Siempre llega un momento en la carrera de todo deportista en el que la mente hace 'crack' y siente la necesidad de dar un nuevo enfoque a su vida alejado de la competición. Algo así le pasó hace poco a Luis León Sánchez (Mula, 24 de noviembre de 1983), uno de los ciclistas españoles más representativos de las dos últimas décadas, que decidió dar un paso al lado y dejar atrás años de una meritoria trayectoria.
El murciano anunció durante el segundo día de descanso de La Vuelta a España que colgaba la bicicleta. La noticia causó un gran revuelo en plena competición y resonó con fuerza en todo el mundo, pero no fue fruto de un calentón o de una situación concreta, sino de una reflexión profunda que se venía barruntando desde hacía tiempo.
Su caída en el pasado Tour de Francia le dio la puntilla y se convirtió en la gota que colmó el vaso para una mente que ya comenzaba a estar agotada. Ahí, seguramente, fue el momento en el que comenzó su retirada de verdad que terminó fraguándose en plena Vuelta, la carrera de casa y a la que tiene tanto cariño.
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Cuatro veces ganador de etapa en el Tour de Francia y vencedor de una París-Niza, Luis León Sánchez atiende en persona a EL ESPAÑOL para contar cómo está siendo su nueva rutina desde que tomó una de las decisiones más importantes de su vida. Lo hace en plena presentación de la Titan Desert Morocco, la prueba que correrá entre finales del mes de abril y principios de mayo, su nueva forma de matar el gusanillo.
"Vamos a disfrutar y a convivir con la gente", dice contento con la nueva vida que ahora se le abre por delante. Seguirá ligado al ciclismo profesional, es cierto, porque está enrolado en la estructura de Astana, pero desde luego que no pasará tanto tiempo lejos de casa como hasta ahora.
Hacerse a la idea
Una retirada es siempre un paso traumático para cualquier deportista de élite. Pasar de tener un día a día en el que la exigencia en todos los aspectos es máxima a poder vivir más relajado, lejos de la competición, siempre cuesta asimilarlo y no todos lo encajan de la misma manera.
En cierto modo, Luisle sigue llevando una rutina similar porque sale a entrenar casi todos los días, pero las diferencias son notables: "Sí que me ha cambiado el tema de la cabeza porque antes si no entrenaba algún día sí que estaba obsesionado con ello, con que había perdido un día de entrenamiento, y ahora no me ha dado por ahí. Espero que ahora, cuando la temporada eche a andar, también tenga la cabeza asentada para ver cómo los que eran mis compañeros hasta ahora empiezan un nuevo curso y yo no".
No hace mucho que decidió colgar la bicicleta porque han pasado tan sólo tres meses desde que compitió por última vez como profesional en La Vuelta, y el cambio está siendo suave porque sigue formando parte del staff del equipo Astana: "Ahora mismo no tengo esto tan presente y vengo de la concentración del equipo en Altea".
Sin embargo, ya ve todo desde otra perspectiva y tiene que ir haciéndose a la idea de ello: "Ves que el equipo echa a andar, que estás un poco al margen, que ya no perteneces al equipo ni eres compañero de los que van a hacer la temporada entera. Te crea un poco de miedo en el sentido de que cuando empiece la temporada la cabeza esté tranquila, porque al final esto son fases de la vida que a todo el mundo le llegan, y hay que aceptarlo lo antes posible".
Pesa el lado personal
Alexandre Vinokourov, el mánager general de Astana, tuvo muy claro desde el primer momento que quería que Luisle estuviera ligado al equipo tras su retirada. De hecho, le ofrecieron un puesto como director deportivo para estar muy encima de los ciclistas en las carreras, pero el murciano declinó esta opción porque prefería pasar a un segundo plano.
"Sigo, pero un poco apartado porque al final una de las partes que me llevaron a tomar esta decisión fue la de pasar más tiempo con mi familia. Me ofrecieron ser director y les dije que no porque son muchos días otra vez fuera de casa, e incluso ser director ahora no es lo mismo que serlo hace diez años", comenta el excorredor de Astana en su conversación con EL ESPAÑOL.
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Precisamente este plano, el familiar, es el que más ha pesado en su decisión de retirarse y en la de no involucrarse tanto con el staff del equipo: "A mí ya me costaba salir de casa. Los críos ya van teniendo una cierta edad y haces más falta en casa que antes. Hasta hoy, mi mujer lo ha hecho muy bien, pero son tres niños los que tengo, la mayor con 12 años y el pequeño con 8, y la figura paterna cada vez hacía más falta".
Luisle tenía de hecho un año más de contrato para seguir corriendo en Astana, pero él ya no se veía con el mismo ansia competitivo que tenía antes: "La caída del Tour acentuó un poco todos los pensamientos que tuve después, de ver que ya no era el de antes y que había que tomar una decisión".
¿Gana ahora su familia en tranquilidad al ver que ya no está en las carreteras? "No sé si será así", dice entre carcajadas, "pero el pequeño disfruta ahora con su padre viéndole jugar al fútbol, porque ha empezado ahora y ver a su padre en la grada le llama mucho la atención porque es algo que no había tenido hasta ahora".
Su futuro en el ciclismo
Ahora Luisle se divierte con su mountain bike en carreras como la Titan Desert. Ya corrió la versión de Almería y la de Arabia Saudí, y en unos meses se aventurará en el desierto de Marruecos. Es una nueva forma de matar el mono de ciclismo y de adentrarse en un mundo desconocido para él.
Sin embargo, seguirá estando cerca del pelotón profesional con su rol en el Astana. No quiere estar tan encima como un director, pero sí que le gustaría seguir al lado de los que hasta hace poco han sido sus compañeros en determinados momentos de la temporada.
"Vengo de la concentración y he estado cerca de los corredores. Sólo les he dicho que cuando necesiten cualquier cosa, que me llamen. Creo que haré el calendario español en el segundo coche, pero no como director, sino para echar una mano a los chavales y al staff, para cubrir un hueco", finaliza.