Madrid, 4 de enero de 1944. Un tren correo, al no poder frenar, choca dentro de un túnel con una máquina de maniobras. Minutos después, un tren carbonero embiste en el mismo punto desatando el caos y numerosos muertos. Se trata del accidente ferroviario de Torre del Bierzo.
Pese a que los periódicos informaron al día siguiente del peor accidente ferroviario de la historia de España, la censura franquista no solo minimizó las cifras, sino que también impidió a los medios seguir publicando informaciones referentes al suceso. La maquinaria dictatorial del régimen trató de esconder la catástrofe y las cámaras del NO-DO no grabaron absolutamente nada de aquel suceso. Según los datos oficiales, el accidente se llevó la vida de 78 personas.
No obstante, otras estimaciones hablan de medio millar de muertos y una investigación llevada a cabo en 2019 concluye que las víctimas fueron en total 100. Los datos, de todas formas, solo reflejan números. La gente que muró aquel inicio de año tenía parientes, familia, aspiraciones y preocupaciones. Eran españoles que habían sufrido la Guerra Civil y que cada mañana leían las noticias de una Segunda Guerra Mundial que poco a poco llegaba a su fin.
Por eso mismo, el escritor José Antonio Lucero recupera este trágico accidente enviado al olvido deliberadamente a través de su nueva novela, La vida en un minuto (Ediciones B), donde relata la historia de Daniel, quien malvive del estraperlo, y Julia, quien empieza a estudiar letras en la universidad y siente la necesidad de separarse del futuro que su familia ha elegido para ella.
"La novela tiene este episodio histórico como núcleo principal pero también intento contar la situación de posguerra que se vive en Madrid, la cual retrato mediante dos personajes que son a priori antagónicos", cuenta Lucero en una entrevista concedida a EL ESPAÑOL. "Coinciden en un tren el cual el lector sabe que se va a accidentar en Torre del Bierzo", añade.
Los hechos
Con un ritmo adictivo pero que a su vez sabe mantener la calma y marcar con todo detalle la cronología de los hechos, el autor desarrolla en su novela histórica cómo tuvo lugar aquella hecatombe en el túnel número 20. "Ha sido un proyecto complicado porque realmente ha habido pocos trabajos especializados", recalca el escritor. "La documentación del accidente ha sido fundamentalmente a través de hemeroteca, artículos especializados, foros y demás documentales contextuales", apunta.
Aquella mañana, el correo-expreso 421 procedente de Madrid y con destino A Coruña era el único convoy de pasajeros que se esperaba. Algo sucedía con el correo a la altura de Bembibre. Al parecer bajaba sin frenos, a toda máquina. "Súbitamente, al bramido incesante de las locomotoras le acompaña la visión del correo-expreso, que, como una bala entre la niebla, aparece a lo lejos con una enorme columna de humo saliendo de sus chimeneas. No hay tiempo para nada. El tren atraviesa la estación como una larga sombra de doce vagones y entra en la boca del túnel lanzando aullidos de alerta", narra José Antonio Lucero en La vida en un minuto.
El coche correo había descarrilado, pero no sería la última de las desgracias. Mientras los pasajeros, heridos y doloridos por el golpe, se reponían, un carbonero que debía cruzar Torre del Bierzo choca produciendo una catástrofe aún mayor.
¿Maquis?
Todo se había originado a raíz de un fallo en el sistema de frenado de una de las locomotoras. El cúmulo de casualidades y el azar hizo lo demás, ayudado por el mal estado de las instalaciones. "Las vías de ferrocarril eran muy precarias. España venía de una guerra y las máquinas habían sufrido muchísimo", apunta el autor a este periódico. "Al franquismo, que intentaba dar una imagen de regeneración, no le convenía que saliera a la luz un accidente que había ocurrido por una cuestión de azar pero también por el deterioro de los elementos ferroviarios", agrega.
En este sentido, la censura franquista trató de ocultar lo sucedido y culpó del accidente a los maquinistas que sobrevivieron al accidente. La prensa los demonizó y sufrieron el escarnio de sus vecinos, impulsados por el régimen que intentaba lavarse las manos sin asumir ningún tipo de responsabilidad. "Finalmente salieron ilesos al demostrarse que hicieron todo lo posible por evitar aquel accidente", comenta Lucero.
Tal fue el ímpetu de Franco por evitar que la tragedia afectara negativamente a la imagen de un nuevo sistema que aún se encontraba en plena posguerra, que buscaron la forma de culpar a los republicanos de lo acontecido.
"Se buscaron conexiones con los maquis, que por aquel entonces seguían operando en los montes de León", afirma el escritor. El Bierzo era una de las zonas con mayor actividad de estas guerrillas compuestas por socialistas, cenetistas, anarquistas, ugetistas, comunistas y combatientes sin militancia definida reticentes a la dictadura. Sin embargo, el tiempo demostraría que "los maquis no tuvieron ningún tipo de vinculación con el accidente".
El franquismo ocultó un episodio trágico de la historia de España que jamás olvidarían los familiares que perdieron a alguien en aquel túnel número 20. Ahora, José Antonio Lucero rescata del olvido un accidente que hasta el momento no había sido contado en la literatura.