Todos los habitantes de Peraleda de la Mata (Cáceres) habían escuchado hablar del conjunto de "piedras antiguas" ubicado a orillas del Tajo, a unos cinco kilómetros de sus casas. En el ideario popular del pueblo enraizó la creencia de que aquello era algo único, y por eso lo bautizaron como el tesoro de Guadalperal. Sin embargo, ningún habitante de la zona pudo —o se atrevió— a estudiar aquellos extraños pedruscos verticales. Tuvo que venir un extranjero para resolver el misterio.
Entre 1925 y 1927, el prehistoriador y geólogo alemán Hugo Obermaier dirigió una serie de excavaciones que revelaron las singularidades y el origen del yacimiento: aquellas piedras eran un monumento megalítico levantado al menos 4.000 años atrás, un tesoro mucho más grande y relevante de lo jamás imaginado. Pero tras esta campaña, el sitio arqueológico fue cayendo en el olvido; y con la construcción del embalse de Valdecañas en 1963, en pleno franquismo, quedó sumergido bajo el agua.
El monumento megalítico de Guadalperal, que en tiempos fue un dolmen con sus correspondientes menhires, ha asomado la cabeza en algunas temporadas de sequía pronunciada, pero este verano se ha registrado una situación "totalmente inusual": ha emergido a la superficie en su totalidad a consecuencia del desembalse de agua a Portugal. Las imágenes retratan un complejo impresionante de unas 140 piedras que, lamentablemente, presentan signos de deterioro. Ante esta "oportunidad única", la Asociación Cultural Raíces de Peraleda ha lanzado la voz de alarma para rescatar los vestigios históricos y recolocarlos en un nuevo emplazamiento.
"En todas estas décadas bajo el agua, las piedras se han empezado a deteriorar: el granito está más poroso, han aparecido grietas y otras piezas se han caído al suelo", comenta a este periódico Ángel Castaño, el presidente de la asociación. Él ya se ha puesto en contacto con la Junta de Extremadura, con quien mantendrá una reunión este jueves, para abordar el problema. La solución que propone es retirar todas las piedras del cauce del Tajo y reconstruir el monumento a orillas del embalse, como se hizo en su día con los restos de los dos templos romanos de Augustóbriga, también conocida como Talavera la Vieja.
El dolmen milenario
El origen del monumento megalítico se remonta a algún momento comprendido entre el milenio III y II a.C., durante la Edad del Bronce, aunque fue alterándose a lo largo de los siglos. Al principio, según los expertos, se erigió un círculo de piedras que harían la función de templo solar, un crómlech como el de Stonehenge aunque de tamaño más reducido. Después, los siguientes pobladores añadieron más menhires y cubrieron el conjunto con lajas horizontales para crear un dolmen.
Además, se concibió un corredor de acceso de 21 metros culminado en la entrada con un menhir con símbolos esculpidos y una serpiente, que supuestamente sería la encargada de custodiar la entrada a la cámara y de proteger sus tesoros. Más tarde se construyó una muralla con guijarros alrededor del dolmen para crear una suerte de enterramiento colectivo. Obermaier, el arqueólogo alemán, se encontró ajuares y otros objetos durante sus excavaciones realizadas en el siglo XX y se los llevó a Múnich para exponerlos en un museo. El yacimiento, no obstante, ya había sido saqueado por los romanos.
"Se cree que el dolmen de Guadalperal tenía la función de centro comercial y cultural de la zona", explica Ángel Castaño. "Pero también pudo tener otro cometido importante: proteger el paso de la Vega de Alarza". El centenar de piedras milenarias, algunas de las cuales tienen una altura de dos metros, buscan ahora una segunda vida fuera del agua. A la luz del día recuerdan a un pequeño Stonehenge subacuático más humilde: el monumento monolítico británico tiene un diámetro de 35 metros por los 26m de la estructura del español.
Pero hay poco margen de maniobra. "Nosotros nos movemos para salvar el patrimonio, y ahora es el momento", asegura el presidente de la Asociación Cultural Raíces de Peraleda. "Queremos poner en valor este monumento para promover el turismo, por lo que habría que recolocarlo sin separarlo de su contexto. Hasta este momento no ha habido interés por parte de las autoridades ni de nadie, pero ahora que está de moda la España Vaciada, este tipo de iniciativas constituyen atractivos". La carrera por que el tesoro de Guadalperal no regrese al fondo del Tajo acaba de arrancar.