La guerra entre romanos que enfrentaba en la Península Ibérica al rebelde general Sertorio con las tropas senatoriales lideradas por Quinto Cecilio Metelo tuvo su teatro de operaciones, entre los años 79-78 a.C., en la actual región de Extremadura. Probablemente, las legiones de la Urbs asentaron su campamento en Cáceres el Viejo —también conocido como Castra Caecilia—, cuya fundación la fechan los arqueólogos entre 90-70 a.C., y desde allí organizaron operaciones para "destruir pueblos y quemar culturas", según describen las fuentes clásicas. Los insurgentes, por el contrario, optaron por una estrategia de guerrilla al encontrarse en inferioridad numérica y clara desventaja táctica.
En el entono al norte de la ciudad moderna se conocen varios asentamientos, a priori contemporáneos de la guerra sertoriana, que siguieron unas mismas pautas de implantación: fueron ubicados en la cima de los cerros más altos, con amplia visibilidad, orientados hacia el sur en dirección hacia Cáceres el Viejo y erigidos con técnicas constructivas sencillas que revelan una arquitectura apresurada, tosca y con materia local. Uno de estos sitios es Cáceres Viejo de Santa Marina, en el municipio de Casas de Millán. ¿A qué bando pudieron pertenecer? ¿Qué función desempeñaron? Aunque los interrogantes superan a las certezas, las excavaciones recientes han arrojado hallazgos muy interesantes.
La primera conclusión conduce a la ocupación del yacimiento, datada en un momento centrado de la primera mitad del siglo I a.C. Hasta ahora, el sitio estaba clasificado como un castro (oppidum) de la Edad del Hierro, pero no se han documentado vestigios anteriores a la presencia romana tardorrepublicana. El descubrimiento de balas de plomo (glandes plumbeae), proyectiles de piedra y otros materiales en los espacios prospectados ha confirmado, por otra parte, el carácter militar del recinto, que no presenta el característico plano rectangular.
El director de los trabajos ha sido Carlos Pereira, investigador del UNIARQ - Centro de Arqueología de la Universidad de Lisboa y el Museo de Cáceres y experto en la arqueología militar romana del occidente peninsular. Las dos campañas de excavaciones —el estudio de los resultados de la última acaba de publicarse en la revista Archivo Español de Arqueología— han sido realizadas por iniciativa propia y gracias a la ayuda de su Facultad y de algunos compañeros, además de la comprensión del propietario del terreno. El proyecto, por desgracia, agoniza ante la dificultad de conseguir financiación pública, un obstáculo permanente en la disciplina tanto en Portugal como España.
"Creo que Cáceres el Viejo [sobre este campamento romano Pereira está preparando una gran monografía junto al catedrático de la Universidad Complutense Ángel Morillo] y Cáceres Viejo de Santa Marina son casos excepcionales, únicos y que permitirán reconstituir con bastante detalle la historia de la región si se sigue investigando en ellos", explica el arqueólogo a este periódico, reclamando un mayor esfuerzo a las instituciones españolas para el estudio de estos yacimientos.
Los investigadores manejan varias hipótesis sobre la función del recinto de Casas de Millán, que tuvo una corta aunque abundante ocupación. Enmarcado en esa línea de asentamientos que controla la ruta que vendría a fosilizarse en la Vía de la Plata, podría relacionarse con una estrategia militar de defensa —o incluso de ataque— y vigilancia del territorio concienzudamente implantada. Pero no se descarta que el enigmático yacimiento fuese un puesto avanzado del campamento de Cáceres el Viejo o incluso que esté relacionado con eventos bélicos posteriores a la guerra de Sertorio: en el año 61 a.C., Julio César dirigió en la zona una serie de acciones para poner fin a las incursiones de vettones y lusitanos.
Registro material
Los recientes trabajos arqueológicos se han centrado en la excavación de tres estancias y un área externa, probablemente de uso público, que se correspondería con una calle para acceder a los distintos espacios. En el llamado Ambiente 3, además de una estructura de piedra que pudo funcionar como banco o lecho, se han documentado ocho recipientes de cerámica común y un borde de ánfora de cronología claramente romana. El Ambiente 4, lugar donde aparecieron los proyectiles de piedra junto a tres láminas de cuchillo y un posible elemento de signa equitum, una suerte de insignia militar, se ha asociado además a la producción de actividades textiles —cuatro fusayolas de cerámica— y domésticas —un molino circular— y al abastecimiento de agua —un tonel cilíndrico, también de cerámica—.
El Ambiente 5, con un suelo hecho a base de grandes y medianos bloques de piedra cuarcita, presenta una arquitectura más cuidada, con materiales acarreados de zonas más alejadas, que las otras estructuras. Es llamativo que las cerámicas comunes del yacimiento, fabricadas con un torno manual, presenten una influencia prerromana tanto en las técnicas de fabricación como en la morfología y decoración. Estas características permiten sugerir que el asentamiento tenía una relación más próxima con las comunidades del nordeste, las que estaban entre el Tajo y el Duero, que con las meridionales; y contribuyen al debate sobre su encuadramiento cronocultural.
"Si asumimos que el campamento militar de Cáceres el Viejo es contemporáneo al asentamiento de Cáceres Viejo de Santa Marina, ¿por qué la cultura material es tan distinta y delata claramente influencias antagónicas?", se pregunta Carlos Pereira. "El estudio que estamos haciendo de los artefactos de Cáceres el Viejo nos está indicando claramente que la mayoría es de influencia itálica, mientras los de Cáceres Viejo de Santa Marina parecen ser mayoritariamente de influencia indígena, con excepción de una moneda de plata [datada en 80 a.C.] y de los proyectiles de plomo. ¿Podría ser este un indicio de dos bandos distintos? ¿Podría ser una zona de conflicto o de frontera?".
Interrogantes que únicamente se resolverán con más excavaciones en este yacimiento y en los otros que se reparten a lo largo del sistema montañoso de la región. De momento, solo se puede afirmar con seguridad que Cáceres Viejo de Santa Marina responde a una ocupación militar y que puede relacionarse con el estacionamiento de tropas auxiliares romanas, descartando la presencia de un "ejército oculto" al no haber una población anterior.
"Creo que los datos obtenidos son un argumento más que permiten proponer que, en efecto, la zona de conflicto [entre Metelo y Sertorio] podría ubicarse en este lugar, por lo menos en determinado momento y sin prejuicio de que poco tiempo antes o incluso después se haya movido a otros lugares", cierra Pereira analizando las divergencias entre los investigadores —unos defienden que el general rebelde se refugió en el área entre el Duero y el Tajo y otros que no llegó tan al norte—. Un trabajo casi detectivesco para seguir en Hispania el rastro de la guerra sertoriana.