'Respect': Aretha Franklin se retira después de robarlo todo
La reina del soul que hizo llorar a los Obama, comunica que deja los escenarios a los 75 años.
10 febrero, 2017 02:26Se suponía que iba a ser la noche de Carole King. Al fin y al cabo se trataba de un homenaje que reunía a la gran dama de la canción de los setenta, y a Rita Moreno y George Lucas. Pero cambiaron las tornas en cuanto otra dama se subió al escenario. Enfundada en un visón que se asemejaba más bien a capa de la realeza, se marcó su versión de (You make me feel like) A natural woman que hizo llorar a Barack Obama. Aretha Franklin no dejó títere con cabeza, y los realizadores de la gala tampoco: lloró Carole King, lloraron los Obama, y es posible que hasta llorara George Lucas de confirmarse que tiene sentimientos.
Y no era para menos. En la mente de todos los presentes parecía quedar clara una cosa: estaban presenciando historia viva, estaban viendo a la gran diva del soul de al menos cinco generaciones, estaban delante de la música que se lleva tarareando desde que existe música popular estadounidense. En definitiva, estaban viendo a Aretha Franklin en directo.
James Brown era el padrino, Marvin Gaye era el príncipe, y Aretha era, simplemente, la reina del soul
Aretha Franklin es un tótem en sí misma, y lo demostró esa noche. ¿Carole King? Natural woman es de la intérprete más célebre y reverenciada de esa canción, y no hay intérprete más celebre que Aretha Franklin. Ahora, el anunciado retiro de Franklin -previo disco con Stevie Wonder- nos retrotrae a esa noche dónde, embobados, los presentes asentían ante un mundo que se desvanece, en el que existían los apodos para crooners y las estrellas de candilejas: James Brown era el padrino, Marvin Gaye era el príncipe, y Aretha era, simplemente, la reina del soul.
Del jazz al soul
Nacida en Memphis en 1942 y criada en Detroit, Franklin se forjó dónde se forjan las damas negras de la canción estadounidenses: en la iglesia, con un padre predicador, con el que se empapó de gospel. Tras aprender de manera autodidacta el piano que la acompañaría durante toda su carrera, perfeccionó canto y se dedicó a escuchar el jazz de Dinah Washington y Ella Fitzgerald, quizás sus influencias más directas.
Franklin entró en escena en el momento justo, y en la ciudad adecuada: a finales de los cincuenta, la industria discográfica en Detroit estaba preparada para serializar cantantes criadas en el soul y el jazz, y su talento no pasó desapercibido por Columbia y Motown. Ambas pugnaron por ficharla. Franklin se decidió por Columbia, que intentó convertirla en la nueva dama del jazz, pese a su clara vocación por el soul y el rythmn and blues. Tras un par de discos, Franklin dejó Columbia.
Estados Unidos estaba a punto de cambiar, y llevaría la voz de Aretha por bandera. Tras su paso por Columbia y su primer hit con Runnin' Out of Fools, en 1967 la intérprete optó por un repertorio más pop en Atlantic Records. Llegaron I've never loved a man y Respect, seguidas de Baby I love you, Chain of fools y Say a little prayer for you. El crisol en el que se convirtió la música soul a finales de los sesenta la alcanzarían de lleno. De entre todas, Respect, una canción de Otis Redding, con su ritmo acelerado y el grito de Aretha se convertiría en la banda sonora para las luchas feministas y los movimientos en favor de los derechos civiles que encabezaría su voz.
Bailar, follar o reivindicar
No hubo reivindicación sin Aretha Franklin, y no hubo vida musical sin ella en las décadas de los sesenta y setenta. Si Gore Vidal dijo que la mitad de los estadounidenses de los años cuarenta habían sido concebidos al calor de un tema de Sinatra, lo mismo podría decirse de los años sesenta con Aretha Franklin. Pero pudo aplicarse a todo: bailar, follar o reivindicar, ahí estaba la reina, arrullando. Y, por primera vez, apelando a la experiencia femenina.
Las mujeres negras estadounidenses ya no sólo sufrirían por amor, sino que reclamarían su espacio
La música soul había tenido canciones explícitas -es imposible olvidar el Hold on, I'm comin' de Sam and Dave, o Cruisin' de Smokey Robinson-, siempre apelando al deseo sexual, pero siempre masculino. Aretha cantó a las mujeres que esperan en casa y también desean, sufren y viven como mujeres “naturales”. Hay artistas que logran hablar sobre sexo, hay artistas que hablan sobre revolución, pero es complicado encontrar a artistas que hablen de todo eso y que lo hagan en una misma canción. Aretha se convertiría, a mediados de los setenta, en la reina de una nueva canción que apadrinaría a Nina Simone y Roberta Flack. Y mucho más adelante, a Beyoncé. Las mujeres negras estadounidenses ya no sólo sufrirían por amor, sino que reclamarían su espacio.
Desde entonces, Aretha Franklin fue icono. Además de por sus canciones, por lo que estas representaban. Aupada en la gloria de premios y reconocimientos incesantes, desde los años ochenta en adelante, Franklin se permitió surfear su gloria con cameo incluido en la película The Blues Brothers, versionar a los Rolling Stones de Jumping Jack Flash o participar con Lauryn Hill en A rose is still a rose. En definitiva, se permitió convertirse en leyenda viva.
Con el nuevo milenio, inauguró Superbowls y tocó en la inauguración de Obama. Tras homenajes, apariciones estelares y premios a toda una carrera, confirmaba siempre lo mismo: que seguía ahí. Y en cada ocasión, la canción acababa siendo suya.
Bien lo sabe Carole King, las reinas están acostumbradas a usurpar coronas.