Hace dos años que tuvo lugar el episodio más trágico y vergonzoso de la historia de la televisión. Aconteció en Gran Hermano Revolution, cuando en la casa de Guadalix de la Sierra se celebró una fiesta, en la que el alcohol rodó sin miseria. Parecía un festejo más, de tantos que se producen, pero no. El concursante José María López, presuntamente -aún no ha habido juicio y, por tanto, tampoco sentencia- abusó sexualmente de Carlota Prado (24). Se conoce que a Carlota el alcohol le cayó mal y su pareja dentro de la casa -ya habían tenido previamente una hora sin cámaras y lo suyo era oficial-, se la llevó, visiblemente semiinconsciente ella, a la habitación.
¿Para acostarla y protegerla? Se ve que no. Las cámaras lo graban todo -ya me entienden- y el escándalo fue mayúsculo; a los pocas horas llamaron al Confesionario a Carlota, le contaron lo sucedido, expulsaron a José María por "conducta intolerable" y el programa, al día siguiente, interpuso una denuncia contra José María en la Guardia Civil. Y... hasta ahí. No se hizo más, no se depuraron más responsabilidades. Se podría haber hecho mucho más. Casi todo, porque casi nada se hizo.
De aquello han pasado dos años en los que no se ha celebrado ningún juicio: ¿dónde están los responsables? ¿Por qué no se ha cazado a los culpables? ¿Por qué la guardia de la noche -en la casa siempre hay personas vigilando las cámaras- no entró y frenó aquello? Sí, las denuncias -tanto por parte de Zeppelin, la productora del programa, como por la de Carlota- se interpusieron... pero nada ha pasado.
La justicia va lenta, dicen. Ni que lo digan. No me puedo creer que nadie haya hecho nada. Feministas, ¡dónde estáis! ¡No os escuché ni antes ni ahora! Nadie ha sido castigado, ni qué decir condenado. ¿Dónde está lo ejemplarizante en este caso? ¿Por qué nadie explica nada? Que yo sepa, ningún órgano ha alzado la voz y ha pedido que caigan cabezas. La propia Carlota se quejaba hace unos meses en una entrevista para El Confidencial -la única que concedió- que no entendía este silencio tan cruel y conspiratorio. Que el reality no le dejó hablar sobre el caso en su momento, como era su deseo. Se lo "impidió". Que todos, la sociedad, miraron hacia otro lado y los jueces no movieron ficha.
El caso está de nuevo de actualidad porque el vídeo en el Confesionario -en el que el programa le explica a Carlota lo sucedido y le pone las imágenes- ha visto la luz. Ahora, fíjense qué cosas, sí que atisbo un ruido de fondo, el escándalo vuelve a coger fuerza, pero, ¿qué diferencia hay de ahora a hace dos años? ¡Ninguna! ¿Hace falta que veamos, cual carniceros, la tragedia para que nos la creamos? Sinceramente no veo ninguna diferencia. Sí una coincidencia: nada se hizo y nada se ha hecho ahora.
Ese vídeo es muy fuerte. Carlota sufre al verse y pide, suplicante, que por favor paren las imágenes. Nadie responde al principio. Prado vuelve a insistir, envuelta en lágrimas y con la voz estrangulada: "¿Puedes pararlo ya?". Tras su insistencia, esa voz del Súper se apiada a medias: "Lo paramos cuando quieras, pero creo que tienes que verlo". "¿Más?", pregunta Carlota acerca de si existe más contenido. "Hay más", se le responde. A todo esto, Carlota, hecha un guiñapo. Vuelve a pedir que se lo quiten, llora, se apoya en la pared. "Que sigue el puto audio. Quítalo", atina a balbucear de nuevo.
Carlota pregunta si ese vídeo será visto por la audiencia. El Súper le garantiza que no. Al punto, pregunta por José María, le informan de que ha sido expulsado, pero ella siente la necesidad imperiosa de hablar con él. El programa no está por la labor, es tajante: "No. Queremos que sepas que la organización no comparte este tipo de comportamientos. Queremos que sepas que tienes todo nuestro apoyo psicológico. Queremos que sepas que si quieres abandonar también estás en tu derecho, sin ningún tipo de penalización".
La concursante quiere conocer la versión oficial que se dará de ese trágico momento. "Diremos que ha sido expulsado por una conducta inapropiada dentro de la casa de Gran Hermano", se le responde. Ese es el vídeo, les decía, que hoy ha visto la luz. De él saco dos conclusiones: que Carlota no quería ver las imágenes y no se las quitaron y que quería hablar con José María y no la dejaron.
Después de aquella conversación en El Confe, lo que aconteció fue lo que sigue: la productora denunció a José María en la Guardia Civil, Gran Hermano emite un comunicado en el que tilda el tema de "conducta intolerable" y José María rompe su silencio para decir lo que sigue: "Muchas gracias por el apoyo que estoy recibiendo. Y muchas gracias por hacer mi sueño realidad en estos cuarenta y tantos días que llevo en la casa de Gran Hermano'. Un abrazo". Ahí no se quedan sus palabras, su letrado lanza un comunicado negando la mayor: "Acudirá para colaborar en todo lo que pueda con la investigación a la que hace referencia la noticia para demostrar la falsedad de la misma".
Ah, a todo esto: José María se creyó y se cree inocente a día de hoy. Importante el dato. Carlota vuelve a la casa de Guadalix tras un tiempo de reflexión en un hotel, apartada de todo. Se desahoga en su blog: "Quiero dejar claro que la decisión que se me comunica sobre la expulsión de José María en el primer momento me deja atónita, no logro imaginar el motivo, pero tras ver las imagenes, el shock es tremendo y, muy a mi pesar, entiendo y estoy de acuerdo con lo que se decide. Yo soy la persona que pide hablar con él, yo soy la persona que pide que él también lo vea, aunque él lo vivió, él sí estaba consciente. No sé a que hora, pero ese sábado por la tarde para mí se convierte en un total desconocido, con el que espero no tener que volver a tratar".
Carlota sigue con su concurso, es expulsada y es entonces cuando se queja públicamente de que no la dejaron expresarse en la entrevista en plató con Jorge Javier Vázquez (49) ni en ninguna de las galas que se sucedieron. Quería hablar, deseaba hacerlo, pero se lo impidieron. Se conoce que el programa quiso zanjar, de una vez por todas, ese agrio episodio. Más tarde vendría la denuncia de Carlota a José María y su primera y única entrevista tras dos años de silencio. En ella habló de la impotencia por que todo siga igual, que no se haya celebrado ni juicio. Cuenta que no puede trabajar, que está en tratamiento psicológico. Que su vida ya no es la misma.
¿Y José María?, me pregunto yo. Desaparecido en combate. Nada se sabe de él y ni rastro de redes sociales. Borradas. Dos años, más o menos 730 días donde nada ha pasado. Insisto, ¿dónde están los responsables? ¿Y qué me dicen de ese feminismo que se enarbola para otras causas y que con este caso ha imperado el silencio? Y no me puedo despedir sin dejar claro una cosa, antes de que me salga una úlcera: un presunto abuso sexual, una violación...¡no es una conducta intolerable! A ver si usamos correctamente las palabras... Claro que, puestos así, tampoco debería usarse el presunto. O es un abuso o no lo es. ¿Tiene que volver a ocurrir para que se actúe?
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