Mariano Alameda, en su centro de yoga.

Mariano Alameda, en su centro de yoga.

Famosos ENTREVISTA

La vida yogui de Mariano Alameda ('Al salir de clase'): "La fama me hizo infeliz. Me costó volver a ser anónimo"

El actor, que dirige un centro de yoga y acaba de publicar su primer libro, ha charlado con EL ESPAÑOL sobre su nueva etapa lejos de la televisión. 

4 julio, 2022 00:50

Han pasado más de 20 años desde que terminó una de las series que forman parte de la historia de la televisión, y que fue una auténtica cantera de actores, pero la sonrisa y los intensos ojos azules de uno de sus protagonistas no han cambiado. EL ESPAÑOL acude a la cita con Mariano Alameda (50 años), el recordado Íñigo de Al salir de clase, en su centro de yoga, Nagual, ubicado en la zona norte de Madrid para redescubrir a la persona que hay detrás del personaje. Alejado de la interpretación desde hace un tiempo, su modus vivendi es hoy mucho más espiritual.

Acaba de escribir su primer libro infantil, Las enseñanzas del perro Zen, donde proyecta toda una filosofía de vida que también transmite en sus clases y en su labor como coach. Se confiesa feliz en el anonimato y considera que la fama "puede hacerte loco, genio o sabio". A él le hizo sabio.

¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?

Es un homenaje a mi perro, que murió casi con 17 años, al que observé durante toda su vida y fui apuntando cosas curiosas de su actitud, que han supuesto verdaderas enseñanzas para mí. Quise hacerle un homenaje y me ayudó también a pasar el duelo. En principio, no pensaba publicarlo, pero me aconsejaron hacerlo y me decidí. Ha sido un proceso precioso y la respuesta de la gente, muy buena. Estuve en la feria del libro y se acercaban por el libro, no por el autor, porque de mí ya no se acuerdan (risas).

¿Qué enseñanza destacaría que haya aplicado en su vida?

Bueno, he hecho una selección de las principales que te puede enseñar un perro y que además te sirven para la vida: la confianza, la entrega, el afecto, la fidelidad... Y también el hecho de no reconocerte en el espejo, como les pasa a los animales y que es algo que a mí me ocurría un poco de pequeño. Creo que esa es la facilidad que yo tenía a la hora de actuar, porque no le daba gran importancia a la imagen externa, sino a mi propia sensación.

¿Le descolocó mucho la fama que obtuvo en Al salir de clase?

Claro, eso pasa cuando te pilla en esa etapa de juventud. Yo era un chaval de barrio, al que le gustaba jugar al baloncesto, pero de repente salía en la tele... ¿Quién de todos esos era yo? Eso me hizo empezar a reflexionar mucho sobre qué es el yo, la identidad y cómo es la proyección que tienen los demás de ti mismo. Y eso me llevó a la búsqueda, al yoga, a la meditación, el zen, a viajar. 

Echando la vista atrás, ¿cómo valoraría aquel boom? 

Imagínate un grupo de 15 actores de 20 años metidos en un plató de una serie que fue un pelotazo. ¡Fue muy, muy divertido! Lo que pasa es que luego la fama al principio son rosas y rosas, y luego espinas y espinas. Te das cuenta de que el anonimato es un placer, que cuando lo pierdes, lo echas de menos. La presión de ser mirado en toda situación es duro y yo no lo llevaba bien. Y, aunque nunca se me fue mucho la pinza, un poco siempre se te va. Afortunadamente, tenía un núcleo familiar muy estable.

Nadie te advierte de eso...

Antonio Cuadri, el creador de la serie, al principio nos decía claramente: "De vosotros 15 a lo mejor se quedan tres o cuatro bien; otros, trabajarán algo, y otros caerán en el olvido. No os creáis que esto es jauja y que ya estamos en el Olimpo".

[¿Cómo resolvió ‘Al salir de clase’ la salida de sus protagonistas?]

¿Le han dado buenos consejos?

Sí, uno fue: "Pon los garbanzos en otro lado", y también estudia otra cosa, cómprate una casita con el primer dinero que ganes, no te lo gastes en yates en Ibiza. Otro muy bueno fue que no dependa tu autoestima del ciclo de tu profesión. 

¿Alejarse de la interpretación fue una decisión personal o simplemente el teléfono dejó de sonar?

Sí me llamaban, he hecho 11 series, pero me centré más en el teatro. Para mí es la raíz de la profesión y también te aporta mayor libertad.

Mariano, junto a sus compañeros de la serie.

Mariano, junto a sus compañeros de la serie.

¿Volvería a ponerse delante de una cámara?

Si el proyecto fuera chulo y lo pudiera combinar con mi centro de yoga y mis proyectos, puede que sí. Ahora estoy escribiendo una obra de teatro.

¿Aunque eso supusiera volver a estar presente en el ojo público?

Sí, porque ya no es lo mismo, es otra edad, ya no provocas las mismas cosas, las mismas reacciones en la gente... 

Creo que hace años estaba meditando en India y alguien le reconoció y le gritó: "¡Es Íñigo!". ¿Ha llegado a odiar el personaje?

Fue la leche, encontrarse con eso meditando a las cinco de la mañana... Odiarlo no, pero sí llegó un momento en que el trabajo me hacía infeliz. El hecho de no poder salir a la calle... Era un disparate.

La fama puede destruir vidas.

Todo lo que es muy potente es muy potente para lo bueno y para lo malo. A mí me gusta pensar que la fama te puede hacer loco, genio o sabio. Te enseña mucho de ti, te enseña mucho de cómo funciona el mundo. En la balanza fue más positivo que negativo. El anonimato se tarda muchos años en recuperar, pero se consigue. Me costó volver a ser anónimo. No echo nada de menos el reconocimiento público, no me interesa la fama

¿Sigue en contacto con sus compañeros de Al salir de clase?

Claro que sí. Es que cuando vives esas experiencias te une muchísimo, porque solo te comprenden ellos. A Miguel Ángel Muñoz (38), por ejemplo, lo adoro y me parece súper necesario para la sociedad lo que ha hecho con el documental 100 días con la Tata, su forma de tratar el tema de la vejez. 

¿Qué echa de menos de la profesión?

El trato con los actores, que es gente muy divertida, muy abierta de mente en general y también muy profunda. Te ríes mucho con los actores, somos un poco los bufones de la corte.

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