Que Tamara Falcó (41 años) e Íñigo Onieva (33) han retomado su relación sentimental tras el perdón de la marquesa de Griñón por la infidelidad de su pareja ya no es ninguna noticia. El amor, el concepto que ellos tienen de lo que lo es, se ha impuesto a todo: al engaño, a la humillación pública por el vídeo de él besándose con otra mujer en pleno festival yanqui, a la prensa amplificando todo lo que sucedía en su parcela más íntima...
Pero la vida que hoy lleva Tamara no sería la misma si no fuera porque, un día, estando en una de sus casas, en el Palacio de El Rincón, encontró una Biblia y empezó a leerla. La religión católica, ha asegurado ella en infinidad de ocasiones, fue una brisa de aire fresco a su caos vital. Tanto, que incluso llegó a plantease seriamente convertirse en monja.
Debido a esa forma de pensar y vivir, resulta habitual ver a la hija de Isabel Preysler (71) en actos religiosos. Junto a ella, en esta aventura de fe, cuatro personas clave: las mellizas Casilda y Ana Finat, la abogada Clara López de Lemus, que se define como secretaria de la Virgen de la Alegría y el padre José María Quintana. Pero ¿quién es el sacerdote, amigo y confesor de Tamara que ha dado su bendición a la reconciliación con Onieva?
Josep María Quintana y Domínguez nació bajo el signo de Leo el 13 de agosto de 1979 en Girona aunque pasó toda su infancia en Banyoles, el municipio catalán al que siempre menciona y que lleva por bandera. Josep María estudió en el colegio Bell-lloc del Pla, una escuela concertada fundada en 1965 y promovida por el Opus Dei. Allí, la educación infantil es mixta, y la primaria y secundaria es exclusivamente para chicos.
A continuación se diplomó en Magisterio en Educación Física y se licenció en Pedagogía, en ambos casos, en la Universidad de Barcelona (UB). Si bien sus primeros títulos universitarios no tenían demasiado que ver con la vida al servicio de la comunidad religiosa que elegiría luego, tras acabar sus dos primeras carreras, se matriculó en Teología Moral por la Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma.
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Según publicó Diari de Girona en 2011, en aquel momento, Josep María Quintana se encontraba elaborando una tesis doctoral en Teología Moral, titulada La actividad deportiva: una reflexión antropológica, social y moral de la educación física a partir de las enseñanzas del beato Juan Pablo II. En el año 2014, el Papa fue canonizado. El Papa de las familias, como se le conocía popularmente, escribió más de cien textos relativos a la religión y la práctica deportiva: dos de las pasiones del padre Josep María.
Durante el confinamiento por la primera ola de la pandemia de coronavirus, Josep María, que es muy activo en sus redes sociales, se reinventó y creó un canal en YouTube llamado ConFenados -haciendo un claro juego palabras con el término "confinados", pero "con fe"-.
Además, todos los domingos, junto a un grupo de amigos, realizan lo que él mismo acuñó como La macrofiesta del Rosario. Se trata de un directo en Instagram en el que rezan el Rosario amparados por la protección de la Virgen de la Alegría.
"Todos los que participamos de las macrofiestas del Rosario nos sentimos en casa, pues tenemos al mismo padre y a la misma madre. Muy agradecido a Dios y a la Virgen María por haber conocido a tres personajes de los cuales he aprendido muchísimo y a quienes quiero otro tanto", expresó Quintana en su último post de sus redes sociales.
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"Cada vez que repaso la historia inicial estoy más convencido de ello. Y cada vez que veo los frutos de amor, cercanía, proximidad, cariño, paz, esperanza, serenidad, conversión, vida, felicidad y encuentros personales con Dios y María. ¡Doy gracias a Dios por haberos conocido a todos! Qué bonita la modernidad de la Iglesia que se fundamenta en el amor, que no envejece ni se hace carca. ¡Siempre actual, nueva y atractiva!".
Aunque no hay un post de Instagram que el padre Quintana no termine con la siguiente frase: "Palante y sirculando". "No queremos cambiar el mundo, sino a las personas del mundo haciendo el bien: con optimismo, alegría, disfrutando de la vida y abriendo las puertas a Jesucristo de par en par. Pa' dentro y pa' arriba familia y, siempre, siempre, palante y sirculando".