El ciclismo vuelve a estar en tela de juicio una vez más por motivos relacionados con el dopaje. El universo de la bicicleta es uno de lo más amenazados por esta lacra que siempre ha tocado a grandes campeones y que ha ensuciado victorias legendarias que estaban destinadas a ocupar un gran lugar las páginas de los libros de historia.
Lo más crudo en este sentido es cuando las propias críticas llegan desde dentro del pelotón internacional. Cuando los corredores, quienes son los principales protagonistas del espectáculo y del negocio, desconfían del sistema, el ciclismo tiene un grave problema. Por ello, algunos como Romain Bardet exigen unos cambios en las instituciones.
Su ataque va dirigido hacia la Agencia Mundial Antidopaje a quien pide mayor protagonismo para controlar a los tramposos. Nada molesta más a un deportista que competir contra sus compañeros de profesión en desigualdad de condiciones, teniendo más difícil el acceso a victorias y, por consiguiente, a contratos, éxitos y ganancias económicas.
El escalador del DSM, con dos podios en el Tour de Francia, una medalla de plata en Mundial de Innsbruck y con victorias tan importantes como la lograda hace unos meses en La Vuelta, ha señalado a la AMA y la Unión Ciclista Internacional a quienes les pide que intensifiquen los controles para detectar a los corredores que, o utilizan sustancias dopantes, o emplean métodos para mejorar su rendimiento y que están fronterizos a la legalidad, en un limbo del que se aprovechan y que debería estar más claramente definido.
Bardet piensa que si los controles a los que se someten los ciclistas no se intensifican, corren el riesgo de perder la equidad entre todos los participantes en las carreras y a rememorar fantasmas y pesadillas del pasado, donde el ciclismo estaba en tela de juicio constante. Nadie confiaba en la limpieza del mundo de la bicicleta y con ciertos comportamientos ayudan a que esa sombra regrese sobre el pelotón.
Ausencia de controles
En unas fuertes declaraciones al medio especializado CyclingNews, Bardet ha cargado contra la AMA hablando desde su propia experiencia, ya que el ciclista francés asegura que en el último año y medio los sistemas de control se han relajado sobremanera, dando pie a que muchos corredores hayan podido dar rienda suelta a sus tramas de dopaje.
Para justificar sus quejas, Bardet habla desde su experiencia personal, ya que este curso ha pasado hasta cuatro semanas de concentración en el Teide, un lugar muy habitual para los mejores ciclistas del mundo, sin tener que pasar ningún control antidopaje y sin recibir ninguna notificación ni visita de los agentes de la Agencia Mundial ni de la Unión Internacional.
El que fuera cuartel general de corredores como Alberto Contador y muy utilizado también por líderes de la talla de Mikel Landa o Chris Froome se convirtió para él en un refugio al margen de las leyes antidopaje, algo que denuncia con mucho pesar y tristeza. Lógicamente, Romain no se señala a sí mismo por haber empleado ese mes en probar sustancias ilegales, pero no confía en que otros compañeros y rivales no lo hayan hecho si disponen de unas condiciones tan benévolas.
Además, Bardet asegura que en cuatro semanas, a un corredor profesional en buen estado de forma le da tiempo a someterse a un tratamiento que potencie su rendimiento y que le permita marcar una diferencia considerable respecto a otros rivales de características, rendimiento en carrera y valores físicos muy similares.
El caso es todavía más grave de lo que podría parecer en un principio, ya que tal y como ha revelado el propio Romain Bardet, sabe que su caso no es aislado y que ha habido grandes grupos de ciclistas que han pasado largos periodos de tiempo, generalmente en concentraciones y entrenamientos, que han estado sin pasar controles antidopaje.
El ciclista galo apunta a por lo menos, un grupo de 25 corredores estuvieron en su misma situación. Además, algunos de ellos estuvieron realizando bloques de preparación en la temporada en grupo, lo que resulta todavía más grave y ayuda a avivar todo tipo de sospechas. Si la AMA y la UCI no extienden sus controles, será más fácil regresar a las épocas en las que los escándalos eran constantes.
Dopaje y pandemia
Bardet va más allá y explica que esta situación se ha venido produciendo desde el inicio de la pandemia y de la vuelta a la competición. Tal y como apunta el corredor galo, los agentes de la Agencia Mundial Antidopaje no han llevado un seguimiento tan exhaustivo como se hacía antes y han reducido drásticamente el número de controles a los que someten a los ciclistas.
"Hay trabajo que hacer, especialmente con los controles. Han caído de forma dramática desde el inicio de la pandemia y lo digo por experiencia propia. Si pasa lo mismo para todos, entonces el deporte debe dar más pasos. Siempre ha habido sospechas sobre el dopaje en el ciclismo, pero podemos hacer un deporte más limpio si metemos presión con más controles".
Con esta crudeza habla Bardet de la caída que se ha registrado en el número de controles que se ha llevado a cabo en la temporada que está terminando. Además, señala donde puede estar la clave del problema y es en la situación económica que atraviesa el deporte de la bicicleta tras la crisis provocada por la Covid-19.
Los controles antidopaje conllevan una serie de gastos en desplazamientos, material y lo que supone el posterior tratado de las muestras y las sustancias. Por ello, Bardet cree que la pérdida de fondos y de ingresos ha provocado que las partidas destinadas a la detección de casos de dopaje se ha reducido drásticamente y que así no se pueden hacer tanto controles como antes aunque sea básico y necesario.
Además, el ciclista del DSM defiende la labor de asociaciones como Movimiento Por un Ciclismo Creíble (MPCC) que persiguen el reto de que la sombra del dopaje se aleje definitivamente del ciclismo, persiguiendo a quienes manchan el deporte desde dentro. Por ello, Bardet alaba la labor que estos realizan en relación a la condena de las famosas cetonas, sustancia que el francés considera en un límite gris que hace mucho daño.
Este nuevo avance de la nutrición deportiva está considerado que aporta un plus energético que permite mejorar el rendimiento en una prueba de hasta un 2%. Lo que implica la utilización del denominado como 'supercombustible' es que a medida que el esfuerzo se alarga en el tiempo, habiendo una buena base física, mayor es la ganancia de tiempo empleado en realizarlo. Y en el ciclismo, los esfuerzos son eternos con etapas de más de 150 kilómetros con miles y miles de metros de desnivel acumulado.
"Llevamos hablando de las cetonas durante dos o tres años y MPCC está trabajando para que no se usen, pero otros equipos dicen que las seguirán utilizando. Las autoridades antidopaje decidirán si se prohíbe o no, y ese es el problema porque estas sustancias están en la zona gris".
Bardet apunta a la existencia de demasiada permisividad con este tipo de elementos que mejoran el rendimiento y recuerda el caso del Tramadol. Desde su punto de vista, tardan mucho en reconocer que esas sustancias no van en pro de la deportividad y de la limpieza de la competición y tardan demasiado en prohibirlas.
Falta por ver si muchos ciclistas se han aprovechado de estas circunstancias especiales tras la pandemia y si los casos de dopaje sufren un repunte próximamente tras el regreso de los controles de una forma más frecuente. Pero el miedo de corredores como Bardet está ahí.
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