Chris Froome quiere ir a por todas. El ciclista británico del Israel-Premier Tech ha pasado unos últimos años bastante complicados. Tras la grave caída que puso en juego su vida y su carrera deportiva, en este 2022 confía en volver a estar entre los mejores. Sin embargo, sus apariciones en competición no lo dicen así. No obstante, él asegura una y otra vez que está volviendo a tener en entrenamientos los valores que le permitieron ser el líder indiscutible de las grandes vueltas en la pasada década.
Por ello, quiere el reto más grande posible para este año. Una muestra clara de que no quiere abandonar su carrera y de que no piensa en el final, si no que está muy a gusto en el equipo de Israel al que todavía en dar alguna alegría que otra en forma de triunfos importantes. De momento, ya tiene en mente cual quiere que sea su calendario para los próximos meses.
Froome no estará en el Giro de Italia que arranca en tan solo unos días y es que sus objetivos están centrados más en el largo plazo. El primero de sus grandes retos será pelear por todo lo que pueda en el Tour de Francia. Así se lo ha comunicado a las altas esferas de Israel-Premier Tech, que han dado el visto bueno para su participación en la carrera más importante del mundo. Y Froome, que está pleno de confianza por primera vez tras aquella grave caída en el Dauphiné, ha pedido también correr La Vuelta.
El corredor de 36 años quiere repetir una receta que ya ha hecho en temporadas anteriores, especialmente durante su exitosa etapa en el INEOS Grenadiers, antes llamado Team Sky. Gracias a esta elección, el británico consiguió sumar victorias tan importantes como sus cuatro Tour de Francia o sus dos Vuelta a España. Un palmarés increíble al que se une su triunfo en el Giro de Italia, pero son éxitos que quedan muy lejos de lo que puede ofrecer ahora mismo un Froome que ni siquiera es capaz de aguantar con los mejores en el pelotón.
Otro año muy complicado
Este curso parecía ser el de su regreso de verdad a la élite después de haber cuajado por primera vez un invierno positivo en el que había conseguido hacer fondo suficiente para después conseguir calidad con el ritmo de competición. Sin embargo, no se le ha visto hacer ni un solo resultado positivo. Este año ha corrido la Semana Coppi e Bartali, Tour de los Alpes y recientemente en el Tour de Romandía. Y en todas ha estado a años luz de la cabeza. Su siguiente reto, después de un breve descanso y de una serie de entrenamientos en altura, será afrontar el Dauphiné o, en su defecto, la Vuelta a Suiza.
Lo más llamativo de todo es que Froome se siente apto para volver a pelear por cosas grandes: "En general estoy en muy buenas condiciones. Todo lo que falta es el trabajo duro y los kilómetros, y luego ponerme en forma para competir.
"Si miro cualquiera de mis años anteriores al accidente, veo que lleva tiempo prepararse para julio. Descubrí que dar esos pasos significaba que podía mantener mi forma para el final del verano y llegar bien a la Vuelta. Ese es mi objetivo este año tratar de llegar al Tour en la mejor forma posible y, luego, intentar estar en La Vuelta, dependiendo de cómo vayan las cosas".
Así lo ha asegurado el propio Froome en declaraciones recogidas por VeloNews. Una apuesta muy arriesgada para un corredor que desde que se rompió la cadera, el fémur y el codo derechos en 2019 no ha vuelto a ser ni la sombra de la leyenda que fue.