteo al completo pese a que el emparejamiento del Real Madrid no se había visto afectado al haber sido el primero, rectificó la explicación inicial de la UEFA para asumir parte de culpa: "Es muy pronto para saber las posibles consecuencias. No podemos ser tan dependientes de la tecnología. No fue un error humano, fue un error de la UEFA, pedimos disculpas a todos".
Sin embargo, un error tan simple como ese volvió a perjudicar a la imagen de una UEFA cada vez más criticada. A su batalla con los clubes de la Superliga suma su conflicto con la FIFA y, además, las críticas de los jugadores y entrenadores que ponen en entredicho el calendario del fútbol mundial.
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