El 8 de enero de 2022 perdía la vida, en Colombia -donde se fue a celebrar las navidades, en el marco de la feria taurina de Manizales-, el diestro Jaime Ostos, a los 90 años, a causa de un infarto. Un doloroso final que nadie se podría haber figurado, dado que el legendario torero disfrutó de las fiestas con energía, buen ánimo y actitud.
Tenía los achaques lógicos de la edad, pero, en general, gozaba de una gran vitalidad. Su final tiñó de negro unos tradicionales días luminosos y centelleantes. Su viuda, María Ángeles Grajal (68 años), que viajó con él al país de sudamérica, se mostró destrozada al irse el hombre de su vida.
En España, el vástago del matrimonio, Jacobo Ostos (39), en shock, lidió como pudo con el interés mediático. "Ha muerto como quería, bailando con su gente y con el amor de su vida", entonó el joven, embargado por la emoción. Los restos mortales de Ostos fueron trasladados a España, donde descansan sus cenizas, no sin enorme polémica familiar.
En medio de la guerra de Grajal con los hijos mayores de Jaime, de resultas de la herencia del diestro, que murió sin hacer testamento, EL ESPAÑOL confirma que María Ángeles vive un momento plácido y sereno.
Quien bien conoce a Grajal sostiene que ha sido un año muy difícil y complicado, en el que tuvo que afrontar y trabajar no sólo el duelo, sino la presión mediática, los ataques públicos de los vástagos de Jaime y el mero trámite del fallecimiento.
"No es una mujer de polémicas y no la verás en un plató despotricando de aquí y de allá, y puedo decir que razones tiene", desliza este informante, que guarda amistad de décadas con la neumóloga. Por fin, tras mucho tiempo en venta, María Ángeles y su hijo se deshicieron, el pasado octubre, de la casa que fue conyugal, en la localidad madrileña de Villaviciosa de Odón.
La doctora cerró la operación de venta por un precio de 650.000 euros, muy por debajo de lo que pedía en un principio: 841.500 euros. Una pequeña alegría en su duelo que le ha permitido emprender una nueva vida. La neumóloga -que tiene su propia consulta en Madrid- ha encontrado un nuevo domicilio en la urbanización La Moraleja, donde vive próxima a su hijo Jacobo.
Grajal ya está instalada y ya organiza sus primeras navidades en su flamante inmueble. En medio de este tímido resurgir, un buen día María Ángeles conoció de nuevo la ilusión. Sin previo aviso y en el peor momento para ella: así llegó a su vida el empresario valenciano José Gandía.
Sólo ellos saben el alcance de su relación y qué les deparará la misma. Gandía es un empresario valenciano, afincado en Sevilla. Ambos viven este momento con gran discreción. A nivel de formación, estudió en el mismo internado que el emérito Juan Carlos (85), el Ville Saint-Jean de Friburgo.
Desliza quien lo conoce que Gandía proviene de una familia acaudalada y respetada en Valencia y se graduó en Economía y Finanzas en París. María Ángeles y José son dos personas que dejaron atrás otra vida, con hijos de por medio. La persona con la que se contacta sostiene al otro lado del teléfono sobre este momento vital de Grajal: "A Jaime le gustaría verla feliz y contenta. Se lo merece mucho".
Los otros hijos de Jaime
Antes de Jacobo Ostos -fruto de su amor por María Ángeles-, Jaime tuvo otros hijos. Con su primer matrimonio con Consuelo Alcalá, el diestro se convirtió en padre de Gabriela y Jaime. Aunque con su primogénita tuvo una relación de altibajos, limaron asperezas y tras su deceso ella lleva por siempre un especial recuerdo de él.
Tras su muerte, expresó en televisión que el torero "era un hombre bueno, extraordinario y ayudaba a todo el mundo". En 1992, de una relación extramatrimonial con Aurora Díaz nació su tercera hija, Gisela, a quien la justicia reconoció como legítima en 2003.
De todas ellas, María Ángeles Grajal se convirtió en el gran amor de su vida. A pesar de su diferencia de edad -20 años-, por la cual fueron muy cuestionados al inicio de su relación, se mostraron muy unidos. Si bien tuvieron algún bache durante su relación, estuvieron juntos hasta el final. Contrajeron matrimonio en 1987 por lo civil y en 2015 por la iglesia.
Desde que murió el torero, María Ángeles Grajal ha intentado mantenerse en un discreto segundo plano. Aunque ha acudido a algunos actos, como las comidas celebradas por la peña Las majas de Goya, apenas ha roto su silencio. Sí lo hizo, sin embargo, para explicar que ponía en venta la casa que compartió con su marido porque era "muy grande", estaba muy alejada de la capital y ella prefería vivir en Madrid.
En alguna ocasión, también ha expresado públicamente que el recuerdo de Jaime Ostos es imborrable.