La reaparición de Tamara Falcó (40 años) en la noche del 27 de septiembre fue mucho más que sus ya de por sí contundentes declaraciones. La puesta en escena fue cuidada al mínimo detalle para que no hubiera fisuras. Su discurso de empoderamiento estuvo impecable pero también su comunicación no verbal, aquella que transmitió a través de sus gestos y de su vestuario. Apareció con un estilismo sobrio, en blanco y negro, que escondía un claro mensaje sobre cómo afronta la ruptura con Íñigo Onieva (33) y su futuro inmediato.
Hizo esperar media hora a los medios, como toda estrella que se precie con algo importante que decir, y se emocionó con los aplausos que recibió mientras pisaba la alfombra roja con un traje de chaqueta de la firma francesa Sandro, que combinó con una camisa blanca de cuello victoriano. Una opción elegante y discreta, pero con detalles significativos.
EL ESPAÑOL ha analizado lo que ha querido decir la hija de Isabel Preysler (71) con su ropa de la mano de un experto en moda, Jesús Reyes, CEO de CoolHunting Madrid Comunicación. No hay duda, es un look pensado para triunfar: "Esta elección, en general, aportar seguridad, ayuda a camuflar inseguridades y a armarte de fuerza. Sabes que con esta propuesta no hay lugar a fallos o críticas".
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No hay duda de que Tamara no estaba en su mejor momento anímico y precisamente por eso la ropa elegida era la adecuada. "Acierta al optar por un cómodo, elegante dos piezas negro: compuesto por una americana y pantalón y, como base, una camisa blanca con cuello de volantes. Este es el mejor recurso cuando tienes un mal día, vas con prisas, te ves o notas mal y necesitas verte bien en el espejo".
Eso es lo que consiguió la ya exnovia de Íñigo Onieva: dar un paso al frente y reflejar "firmeza y empoderamiento". Su dress code de la venganza la ayudó también a no llorar y mantenerse inflexible en su decisión de no perdonar al empresario. "Veo imposible volver con él", dijo ante los medios.
Como detalle destacar que el hecho de que su blusa añadiera ese cuello alzado de volantes contribuye por un lado a restar seriedad al conjunto y también a transmitir sus valores clásicos; esos que parece que el hombre con el que iba a casarse no comparte con ella. "No puedo estar con alguien que no comparte mis valores", ha confesado.
Los accesorios ponían el toque de luz, demostrando que aunque ahora está más apagada, sigue conservando el brillo y la esperanza de que "todo pasa por algo". Tamara llevaba un bolso de mano metalizado y unos salones con adornos plateados muy llamativos.
En cuanto a las joyas, también hablan por sí solas. A Jesús Reyes le llama la atención la profusión de anillos: "Eligió tonos fríos como los plata en unos pendientes largos muy favorecedores y numerosos anillos para suplir la ausencia de las tres lágrimas de diamantes que fueron por 48 horas su anillo de pedida". Quizá de este modo buscaba también que en sus manos no se notara la falta de una pieza tan importante.
El maquillaje tuvo un protagonismo vital en el look de la venganza. Nada de rostro cansado o atisbos de tristeza, Tamara se decidió por el acabado satinado y por marcar bien las facciones. "Es un maquillaje que estiliza el rostro y disimula ojeras o un rostro cansado gracias a dar protagonismo a los pómulos", explica el experto. No es casual que llevara una base brillante dando luminosidad a la piel, sombras nacaradas y un ligero rabillo ascendente para elevar la mirada.
Con este estilismo, la marquesa de Griñón manda un claro mensaje a Íñigo y se muestra fuerte y decidida a recomponerse y seguir adelante. Además, el hecho de haber escogido unas prendas de estética oficina afianza su decisión de centrarse en el trabajo y de seguir cumpliendo con sus compromisos profesionales, como hizo en uno de los días más difíciles de su vida.
Pese al varapalo emocional que le ha supuesto la traición de su novio y la cancelación de su boda, lo cierto es que Tamara ha ganado puntos con su manera de gestionar la bomba informativa.