La expareja sentimental compuesta por los actores Rodolfo Sancho (48 años) y Silvia Bronchalo (48) vivía una vida tranquila -él en Fuerteventura; ella, en Madrid- hasta que el 5 de agosto saltara la noticia de que su único hijo en común, Daniel Sancho (29), había confesado asesinar y descuartizar en Tailandia a Edwin Arrieta, un cirujano plástico con el que mantenía una furtiva relación sentimental.
Desde el estallido del conocido popularmente como el Caso Sancho, una de las imágenes más esperadas era la de Rodolfo y Silvia llegando a la cárcel de Koh Samui, donde su vástago se encuentra ingresado de manera provisional hasta la celebración del juicio por el delito del que le acusan: asesinato con premeditación.
El aterrizaje de Silvia, la primera en llegar a la exótica isla, fue plácido, tranquilo en apariencia, aunque con la preocupación natural en su rostro. Al salir de la prisión, atendía amablemente a los medios de comunicación afirmando que toda esta situación "está siendo muy difícil".
"Os agradezco mucho el interés, el respeto y la empatía que habéis mostrando, sobre todo ayer. Está siendo muy difícil", comenzaba Bronchalo, que proseguía, "comentaros que Daniel está mucho mejor, está tranquilo, lo están tratando muy bien y esperamos que se resuelva todo".
Reiteró su agradecimiento y pidió disculpas por su nerviosismo. "Yo no soy del medio, no soy mediática, no tengo ningún interés en salir en televisión y os agradezco mucho el respeto", manifestó. Para concluir, dijo: "Nadie se espera algo así. Nadie está preparado para que le den una noticia así, nadie te prepara para eso".
Por su parte, y para sorpresa de todos, Rodolfo Sancho no sólo tardó más de un mes en ir a visitar a su primogénito a la prisión tailandesa, sino que, además, a su llegada, disparó contra los medios de comunicación mostrando una actitud que ha sido calificada, incluso por él mismo, de "prepotente".
"Creen que estoy tirado por los suelos, ese no soy yo. Hay dos formas de tomarse las cosas en la vida, o como una desgracia o como un reto. No van a conseguir lágrimas de mí", aseguró el protagonista de El ministerio del tiempo, que rechazó contestar a las preguntas que creyó personales.
Concluyó Sancho con una frase cuyo eco aún resuena con fuerza: "Es la primera y última vez que hablo. Os recomiendo y os agradecería que os fuerais". No fue la última vez. Al día siguiente dio un paso atrás y, de manera velada, se disculpó por sus declaraciones y su comportamiento.
Pero ¿por qué lo hizo? ¿puede que tenga consecuencias legales en el juicio en el que a su hijo le piden pena de muerte? ¿puede afectar a la estancia de Daniel Sancho en la cárcel de Koh Samui la forma en que sus familiares se comporten con los medios tailandeses, e internacionales? Para dar respuesta a estas preguntas, EL ESPAÑOL ha contactado con el prestigioso abogado Nicolás Martín y con Cristian Salomoni, conocido psicólogo criminalista y experto en comunicación no verbal.
"Jurídicamente, no afecta", sentencia el letrado. "La ley y la labor del juzgado se limitan a los hechos y a Daniel. No veo relevancia jurídica. Tiene relevancia mediática, ya que llama poderosamente la atención las actitudes tan contrapuestas de Rodolfo y Silvia, sus padres", detalla.
En relación con el comportamiento público de Sancho, el abogado reflexiona: "Puede ser un indicativo de cómo era la relación previa de cada progenitor con el hijo. También puede responder a la forma de ser de cada uno de ellos. Otra hipótesis sería que al estar separados, si la relación entre ellos no fuera buena, podría tratarse de una forma de continuar su conflicto, externalizando diferentes posturas", remata Nicolás Martín.
Este medio se interesa por cuál habría sido la estrategia de Martín en caso de haber dirigido la defensa de Sancho y de haber sido representante legal de la familia en España, Colombia y Tailandia. Ante eso, él es tajante: "Yo habría aconsejado una comparecencia de ambos padres para mostrar imagen de unidad y apoyo cerrado y común a su hijo".
¿Cuál es la postura más correcta a ojos del experto interpelado por este diario? "La postura correcta es la que ha tomado la madre, Silvia Bronchalo", dice Nicolás Martín. "La familia necesita a los medios de comunicación y la actitud de Rodolfo no ayuda. Daniel se ha declarado culpable y debe afrontar las consecuencias. Aquí se está generando un bombo que no sé si ayuda. El jaleo mediático no va a ayudar. Este tema se va a olvidar en breve, y las autoridades españolas tienen que respetar la soberanía de Tailandia y su sistema. Ninguna autoridad ha dicho nada del asunto", concluye el abogado.
Desde el punto de vista de la comunicación no verbal, ¿qué revelan los gestos de Silvia Bronchalo y Rodolfo Sancho? ¿Expresan miedo, sosiego, conmoción? "A ver, ante todo, es complicado comparar las dos entrevistas ya que son preguntas diferentes las que se les hacen. El padre puede parecer más duro porque le hacen preguntas que, claramente, no iba a contestar", desliza el experto Salomoni.
"Cuando tenemos estos tipos de intervenciones en medios de comunicación, como es en este caso, nosotros siempre pensamos cuál es el mensaje que queremos transmitir y cuál no", prosigue el psicólogo criminalista. "Por eso, la madre habló más desde el lado humano y el padre lo hizo más desde un sentido de responsabilidad".
En el plano de lo no verbal "está claro que ambos están muy afectados, no hace falta un experto. Silvia y Rodolfo bajan la mirada. La madre tiene gestos temblorosos, no es una situación fácil, resopla, parece como si le faltara el aire y enrollando los labios, que esto lo hacemos cuando estamos en una situación difícil".
En la manera en la que ambos padres se desenvuelven interviene un factor clave: la personalidad de cada uno. "Si existe una personalidad colérica o fuerte, aunque le asesoren, el temperamento marca. Por eso Rodolfo ha respondido de esa forma, pero entiende la situación en la que está. Es muy difícil de gestionar emocionalmente aunque tengas una personalidad tranquila. Yo recomiendo que se utilice una frase hecha para todas las preguntas. Por ejemplo: 'A esto no le puedo responder. Gracias'".