El sábado 24 de agosto de 2019 saltaron todas las alarmas tras conocerse que Blanca Fernández Ochoa había desaparecido. La mañana de ese día fue la última vez que se la vio con vida. Primero haciendo una pequeña compra en un supermercado de la localidad madrileña de Aravaca; horas después, un vecino de Cercedilla volvió a verla en la plaza de la localidad, frente a la estatua de su hermano Francisco Fernández Ochoa, Paquito.
Tuvieron que pasar once días para conocer el peor de los desenlaces: el hallazgo de su cuerpo. Se encontraba en el pico de La Peñota, un alto rocoso situado en el límite geográfico entre Madrid y Segovia.
La noticia dejó devastados a todos aquellos que esperaban encontrarla con vida, especialmente a sus familiares, que nunca perdieron la esperanza de volver a ver su sonrisa. De todos ellos, quienes más marcados resultaron fueron sus dos hijos, Olivia (23 años) y David Fresneda Fernández. En todo momento, los hermanos se mostraron muy unidos emocionalmente, convirtiéndose en su mejor apoyo mutuo.
Una situación que no ha cambiado tres años después y es que los hijos de Blanca Fernández Ochoa siguen estando muy cerca el uno del otro, apoyándose y recordando a su madre de manera constante.
De los dos, quien mantiene un perfil más público es Olivia. De su madre ha heredado muchas cosas, como la sonrisa, pero también una gran disciplina para el deporte. La joven se dedica de manera profesional al rugby, que la llevó incluso a abandonar las labores de búsqueda de su madre para incorporarse a la concentración en el CAR de Sierra Nevada de la Selección Española Femenina de Rugby 7.
Un ejercicio al que dedica buena parte de su tiempo y que le ha permitido descubrir países tan lejanos como Sudáfrica, donde el pasado mes de julio su equipo se clasificó en el marco del mundial World Rugby Seven Series 2022.
Pero no solo se dedica a este exigente deporte. Olivia Fresneda también estudia, concretamente una de las carreras más exigentes y prestigiosas: Medicina. Lo hace en la Universidad Complutense de Madrid, donde en junio de este 2022 ha terminado el tercer curso. En el famoso centro madrileño no solo recibe clases, también entrena al rugby y es que forma parte de su club, el Cisneros, donde juega como flanker.
Una vida de la que su madre estaría muy orgullosa, o está, pues Olivia ha afirmado que Blanca forma parte de su día a día. Así lo aseguró en una entrevista con la Federación Española de Rugby, en la que dijo: "Hay una conexión entre nosotras, sí. Puede sonar un poco hippie, pero las personas al final son energía y yo creo mucho en eso. Y cuando me encuentro mal o estoy triste, la siento. Las personas que se van en realidad no se van, siempre están ahí. Y yo siento que me mira desde lejos, y entonces tengo que tirar para adelante. Siempre. Es uno de los motores que me impulsa".
Por su parte, David Fresneda, el pequeño de los dos hermanos, es menos activo en las redes sociales, que prefiere mantener cerradas. Aún así, en su perfil se puede comprobar que comparte la misma filosofía de positividad que su hermana: "Aquel día que no sonrías será un día perdido", reza en su biografía. Al igual que a Olivia, a él también le encanta el rugby y ha formado parte del club ADI Industriales Las Rozas.
Sin embargo, le deja a su hermana mayor el trato más directo con el mundo y es que David prefiere que su vida más personal quede en un segundo plano. Es ella quien comparte las fotografías en las que aparecen juntos y en las que, pese a las circunstancias, siempre sonríen de forma sincera.
Olivia y David nacieron fruto del matrimonio entre Blanca Fernández Ochoa y David Fresneda. Eran las segundas nupcias para la medallista olímpica tras su enlace en 1997 y posterior separación de Daniele Fioretto. Olivia y David vivieron desde muy pequeños en casa la pasión por el deporte, no solo en su madre, sino también su tío, Paco Fernández Ochoa.
En su palmarés personal Blanca Fernández Ochoa tenía "dos melladas": sus dos hijos. Así se llegó a referir ella a sus pequeños en su última publicación antes de su inesperado final. Un recuerdo que sigue y permanecerá siempre vivo en el corazón de Olivia y David.