El deporte profesional cerró este domingo por la noche su temporada 2020/2021. Puede que la más complicada de su historia reciente. Y seguro que mucho más que la 2019/2020, donde la incertidumbre y la falta de información marcaron los pasos de cada una de las organizaciones. Tras el triunfo del Rayo Vallecano ante el Girona, la campaña cerró sus puertas a la espera de poder recuperar la normalidad en agosto.
La 2020/2021, a falta de conocer los datos económicos de cada competición, quedará marcada por la ausencia de público en la grada y la tensión del calendario. Un calendario que en otros deportes, por ejemplo, ha obligado a que más de una estrella se decida a renunciar a torneos de primer nivel. Sin embargo, en disciplinas como el baloncesto y el fútbol la renuncia no ha estado nunca entre las opciones.
La gran variedad de competiciones disputados, los encuentros aplazados por razones sanitarias, la llegada incluso de un temporal como el de Filomena y el intentar el buen desarrollo de cada liga ha hecho que el agobio en el sector haya sido notable. Si a ello se le suma la falta de ingresos, la atmósfera no podía ser más complicada. Algo que, según las mejores previsiones, irá decayendo paulatinamente en los próximos meses.
La Liga concluye
El inicio de la liga ya fue complicado. Especialmente a la hora de organizar cuántos equipos la disputarían. Y es que cabe recordar que, como consecuencia del 'caso Fuenlabrada', fueron varios los clubes que propusieron modificar el formato tanto de Primera como de Segunda. Un escenario que no se barajó en LaLiga y que quedó en el olvido. Tras ello, era momento de centrarse en la seguridad.
La competición nacional estableció varios criterios fundamentales al inicio de la temporada. Tras un acuerdo con la RFEF, se dejaron claras las líneas maestras para hacer frente a cualquier brote de la Covid-19 en los equipos. Más allá del control constante de cada plantilla, evitando polémicas como el famoso caso del club fuenlabreño, se acordó fijar en un máximo de dos partidos aplazados en Segunda, y solo uno en Primera, por motivos relacionados con la Covid.
Acompañados del descenso de contagios, los positivos en el seno de cada equipo fueron yendo a menos. Y la preocupación por esos aplazamientos también. El problema, ya entrado en el tramo final del 2020, era ya la economía. El Consejo Superior de Deportes, que era quien tenía competencias, prohibió el acceso al público. A medida que otros deportes no profesionales contaban con público, en el Gobierno dejaron abierta la posibilidad de que al final de la temporada hubiese aficionados. Sin embargo, desde los clubes se intentó presionar para adelantar la situación.
Un sueño que no acabó produciéndose y que obligó a las entidades deportivas a controlar sus economías internas. Reducciones salariales, ausencia de fichajes en invierno y otras muchas medidas con el objetivo de evitar cualquier posible quiebra. Pasado enero y pensando en el segundo ecuador del curso, apareció el temporal Filomena y, lo que no hizo tanto la Covid-19, lo hizo la nieve. Partidos aplazados y viajes cancelados por las condiciones en las que iban a viajar los futbolistas. Una crisis que, por suerte, no duró más que una semana.
La temporada pudo finalizar sin complicaciones. Incluso con público gracias a la decisión del CSD. Sin embargo, sin demasiada ilusión por las cuentas de los clubes y conscientes de que esta campaña habrá pérdidas superiores a los 700 millones de euros. Tras el descenso de Eibar, Valladolid y Huesca, y el ascenso de Mallorca, Espanyol y Rayo, la única duda está en los clubes que participarán en Segunda.
O, mejor dicho, estaba. Y es que el ascenso del Amorebieta a Segunda quedó en el aire tras la el "no" de LaLiga a las condiciones de su estadio. Comenzó la búsqueda de un nuevo recinto y, salvo sorpresa, el equipo podrá ejercer de local en Lezama.
La duda de ACB
La competición de baloncesto sí ha contado con algunos más problemas que el fútbol, especialmente en lo que a positivos en los vestuarios se han producido. Una situación que llegó a obligar a la organizadora a cambiar el formato de su fase final tras los numerosos aplazamientos en el calendario y a reestructurar las últimas semanas de su competición.
La más seguida, la más importante y la más afectada. Los playoffs de la Liga Endesa, por falta de tiempo en el calendario, pasaron a ser al mejor de tres. Una modificación que, ya con público en las gradas, ha sabido a poco a más de uno y que se impulsó como medida excepcional.
Respecto a los ascensos y descensos, cabe recordar que se llegó a un acuerdo con la Federación Española de Baloncesto para que solo un equipo pudiera subir a la máxima categoría. Así, de los 19 equipos participantes bajarían dos y, al ascender solo uno, se recuperaría el formato de 18 clubes.
Gipuzkoa Basket ya sabe que jugará en LEB, pero la duda está en el Estudiantes. El club madrileño, como explicó su presidente en EL ESPAÑOL, planifica su temporada en dicha categoría. Sin embargo, cabe la posibilidad de que el Breogán no pueda cumplir los requisitos económicos. El conjunto gallego logró vencer al Granada y se ha ganado el derecho a volver con los grandes. Para ello, deberá pasar una auditoría y elaborar un presupuesto de 2,5 millones de euros, así como pagar algo menos de medio millón de euros en concepto de participación.
Próxima parada: el femenino
La Primera Iberdrola, que esta última campaña ha estado bajo el paraguas de la RFEF, pasará a ser profesional la próxima temporada. Un cambio de denominación que convertirá la élite femenina en la Liga Ellas y que supondrá cierta independencia de cara a la organización. En sus primeros años, según se ha anunciado, seguirá las directrices del Consejo Superior de Deportes, que se encargará también del respaldo económico. Sin embargo, desde un inicio el funcionamiento debería ser similar al de La Liga.
Esta última temporada, por ejemplo, se vivieron grandes momentos de tensión. Desde antes de que comenzara la temporada por la falta de una fecha fija, como después por los aplazamientos. La situación llegó a tal punto que las jugadoras impulsaron una campaña de protesta en redes sociales por los errores a la hora de organizar el calendario. La tensión se rebajó y, a 21 de junio, la competición femenina encara sus últimas jornadas. El Barcelona, con dos partidos menos, será quien tenga que recuperar fechas en sus últimos encuentros en una liga no profesional.
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