"Cuidaré de mamá, tu compañera de viaje desde hace más de 50 años. Buen viaje, papá. Te amo". Albert Rivera (43 años) se despedía así de su padre, Agustín Rivera, el pasado 22 de agosto en las redes sociales, dos días después de su inesperado fallecimiento a los 71 años a causa de un problema derivado del corazón en Vélez-Málaga, su hogar desde hacía tres años.
Era el día 20 cuando el exlíder de Ciudadanos recibía la que después sería la peor llamada de su vida: su madre, María Jesús Díaz, le daba la triste noticia. La familia y el entorno más cercano del expolítico, incluida su expareja y madre de su hija Lucía, Malú (41), se desplazaron al tanatorio de La Axarquia para dar el último adiós al patriarca del clan Rivera.
Ha pasado más un mes desde que Albert se derrumbara "en tu ataúd antes de incinerarte con la sensación de que al irte me estaban arrancando parte del corazón sin anestesia". Desde entonces, ha estado pensando en lo "maravillosa" que es la vida y en la importancia de "disfrutarla cada minuto. Eso creía mi padre y así me lo inculcó siempre. Pero la vida a veces duele, mucho, muchísimo…".
Ahora está cumpliendo esa promesa que le hizo a Agustín: arropar a su madre en estos momentos tan duros. Ha sido este pasado lunes, 25 de septiembre, cuando ambos han disfrutado de un agradable encuentro al sol en una terraza del puerto de Málaga. "Mamá es casa", escribía en las redes el que un día fundó el partido Ciudadanos junto a una fotografía de él y de María Jesús, Chus para los amigos y apodada así en las redes sociales.
Ambos se han mostrado cercanos, cómplices y sonrientes ante la cámara. Albert vestía un polo azul marino de manga corta, vaqueros y gafas de sol, y su madre un chaleco negro, vaqueros y también gafas de sol. Aparecen sentados y agarrados de los brazos.
Según ha podido averiguar EL ESPAÑOL, se encuentran en el restaurante Gutiérrez Puerto. Puestos en contacto con el local, el establecimiento no ha querido dar ningún tipo de información. El sitio se ubica en el muelle del puerto de Málaga y cuenta con un ambiente y unas vistas increíbles de la zona.
Asimismo, la especialidad del restaurante es el marisco y los pescados frescos. "En Grupo Gutiérrez nos enorgullecemos del producto que ofrecemos a toda Málaga, puesto que somos productores de todos nuestros platos. La calidad es uno de nuestros valores, el cual promovemos desde nuestros pesqueros hasta la calidez de la mesa donde servimos nuestros pescados", señalan desde la página web.
En cuanto al menú, Albert y su madre han podido disfrutar de algunos de sus platos estrella como la sopa de marisco, un arroz con bogavante o con carabineros, una paella de marisco, un rodaballo, espetos, fritura de pescado, ostras, coquinas, pulpo a la gallega o cigalas, entre otros. Aunque, si por el contrario se han decantado por la carne, contaban con presa ibérica, un lomo o un entrecot. Se desconoce la comida que finalmente han escogido, ya que en la captura sólo se aprecia en la mesa el bolso croché de color blanco de María Jesús y un móvil.
El viaje a Andalucía del abogado también se debe a la tercera edición del Sun and Tech, el foro de tecnología, innovación y emprendimiento organizado por el diario Sur que se ha celebrado este 26 de septiembre en la ciudad malagueña en el que ha hablado de la estrategia de la inversión.
La vida de María Jesús
La historia de amor María Jesús y Agustín duró más de 50 años. Se conocieron en la década de los 70 en Barcelona y poco tiempo después contrajeron matrimonio y trajeron al mundo a su único hijo, Albert. Ella sólo tenía 20 años.
Su vida giró en torno a Granollers hasta 2020, cuando dijeron adiós al municipio catalán y hola a Veléz-Málaga. Desde entonces, Chus ha regresado de vez en cuando a su pueblo, Cútar, ha disfrutado de las maravillas que ofrecen las playas de Málaga, de la compañía de su familia y de su querido Agustín hasta sus últimos días.
El 3 de septiembre, la catalana de nacimiento y malagueña de adopción compartía un triste mensaje en las redes justo dos semanas después del fallecimiento de su marido, con quien compartió toda una vida. "Aceptar la muerte de un ser querido no es fácil, y más cuando su partida ha sido tan repentina e inesperada. La tristeza es tan grande... Quiero agradecer a todos y a cada uno de los que se hicieron presentes a través de sus mensajes y llamadas de condolencia, y a quienes me acompañaron a mi hijo y a mí en estos momentos tan dolorosos de nuestras vidas. Mil gracias por vuestro apoyo y muestras de cariño. Sin duda habéis hecho sentirme un poco mejor. Ahora me toca ser fuerte y seguir cabalgando sola, sin su presencia, por el camino de la vida, pero siempre anclado en mi corazón".