Su Vuelta a España ha sido como su vida en los últimos dos años, una montaña rusa de emociones. Victor Langelotti, corredor de Burgos BH, debutó en este 2022 en la ronda española casi de rebote. Destacó en la primera semana, llegó a portar el maillot de líder de la montaña y terminó marchándose para casa antes de tiempo por una caída. No fue un golpe cualquiera, el choque contra el asfalto le dejó KO y con una conmoción cerebral que le borró la memoria durante un par de horas.
Con ese cóctel se juntó el corredor monegasco que dos años atrás ni siquiera podía pensar en algo así cuando se pasaba casi las 24 horas del día pegado a los videojuegos. Estaba completamente enganchado al FIFA. Le daba igual la Play Station, el ordenador o cualquier otro dispositivo. Tenía que estar conectado o notaba que le faltaba algo.
Estuvo muy cerca de tirar su carrera por la borda y también su vida personal. Su novia, ahora su mujer, fue un elemento imprescindible de apoyo. Siempre estuvo ahí, armándose de paciencia, viéndole pasar las horas delante de un televisor. También su equipo, que le respaldó en todo momento. Y la llamada de su padre, aquella que sirvió como punto de inflexión para ponerse las pilas y salir de la vorágine en la que estaba metido.
Langelotti supo darle la vuelta a una situación límite. Aparcó los videojuegos y escuchó consejos. Volvió a subirse encima de la bici, perdió peso y de repente se vio ganando en una competición dura como es la Volta a Portugal y corriendo en La Vuelta a España. Una transformación radical en apenas dos años de margen.
Descontrolado
Desde Mónaco, Victor Langelotti le cuenta a EL ESPAÑOL con total naturalidad cómo fueron aquellos tiempos turbios: "Mi adicción a los videojuegos fue poco a poco. Cuando tenía 15 años jugaba una o dos horas al día, pero todo fue a más". Su afición pasó a convertirse en una enfermedad de la que incluso él mismo era consciente.
"Llegué a un punto en 2020 en el que jugaba todo el día, de verdad. Ahora me puedo reír de aquello pero lo pasaba muy mal porque estaba todo el día enganchado. No hacía nada con mi vida, no entrenaba", relata el ciclista, que aparcó casi por completo la bicicleta.
Su videojuego preferido era el FIFA. Estaba horas y horas jugando partidos sin levantarse del asiento mientras los días se pasaban sin que apenas hiciera otra cosa. "La gente no se daba cuenta aunque mi familia sabía que pasaba algo".
Su novia, fundamental
Victor tuvo la suerte de contar a su lado con una persona fundamental para poder superar esta adicción. Su novia, ahora su mujer, tuvo una paciencia infinita y le apoyó incondicionalmente. "Sin ella no podría haber dejado los videojuegos y me casé con ella porque es la mujer de mi vida", confiesa con una sonrisa en la boca.
"La única persona que me ayudaba era mi novia. Ella trabajaba todo el día, cuando salía yo estaba jugando y cuando volvía a casa yo seguía en el mismo sitio jugando a la Play Station", relata con un sincero sentimiento de agradecimiento. "Ella se volvía loca porque era como vivir con un niño".
Las concentraciones, un calvario
Langelotti estaba por entonces, antes del 2020, completamente fuera de forma. En 2018 formalizó su fichaje por el Burgos BH, de categoría continental (una segunda división al uso), y en pleno enganche a los videojuegos lo pasaba realmente mal en cada concentración con el equipo. Sin forma para aguantar el ritmo de sus compañeros, todo era un sufrimiento.
"Cuando llegaba a las concentraciones con el equipo llegaba casi sin entrenar o con muy poco entrenamiento. Lo pasaba muy mal porque no estaba preparado", dice. Y prosigue también entre risas, después de todo lo sufrido: "Estaba gordísimo".
Pese a todo, en el equipo siempre le mostraron su respaldo. Entendieron su delicada situación y vieron que tenían que tener paciencia con un corredor joven y con futuro como él. "El cuerpo técnico siempre me apoyó y lo agradezco mucho porque sin ese apoyo no hubiera podido seguir".
La llamada de su padre
Entonces, en 2020, llegó el momento que lo cambió todo. Corría el mes de julio de aquel año y su padre, presidente de la Federación Monegasca de Ciclismo, le propuso participar en el Campeonato de Europa. Él llevaba por entonces más de cuatro meses sin subirse a la bicicleta, estaba completamente pasado de forma y con kilos de más. "Estaba gordísimo, con 13 kilos más que ahora".
Pero Langelotti, valiente, no se arrugó. Aceptó el reto. "Sabía que no iba a acabar el Europeo", confiesa, pero se lo tomó como una superación personal. La carrera se disputaba en agosto, apenas un mes después, así que casi no había margen de maniobra. Su objetivo, lejos de terminar, era simplemente llegar en la mejor forma posible y ver dónde podía estar.
"Hacía un tiempo que me daba cuenta de que estaba tirando mi vida a la basura. Era tan adicto que podía dejar de jugar una semana pero luego no podía aguantar más y volvía a jugar". De repente cambió todo y su único pensamiento pasó a ser la bicicleta: "Desde aquel día dejé los videojuegos. Lo vendí todo. La Play Station, el ordenador... todo. Tenía que apartarme de todos los aparatos".
Por supuesto, aquel mes de preparación no fue sencillo. "En los primeros entrenamientos daba una vuelta de una hora y llegaba a casa reventado", confiesa. Pero poco a poco fue poniéndose fino. Bajó hasta los 70 kilos fácilmente, aunque a partir de ahí perder peso fue más difícil. "Cada día de entrenamiento era como una victoria", sesiones que completaba con Alexis Gandía.
Por supuesto, ni siquiera terminó aquel Campeonato de Europa que terminó ganando Giacomo Nizzolo al sprint, pero la competición fue un punto de inflexión absoluto.
Matxin, su descubridor
El ciclista monegasco cumple ya su quinta temporada como corredor de Burgos BH desde su fichaje en 2018. Una incorporación en la que tuvo mucho que ver Joxean Fernández Matxin, actual director deportivo de UAE Team y un verdadero cazatalentos.
Corría el año 2017 y Langelotti despuntó en el Giro della Valle d'Aosta Mont Blanc, una prueba sub23 extremadamente dura donde todos los días de competición son de alta montaña. Allí, Victor competía con el UC Mónaco, el equipo del Principado, y firmó una gran cronoescalada inicial donde se quedó a un segundo de Pavel Sivakov y superó a gente como Vlasov, Michael Storer o Marc Hirschi.
Esto sirvió para que Matxin, que por entonces era ojeador de Quick Step, se acercara a él y comenzaran a tener una buena relación. Matxin quería ayudarle a pasar a profesionales aunque sabía que en aquel equipo no había sitio, pero entonces, en 2018, el Burgos BH ascendió de categoría. Las partes se pusieron en contacto y así terminaron de fraguar su fichaje.
A La Vuelta de casualidad
Esta es su quinta temporada ya como ciclista del Burgos BH y está siendo, sin lugar a dudas, la mejor de su carrera. Consiguió un triunfo importante y brillante en la siempre difícil Volta a Portugal, su primera victoria profesional, y unos días después se veía compitiendo en La Vuelta a España con Roglic, Evenepoel, Enric Mas y compañía.
Eso sí, su presencia en la competición se produjo de rebote y de forma inesperada, como salen las mejores historias. En su calendario no aparecía La Vuelta, pero la baja a última hora por el positivo en Covid de Ángel Madrazo, una de las grandes referencias del equipo, le abrió la puerta de forma sorprendente. Le llamaron para sustituir al cántabro y tenía claro que no iba a desperdiciar la oportunidad.
Terminó su participación en Portugal un lunes, se tomó un respiro y un jueves, apenas un día antes del inicio de La Vuelta en los Países Bajos, le llamaron a filas. "Llegué al hotel a la una y media de la madrugada ya del viernes", dice. Aterrizar, dormir unas pocas horas y lanzarse a la mayor aventura de su vida porque nunca antes había corrido una gran vuelta.
"Hubiera preferido empezar en otras circunstancias y no por la baja de Madrazo, y además el viernes tuvimos la de Peñalver, pero disfruté de cada minuto", relata. El propio Madrazo solo tiene elogios para Langelotti: "Le conozco desde hace cuatro años y siempre he tenido una relación muy buena con él. Aparte del ciclismo nos gusta el fútbol y como él es del Mónaco le pico mucho con el Marsella y el PSG", dice el cántabro, como siempre en su línea alegre.
Madrazo, ganador de la etapa de Javalambre en La Vuelta de 2019, ve muchas virtudes en su compañero: "Es un pedazo de corredor, quizás a veces no se le ha visto tanto en carrera pero tiene un gran motor. En las concentraciones es de los que da leña y siempre ha sido una persona de diez".
Líder de la montaña
Victor Langelotti llegó a La Vuelta a última hora pero con un estado de forma sensacional después de su competición en Portugal. Estaba fuerte y quería aprovecharlo en la primera semana aunque sabía que la carrera se le podría hacer larga según fueran pasando los días.
En la quinta etapa con final en Bilbao llegó un momento precioso para él. Fue un día durísimo, en el que se corrió mucho y en el que la escapada tardó más de una hora en hacerse. Sin embargo, allí estaba él, en el grupo de cabeza, con los mejores, ganando minutos de televisión y de protagonismo para sus patrocinadores.
Entonces se encontró con un objetivo inesperado, el de hacerse con el maillot de mejor escalador de La Vuelta. "Iba mal de sensaciones pero poco a poco empecé a sentirme mejor. Llegando al primer puerto vi que tenía buenas piernas y tuve la oportunidad de coger unos puntos porque nadie me esprintó". Langelotti se encontró con unos rivales desinteresados en esta pelea y coronó en cabeza los dos puertos siguientes.
Entonces, ser el rey de la montaña ya se había convertido en una meta muy real. Faltaba un doble ascensión al Vivero, el puerto más complicado del día, y en la primera subida lo dio todo para poder sumar más puntos. "Luego, en la última subida lo di todo para puntuar un poco más pero al final me encontré peleando por la victoria de etapa".
Aquel día con final en Bilbao el triunfo fue para Marc Soler, que terminó con dos años de sequía de victorias españolas en las grandes, pero Langelotti olió la opción de triunfo. Fue séptimo y entró en el equipo de los perseguidores que se quedaron a solo 4 segundos de Soler.
Alegría desbordada
La victoria de etapa hubiera sido una manera impresionante de culminar la fiesta pero lo que ya nadie le arrebataba aquel día a Langelotti y al Burgos BH era el maillot de líder de la montaña. "Estaba todo el mundo muy contento. Julio, el dueño del equipo, los patrocinadores... todos estábamos muy felices. Yo no me lo esperaba y creo que el equipo tampoco".
Además, esta importante gesta para Langelotti y para el conjunto no fue flor de un día. El monegasco consiguió aguantar el maillot blanco de lunares azules durante tres jornadas pese a que la competencia por esta clasificación siempre es feroz.
Caída y conmoción cerebral
Por desgracia, no todo iban a ser buenas noticias para Victor Langelotti en esta Vuelta a España. Corría el octavo día de competición y llegaba el fin de semana por Asturias previo al segundo día de descanso. Camino del final en el inédito Colláu Fancuaya, la suerte del monegasco se torció por completo.
Seguía vistiendo el maillot de líder de la montaña, pero eso no evitó que se fuera al suelo. De la forma más tonta, seguramente, porque en la caída solo se vio involucrado él. "Los compañeros que iban detrás de mí me han contado que eché la mano atrás al bolsillo para coger algo y que la otra mano resbaló del manillar por un bache", dice.
El resultado fue que el monegasco dio con sus huesos en el suelo con una conmoción cerebral incluida y con un tendón de uno de sus dedos seccionado. "No me acuerdo de nada. Desperté un par de horas después llegando al hospital en ambulancia", confiesa.
Ahora, trata de recuperarse en casa de las consecuencias que todavía arrastra de este gran golpe que se pegó. Obviamente tuvo que abandonar La Vuelta antes de tiempo y desde entonces no ha podido volver a subirse en la bici. "Me seccioné el tendón del dedo así que por el momento no tengo esa flexibilidad y no puedo montar en bici", dice. Ni siquiera puede tocar el freno y en este estado salir de nuevo a entrenar sería una temeridad.
No obstante, Victor Langelotti se ha tomado esta caída con filosofía y con positividad después de todo lo que ha pasado. La experiencia de La Vuelta ha sido maravillosa para él y le ha hecho crecer como ciclista una barbaridad, así que ya cuenta las horas para poder volver a demostrar lo que vale encima de una bicicleta.