Hace justo una semana, el pasado miércoles 23 de noviembre de 2022, varias revistas especializadas en crónica social coincidían en publicar unas imágenes de la cantante Amaia Montero (46 años) abandonando la clínica Universitaria de Navarra tras un mes ingresada, según estas informaciones.
En las instantáneas, se podía ver a la célebre intérprete, natural de Guipúzcoa, ataviada con un cómodo chándal, subiendo las maletas a un vehículo que la esperaba a la puerta del centro, minutos antes de poner rumbo a su domicilio familiar, en Irún, en el País Vasco.
Nada más se ha informado sobre ese ingreso de la excomponente de La Oreja de Van Gogh. Sólo se conoce que el mismo se produjo días después de que Montero publicara unas preocupantes fotografías en sus redes sociales -algunas de ellas, a horas intempestivas y trasnochadas- y mostraba un comportamiento un tanto extraño que alarmó a sus casi 525.000 seguidores.
En concreto, muy comentada y expuesta en prensa y redes sociales fue una imagen en la que Amaia aparecía completamente demacrada, sin maquillaje y sin peinar, con ojeras y un rostro cansado. No sólo su estética, también llamó poderosamente la atención una frase de la cantante que dejaría entrever el delicado momento por el que atravesó: "Si la esperanza es lo último que muere y todavía no la he perdido, ¿de qué me sirve la vida?".
A raíz de aquello, tan sólo la hermana de la intérprete rompió su silencio para asegurar que ésta no estaba atravesando por su mejor momento. Misma información que manejó y cotejó EL ESPAÑOL. De esos difíciles días ha pasado más de un mes y hoy la realidad de Amaia Montero es muy diferente. Según los datos que confirma este periódico, Amaia continúa recuperándose en su casa familiar de Irún, junto a su madre, Pilar Saldías, y su hermana, Idoia.
La cantante está "fuerte y decidida" y, a la luz de esta declaración que facilita alguien cercano a ella, ha tomado las riendas de su nueva vida eliminando de su red social Instagram la fotografía que alarmó a propios y extraños y alcanzó talla internacional. Se explica que en estos momentos Amaia sólo desea "mirar al futuro" con ilusión y esperanza. El trabajo es su mayor bálsamo.
De momento, Montero se repondrá con el calor familiar y, tras estas señaladas fechas, regresará a Madrid. En estos días de reconexión con su vida tras el ingreso, Amaia está "agradeciendo por privado todas las muestras de cariño recibidas".
En estas semanas, han sido varios los amigos de Amaia que no han dudado en mostrarle su apoyo públicamente, como su expareja sentimental, Gonzalo Miró (41), o su gran amiga Cayetana Guillén Cuervo (53).
"Yo la quiero mucho, ya lo sabéis. (...) Amaia es una gran persona, con un corazón que no le cabe en el pecho. Y creo que todos tenemos malas épocas", aseguró el cineasta Gonzalo Miró, hijo de la desaparecida Pilar Miró.
En esa línea se ha mostrado la actriz y presidenta de la Academia de las Artes Escénicas de España Guillén Cuervo recientemente, la cual tiene un importante lazo afectivo con Amaia, pues ésta es madrina de su hijo Leo: "Se va a recuperar seguro, porque ella es muy fuerte. Es maravillosa. No es fácil siempre expuesto públicamente, es un plus que hay que tener en cuenta. Ella va a salir adelante, te lo digo yo que sí".
No son los únicos férreos apoyos y asideros con los que ha contado Amaia Montero en los baches de su vida. La persona con la que se contacta arroja tres nombres más, que han estado muy pendientes de Montero en estas semanas a través de su familia, y también en otros tiempos aciagos: los guionistas Javier Calvo (31) y Javier Ambrossi (38), y el artista vasco Karlos Arancegui. Otros, muy conocidos, prefieren quedarse en el anonimato.
Hace unos días, EL ESPAÑOL pudo conocer que Montero desea retomar su actividad profesional cuanto antes, así como su rutina en la red sin dar mayor repercusión pública o magnitud a lo acontecido hace unas semanas. Siempre quiso Montero marcar, subrayar y delimitar bien la línea entre su vida personal y su faceta artística. "Va mejor y está bien", se reportó, escuetamente, a este medio.
La única preocupación de las hermanas Montero es que la madre de ambas, Pilar Saldías, viva lo más protegida y aislada de las informaciones que se publican sobre la emblemática cantante.
Su hermana mayor, Idoia, fue quien dio la cara a nivel mediático hace unas semanas. Eso sí, al igual que al programa Espejo Público, a este periódico también se dejó claro que Idoia no es la representante de su hermana ni lo ha sido nunca.
Explicó entonces quien bien la conoce que la intérprete de temas como Deseos de cosas imposibles o Muñeca de trapo es alguien "muy sensible, y no lo ha pasado nada bien en algunos momentos. No sólo por las críticas de las redes y el físico y demás, sino por la muerte de su padre".
La fuente con la que se contactó fijó este fallecimiento en un punto de inflexión clave en la vida de Amaia. Un dolor que, a día de hoy, no ha superado del todo, como ha reconocido en varias entrevistas. Tras este golpe vital, la artista descubrió un dolor "que no sabía que existía". Una sensación que ha mantenido hasta hoy y con la que lidia. Un dolor insondable y difícil de digerir.