La Supercopa de España salió por primera vez al extranjero por la decisión de Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol. El nuevo y polémico máximo mandatario acumula solo tres meses en el cargo, pero ese tiempo ha servido para que ya tenga un 'palmarés' de dudoso honor: la destitución injustificada de Lopetegui, el fracaso deportivo en el Mundial, la declaración de guerra al Sevilla con un espectáculo lamentable en los medios de comunicación incluido y una investigación abierta por apropiación indebida de los fondos de la AFE.
Sin embargo, en Tánger se pudo vivir el último fracaso y despropósito de un Rubiales que amenaza con hacer bueno al denostado Ángel María Villar. Ya en los días previos del partido, la Federación declaró la Supercopa como una "competición no profesional" y creó un nuevo enfado del Sevilla por el tema de la barra libre de extracomunitarios a la que pensaba aferrarse el Barcelona. Pero el caso no terminó en los prolegómenos y el esperpento continuó en el mismo estadio en el que los azulgranas levantaría el primer título de la temporada, el Stade Ibn-Batouta.
La falta de seguridad en los accesos permitió que muchos aficionados sin entradas se saltaran el primer anillo de seguridad e intentaran pasar sin permiso al campo. Además, las largas colas provocaban que con el encuentro comenzado aún hubiera personas sin ocupar su localidad. Y todo ello sin que el estadio se llenara, ya que la tribuna principal, la de los tickets más caros y fuera del tiro de cámara, estaba completamente vacía.
Los sevillistas, minoría en Tánger, quedaron silenciados por una afición local que se tiñó de azulgrana y no dudó, incluso, en sumar al Betis en sus cánticos. El enfado del club andaluz lo demostró el propio Machín en la rueda de prensa posterior: "Hemos jugado fuera de casa en todos los sentidos". El entrenador también tuvo problemas a la hora de acceder a la sala porque, sorprendentemente, no le reconocieron y no le permitían pasar sin acreditación. Este hecho acabó con la paciencia del equipo de comunicación del Sevilla lo que provocó una situación más que tensa.
La prensa marroquí, más concretamente Le 360º Sport, ya avisó de la situación precaria en la que se encontraba el estadio que iba a albergar el encuentro. A pesar de que algunos problemas se consiguieron arreglar a tiempo, otros muchos no se pudieron y terminaron en un descontrol organizativo que mancha la imagen del fútbol nacional.
Los periodistas también sufrieron la falta de información e indicaciones a la hora de retirar su acreditación. Además, un intruso se coló en la zona mixta poniendo en evidencia la brecha de seguridad en el estadio que pudo tener nefastas consecuencias para los futbolistas.
El suspenso de la Supercopa de España en Tánger es rotundo y demuestra, una vez más, el fracaso continuo que está siendo la gestión de Luis Rubiales al frente de la Federación. El torneo no dejó contento a nadie, incluso el Barcelona se quejó en voz baja del estado del césped. La primera aventura fuera de las fronteras españolas fue un fracaso absoluto del que solo el presidente es responsable.
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