El ataúd de la reina Isabel II fue fabricado hace ya 30 años, al igual que ocurrió con el de su marido, fallecido en 2021. Tal y como sabemos gracias al periódico 'The Times' se trata de un féretro elaborado con roble inglés, muy difícil de conseguir, y además, forrado de plomo. Utilizar ataúdes revestidos de plomo es una práctica que lleva haciéndose con miembros de la realeza desde hace cientos de años. Sin embargo, ¿por qué ocurre esto?
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Como ya sabemos, la reina Isabel II planificó su funeral antes de morir, así como muchos otros detalles de lo que sería su legado en Inglaterra. Entre todo esto, era importante que el ataúd estuviera revestido de plomo. En muchas ocasiones, otros miembros de la realeza han escogido ataúdes de oro, sin embargo, en este caso, ha tenido que ser de plomo, por las muchas ventajas que este material aporta.
Muy herméticos
Concretamente, se utiliza plomo debido a que es un material que hace que el ataúd sea hermético, además de extremadamente pesado, de ahí la expresión "ser más pesado que el plomo".
Este ataúd es tan hermético que es prácticamente imposible de abrir. Esto era muy importante debido a que se busca evitar cualquier fallo de seguridad, así como cualquier otra vulneración de la imagen de la reina que pudiera producirse.
Muy resistentes
La utilización del plomo implica que es muy resistente, una característica muy importante debido a que siempre se tuvo en mente que la reina podría fallecer en cualquier parte, lejos de Londres. Este material permite que no sufra daños en los traslados. De hecho, el féretro fue descargado por ocho militares del Boeing C-17A Globemaster que lo trasladó desde Escocia a Londres.
Además, existe cierto misterio en torno a la fabricación de este ataúd. Así lo cuenta el periódico 'The Times', que explicó que la empresa funeraria Leverton and Sons, encargada de las exequias reales no conoce la información relativa a cuándo ni quién fabricó el ataúd de la reina.
Impide la descomposición
De la misma forma, al igual que es muy hermético, el uso del plomo también permite ralentizar la descomposición, debido que mantiene la humedad fuera del ataúd, tal y como informa 'IFL Science'.
Féretro cerrado y cubierto
Habrá que tener en cuenta que durante el funeral, el público no podrá ver el rostro de la reina. Lo único que podrá verse será este féretro, que estará cerrado y cubierto con el estandarte y las insignias reales. Los restos de la reina Isabel II estuvieron en el palacio de Buckingham hasta este pasado miércoles, cuando se ofició el cortejo fúnebre y el féretro quedó instalado en una capilla ardiente en el palacio de Westminster.