Ha sido, sin duda, una de las noticias de la semana en el mundo del corazón. Marisa Jara (42 años) vuelve a estar embarazada. La información ha sorprendido por un motivo obvio: apenas han pasado ocho meses desde que diera a luz a su primer hijo, Tomás. Pero hay otra razón destacada que hace de este nuevo embarazo un asunto noticiable.
En los últimos años, Marisa Jara ha contado en diferentes ocasiones el calvario que estaba pasando a nivel de salud. Nada menos que 19 han sido las veces que ha pasado por el quirófano para tratar un problema que había condicionado de forma notable sus ganas de ser madre, llegando incluso a ponerlo en serio riesgo.
A esos numerosos contratiempos hay que añadirle otro importante dato en su historial médico: un cáncer de estómago. Esta enfermedad está aún muy presente en sus temores, como reveló en una entrevista en Viernes Deluxe: "Ahora que tengo esta persona tan pequeñita y que tengo que cuidar de él, rezo todos los días para que el cáncer no vuelva a mi vida".
Pero volviendo al asunto principal de su lucha por ser madre, el problema que ha retrasado el sueño de Marisa Jara se llama endometriosis. La raíz de su denominación viene del endometrio, el tejido que recubre el interior del útero. En ocasiones, ese tejido crece fuera del útero, desarrollándose en diferentes puntos del organismo, a través de lo que se conoce como parches, nódulos o lesiones.
Dudas y certezas
Una de las grandes peculiaridades de la endometriosis es que no se conoce la causa real. Algunos estudios han explorado la posibilidad de que el origen estuviera en un componente hereditario, partiendo de la certeza de que se trata de una enfermedad que, en ocasiones, comparten madres e hijas. Sin embargo, no hay indicios que confirmen esta teoría ni otras que han analizado la parte de la menstruación que no es expulsada al exterior.
Con todo, uno de los aspectos que más preocupa a los especialistas médicos es que la endometriosis tiene una evolución totalmente imprevisible y que puede variar notablemente en función del paciente. Se han dado casos de mujeres cuyos nódulos permanecen invariables, mientras que otras padecen desarrollos extensos en la pelvis.
Una de las características más evidentes de la endometriosis tiene que ver con su sintomatología. El dolor pélvico (se estima que afecta a un 75% de las pacientes) y la infertilidad o problemas reproductivos (en casi el 50% de los casos) son los dos síntomas más repetidos, aunque también se han registrado problemas como menstruaciones especialmente dolorosas, periodos de flujo intenso, dolor en la parte baja del abdomen o incluso fatiga generalizada.
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Para establecer su diagnóstico es básico realizar una ecografía con el objetivo de hallar quistes ováricos con un patrón específico. A partir de ahí se pueden buscar diferentes tratamientos, condicionados especialmente por la edad de la paciente. Así, en mujeres jóvenes se suele optar por la laparoscopia para extirpar los parches, o por la laparotomía, una intervención más compleja que consiste en extirpar todo el endometrio que está fuera de su sitio. Para pacientes con edades entre los 45 y los 50 años se puede optar por la eliminación de los ovarios.
La noticia positiva es que, si bien no hay una garantía absoluta, el paso por el quirófano puede permitir a la paciente quedarse embarazada, tal y como quedó de manifiesto con la propia Marisa Jara. Además, el embarazo puede servir como prevención para futuras endometriosis, toda vez que los ovarios reducen su actividad durante el periodo de gestación.