El cerro de Alarcos, situado en el margen izquierdo del río Guadiana, es uno de los yacimientos más espectaculares de Ciudad Real. Sus 22 hectáreas lo convierten en un punto clave para el conocimiento del pasado, desde la Edad de Bronce hasta las invasiones musulmanas a la Península Ibérica.
A raíz de las primeras indagaciones en 1984, los arqueólogos han estudiado los distintos períodos históricos, como la Edad Media o los resquicios romanos y visigodos. Actualmente, los excavadores han recuperado una antigua ciudad íbera que data de finales del siglo VI a.C., lo cual permite conocer de primera mano los hábitos de la tribu oretana que vivió en la superficie manchega.
Fue así como en 2013, un equipo formado por arqueólogos e historiadores, en el que destacaban nombres como los de María del Rosario García Huerta, Francisco Javier Morales Hervás y David Rodríguez González, iniciaron una investigación en la necrópolis de Alarcos que no culminó hasta cinco años después. De esta forma, han dado con una joya histórica de 25 tumbas de aristócratas guerreros íberos.
Los enterramientos se dividen jerárquicamente. Curiosamente, aparte de las tumbas de los guerreros, cuyo ritual exigía el sacrificio de hasta 200 animales según la riqueza del individuo fallecido, destacan los sepulcros de dos mujeres.
Derrota cartaginesa
Los restos encontrados muestran a dichas mujeres enterradas junto a varias armas, lo cual indica que el papel de las íberas no era tan secundario como lo podía ser en civilizaciones coetáneas del Mediterráneo.
Según el arqueólogo David Rodríguez, en conversación con EL ESPAÑOL, la figura femenina en el pueblo íbero siempre ha tenido una relevancia considerable. "Solo hay que ver a la Dama oferente del Cerro de los Santos o la Dama de Elche", comenta. No obstante, declara que hablar de una igualdad entre hombres y mujeres sería "aventurar demasiado".
La presencia de estas armas no significa que las féminas hubieran luchado en el campo de batalla, in situ. "Todas las personas aquí enterradas pertenecen a la élite. Cuando esas mujeres se entierran con esas armas quiere decir que pertenecen a ese grupo social" afirma Rodríguez. Por lo tanto, son parte de ese estatus que acompaña a los demás hombres en el mismo espacio fúnebre.
Estos aristócratas podrían haber luchado en la batalla que terminó con la vida de Amílcar Barca. Este líder cartaginés había sitiado la ciudad de Heliké —ubicada en la Península Ibérica pese a que se desconozca la localización exacta— en el año 228 a.C. Orisón, caudillo de los íberos oretanos, se enfrentó a las tropas cartaginesas haciendo frente a sus temibles elefantes de guerra.
Pese a que los documentos son inexactos, los historiadores defienden la idea de que los soldados íberos consiguieron generar el caos entre las filas cartaginesas empleando toros con astas en llamas. Tras la brillante estrategia de los íberos, los hombres de Amílcar fueron derrotados y su líder aniquilado.
Ahora, los arqueólogos buscan comprobar si las tumbas encontradas en el cerro de Alarcos podrían pertenecer a aquellos guerreros íberos que hicieron frente al pueblo cartaginés comandado por Amílcar Barca. "No contamos con fuentes escritas que nos puedan ratificar que este grupo estuvo allí", responde el arqueólogo. Sin embargo, afirma con rotundidad que "casi seguro tuvieron que participar en los sucesos de su época". La clave radicaría en las enormes riquezas de este grupo de 25 íberos.
Para comprobar las hipótesis que se están barajando acerca del histórico hallazgo, David Rodríguez prepara nuevas excavaciones en el yacimiento para el mes de septiembre, en el que contará con voluntarios del grado de Historia de la Universidad Castilla-La Mancha. La misión principal de estas nuevas investigaciones consistirá en analizar las estructuras sociales entre los diferentes cuerpos encontrados.