Creo que nadie negará que esta semana ha sido trágica, la más negra y lúgubre, para el exitoso formato de Mediaset, Gran Hermano. Bien es cierto que desde que viera la luz ese vídeo de Carlota Prado (26 años) en el Confesionario visualizando cómo la noche anterior José María, su pareja de entonces, se sobrepasaba con ella, todo se desencadenó cuesta abajo y sin frenos. La supuesta violación volvía a escandalizar a media España, dos años después de que tuviera lugar.
El tema colapsaba las redes sociales y el hecho de marras -esa fatídica noche en Guadalix llena de alcohol y despropósito- corría como la pólvora en Twitter. Crecía y creía, nadie lo paraba. Opiniones, juicios de valor, feroces críticas contra el programa... y este, callado. Tan solo cuando se le puso la soga al cuello, se emitieron dos comunicados, un tanto contradictorios. En el primero se argumentaba que se habían seguido los protocolos habituales expulsando a José María tras ese "incidente". Ah, y que Carlota había recibido ayuda en su momento.
Si hubiesen imaginado la que se iba a liar, seguramente nunca habría visto la luz ese escrito. El lunes 25 de noviembre, escasas horas después, llegaba la respuesta: los anunciantes que se publicitaban en Gran Hermano comienzan a caer como moscas a modo de repulsa. Uno, otro y otro y otro ... ¡hasta 44 empresas muestran su repulsa y anuncian su rescisión al cierre de este blog! Ninguna quiere saber de este escándalo, no desean verse involucradas en el caso Carlota. No, corrijo: no quieren que se les relacione con la forma de gestionar el hecho por parte del programa.
Los anuncios en la franja del reality -en todas sus versiones-, como digo, caen en cascada. Y, con ellos, el dinero, mucho dinero, muchísimo. ¿Se acuerdan que antes les conté que se habían emitido dos comunicados? Pues aquí va el segundo. El día 28, jueves, Mediaset rompe su silencio de nuevo. Un resumen: que revisarán los protocolos, que están en contra "de esa lacra", que hay un proceso judicial abierto y, hete aquí lo bueno, que se instaurará "la política de cero alcohol". ¡Como si ese fuera el problema! Quitar el alcohol, alejar la tentación... para no caer de nuevo. ¡La ley seca en nombre de la calma!
Vamos, creo que es una tapadera absurda al problema. Es como tapar el sol con un dedo. No, señores, el problema está ahí, sigue ahí. Latente. Estamos de acuerdo, faltaría más, que nadie salvo José María es responsable de la acción que cometió; solo él, que la llevó a cabo. Fastidioso el supuestamente, pero sí. Ok, es así, pero en el momento en que el concursante está realizando ese deleznable acto... ¡alguien tendría que haber hecho algo! ¡Haber interrumpido esa acción! Lejos de eso, se graba todo para luego exponérselo a Carlota en el Confesionario.
Tengo que decir que este tema, el del alcohol, me escama bastante. Me he educado con una abuela que siempre ha temido el alcohol, lo ha odiado con todas sus fuerzas y lo entiende y cree como el responsable de todas las tragedias de su vida. ¡Y hasta lo mira con recelo en celebraciones! Y siempre me rebelé. "Tendrían que prohibirlo, que nadie bebiera. Todos seríamos más felices", me ha dicho siempre. Invariablemente. Y no, no y no: la solución no es poner parches, ¡es enfrentarse a los problemas! Asumirlos y ponerse enfrente de ellos. El alcohol no es malo: se vuelve vil -por decir algo- el que lo ingiere. De esa persona depende, cómo ser alguien con raciocinio. En qué tropezamos y qué no nos favorece. Lo sabemos, siempre se sabe.
Hay que recordar, volviendo a la casa de Guadalix, que el hecho de que en el concurso haya alcohol ha dado muy buenos momentos. ¡Mágicos, sublimes! ¿Es que hemos olvidado a esa Anabel Pantoja (33) en Sálvame Okupa -primo cercano a GH- mirando a la cámara, tambaleante y en bata, arrancándose por Salta la rana, de María del Monte (56). Ahí yo veo a una persona pasándoselo bien y sin dañar a nadie. ¿O qué me dicen de esas fiestas temáticas que se han hecho en el reality? No sé, me da nostalgia y pena. A mí todo lo que tenga que ver con requisar me suena a tiempos dictatoriales. Gran Hermano, te digo: no creo que sea la solución.
¿La prueba? Que la censura del alcohol no está frenando la caída de anunciantes. Todo lo contrario. Nada estáis solucionando. Caen y caen... Nunca un hashtag había sido tan poderoso. No sé, aquí mi humilde opinión. ¡Buena suerte!
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