“Estoy cansado de los revolucionarios que se quedan en los miles de manifestantes en Tahir o en Sintagma. No me impresiona. Esto es muy fácil de hacer, el verdadero cambio es cómo evolucionamos cuando vuelve la vida cotidiana”. El filósofo más famoso del momento arrancó fuerte su primera conferencia en España. Slavoj Zizek advirtió al público que abarrotaba el Círculo de Bellas Artes de Madrid, que su conferencia iba a ser ingenua y bruta por lo que pretendía plantear.
“Nuestra vida sí debería estar estructurada en instituciones fijas, pero en instituciones fijas diferentes”. Esa es la manera para superar la fase inicial de las revoluciones multitudinarias. Y recordó la película Uve de Vendetta: ¿cómo reorganizan el aparato del Estado una vez están al frente? “Cuando oímos a los anarquistas hablar sobre sus aldeas sin miembros alienados, habría que recordar que la supervivencia de estas instituciones dependen de instituciones alienadas: cuanto más se autogobierna, más necesitamos que esta red alienada sea invisible”.
Esa es la refundación del socialismo burocrático: hay que buscar una alienación fluida e invisible, una que sea capaz de sostener la vida de nuestras relaciones locales. Este es el alegato que ha propuesto el filósofo, en medio de su coreografía de tics interminable.
La normalidad tras la revolución
“El stalinismo fue el fracaso de la burocracia”. Para explicar este paradigma se refirió a la “triste” situación de Grecia. “Sólo los movimientos populistas de derechas se han atrevido a parar las medidas de austeridad”, dijo. Zizek se repitió una y otra vez, qué hacer el día después de tomar el poder. Qué debe hacer la izquierda: “El problema de Syriza es que se convirtió en un partido que perdió el contacto con su base electoral. Por eso deberíamos volver a unir las bases sociales. Pero donde Syriza falló porque no encontró una nueva manera de reorganizar el Estado. Todos los grandes revolucionarios sabían que no podían mantener un Estado de emergencia permanente, donde todo el mundo se mantiene activo y en emergencia. Entonces, ¿cómo volver a la normalidad?”.
El filósofo explica que necesitamos unos mecanismos alienados. E hizo una declaración personal, a riesgo de ser linchado: quiero vivir en paz y vivir mi vida en paz, sencillamente quiero mecanismos invisibles y eficaces que se encarguen de la rutina. “No hay nada burgués en todo esto”. Aclaró: “Siempre lejos de las manos del capitalismo”. Por eso dice que es sencillo dar la vuelta a los viejos proverbios, que lo difícil es crear nuevos proverbios. De ahí que critique a los comunistas por ser “extremadamente no dogmáticos”. Siempre fueron conscientes de que la movilización se acabaría pronto y se movilizaban para crear un aparato que les mantuviera en el poder siempre.
Declaró que le parece terrible que la izquierda reclame a los refugiados por intereses revolucionarios: “ Piensan que si importan refugiados podrán hacer la revolución, porque no tenemos sujetos revolucionarios. Lo importaremos”. Así que explicó que los líderes pseudoprogresistas son más peligrosos que Trump.
Macron, Le Pen y Podemos
Volvió a provocar al respetable: “¿Por qué la gente tiene miedo a que un robot le robe el trabajo? ¡Si va a trabajar menos! Esto nos dice que la izquierda no tiene una visión clara”.
Y saltó a definir la ideología hoy es una aceptación sumisa que nos dice que cualquier visión de otro mundo es descartada, porque la censura ideológica no tiene por objetivo aplastar el levantamiento, sino aplastar cualquier esperanza de cambiar el mundo. Sobre Macron dice que ganó como surgido de la nada. “Tanto Berlusconi como Macron aparecieron así, de la nada. No es un signo de implicación popular directa. Estas figuras se presentan con todo el apoyo de las élites económicas y su propuesta es ocultar sus verdaderas intenciones”. Estos partidos surgen gracias a la creación de nuevas amenazas que ellos mismos lanzan para amedrentar. “La izquierda y derecha moderada está desapareciendo”.
Para Zizek, Macron es el candidato de las élites y necesitábamos una unidad antifascista contra Le Pen, pero para él fue muy triste ver el apoyo absoluto a Macron. “Si insinuabas algo contra él, te denunciaban por apoyar a Le Pen. Macron entra en escena cuando aparece el populismo fascista de Le Pen”. Por eso pide que se vuelva a demonizar a Le Pen, porque ha sido desdemonizada. Pero con eso no basta. Porque las políticas hegemónicas predominantes han hecho posible el triunfo de Le Pen, el fracaso del establishment. “El objetivo de Macron no era sólo derrotar a Le Pen, sino también acabar con las opciones más radicales de la izquierda”. Y pidió a Podemos que tomara la posición de dirigirse a la mayoría moral, no dejarle ese espacio a la derecha.